-Acto IV-

64 9 1
                                    



Los días pasan y la grieta abierta entre ambos corazones se hace más y más grande.

Del abismo salen gélidas corrientes de aire embistiéndoles aún más lejos. De pasar noches en vela en los brazos del otro a dormir en camas frías y cuyas sábanas se les antojan cárceles.

Aizawa cada día está más contento con la nueva pareja formada. Ve lo que en aquellos en quiénes tenía más esperanza no veía. Tenía muchas expectativas en Bakugou por ser Sigfrido pero la has superado al transformarse en un cisne negro rencoroso, envidioso y destructor.

Un nuevo Dios de la destrucción acaba de nacer y nadie puede detener su ira.

****

-Midoriya, creo que necesitas saber algo.

Todoroki ahora es el compañero de cuarto del peliverde y aunque se llevan bien y conectaron prácticamente desde el primer curso apenas han intercambiado palabras las noches que llevan durmiendo bajo el mismo techo. Cuando el bicolor se despierta Midoriya ya ha abandonado la habitación y es el primero en irse a dormir. Todoroki intuye que a su nuevo compañero no le ha hecho mucha gracia el intercambio.

-No sé si Bakugou y tú sois amigos o-

-No somos nada.

Nota la dureza en su voz.

-Pero habéis compartido habitación y batallas de baile y-

-¿Y qué? – el labio inferior de Todoroki tiembla. Nunca antes había visto a Midoriya mostrar una expresión tan sombría. Va a hablar de nuevo pero éste le golpea el hombro al salir. No quiere escuchar nada. No quiere que nadie le diga lo que él ya sabe pues no hace nada más que seguirle con la mirada allá donde va. Sabe que sale a correr a altas horas de la madrugada. Que no duerme. Que ha perdido peso. Que pasa horas en el gimnasio o en el aula practicando. Que sus preciosos ojos rojos ya no brillan sino que están eclipsados por la peor de la oscuridad. Que su encantadora y picarona sonrisa ha desaparecido para dar paso al dios de la devastación.

Suspira abatido al verle a través de los cristales de la puerta que da a una de las muchas aulas de baile. De nuevo practicando hasta reventar.

-Deberías descansar.

Le tiende una bebida isotónica que Bakugou no acepta. Midoriya la deja junto a sus cosas y cree que es conveniente salir pero sus pies se detienen mucho antes de llegar a la salida.

-Háblame, Kacchan.- le suplica – Hablemos como siempre lo hemos hecho.

-No hay nada más que hablar.

-¡Claro que lo hay! – se gira para toparse con la frialdad emanar de todo su torso sudoroso con el que le ve limpiarse las gotas que resbalan por sus abdominales con la toalla – Lo siento.

Dice sin más.

-¿Por qué te disculpas? – deja caer la toalla - ¿Has hecho algo malo para pedirme perdón? ¿O tu perdón viene por haber jugado conmigo?

-¡Jamás he jugado contigo, imbécil! – los cristales que decoran el aula reflejan su enfado - ¿Por qué eres tan testarudo? ¿De verdad piensas que todo lo que hemos hecho juntos todo este tiempo ha sido para subir escalones y sobrepasarte? ¿De verdad piensas que no te amo? ¿Qué mis besos eran falsos? ¿Todo en mí lo era?

-Entonces.- Midoriya se encoge al dar Bakugou un paso hacia él – Si tanto me amas como dices renuncia a ser Odette.

-No puedo.

☀El último baile☀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora