-Acto XVII-

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El timbre, la puerta ser golpeada persiste y persiste hasta que Bakugou la entreabre.

-Tenemos que hablar.

-No hay nada de lo que hablar. Márchate.

-Kacchan, por favor.

Sus dedos alcanzan el brazo de Bakugou. Nota un temblor. Ambos notan el temblor contrario. Midoriya busca desesperado su mirada. Bakugou esquiva aterrado, asustado. No quiere hablar. No quiere contarle nada. Pero si Todoroki ha aprovechado la oportunidad de hacérselo saber mientras estaban juntos en el hospital...

¡No quiere escuchar lo que le tiene que decir!

¡No quiere ver de nuevo esa lastimosa mirada!

No esa expresión...

No en el chico al que ama...

-Kacchan, tu mano...

-Ya se curará.

-Hay que curarla ahora.

-Lárgate.- suena desesperado, aterrorizado. No quiere escucharle. No está preparado para que él lo sepa todo. Solo le basta con que sepa que ha cambiado, que logró salir adelante gracias a él. El pensar en él, en sus sonrisas, en sus besos y sus recuerdos felices fue lo que consiguieron que hoy por hoy haya sido capaz de presentarse frente a él y confesarse de nuevo. Pero ahora todo... todo... "Todo ha acabado..." – No tenía que haber regresado a Japón – ahora es Midoriya quien siente terror al escucharle decir eso – No estoy de humor para hablar. Vete, por favor.

Ni siquiera es capaz de cerrar la puerta siendo testigo Midoriya de cómo su triste, solitaria y destrozada silueta desaparece en su habitación.

Segundos.

Segundos son los que tarda Midoriya en coger sus llaves, cerrar la puerta y correr escaleras abajo hacia la fría y nevada noche rumbo a la primera farmacia que encuentra.

Al salir, con una bolsa llena de cosas que cree necesarias para poder curarle la herida de la mano, vuelve sobre sus pasos más que dispuesto a no dejarle solo. No necesita saber el motivo del por qué Bakugou golpeó a Todoroki. Todoroki quiso decirle algo pero Midoriya le pidió que guardase silencio.

Solo creería en la palabra de Bakugou.

-¿Midoriya?

Éste se para en seco.

-¿Kirishima? – el pelirrojo se acerca a él sonriendo – Hola – se saludan con la cabeza.

-¿Qué haces por aquí? – pregunta confundido.

-Ah, yo, verás yo-

-Yo iba a ver a Bakugou.- Midoriya baja la cabeza para inmediatamente después ascender la mirada. Las mejillas ruborizadas de Kirishima le golpean como un volcán en erupción – Me ha llamado hace un rato para que fuera a su casa y llevase cerveza – agita la bolsa que carga.

-¿Kacchan te ha llamado?

Kirishima asiente rascándose la nuca.

-Estamos juntos.- ahora siente ganas de vomitar – Bueno, juntos como una pareja no, oficialmente no, quiero decir que nosotros, desde que llegó a Japón, bueno – sonríe nervioso, algo tartamudo pero Midoriya no le escucha apenas – Vamos, que nos acostamos de vez en cuando.

Otro golpe mucho más mortífero.

Ahora sí que todo ha dejado de tener sentido.

¿Es mentira?

¿Kirishima le está mintiendo?

¿Pero por qué le mentiría? Ellos siempre se han llevado bien.

-Debería irme. Bakugou me está esperando y no quiero que se enfade, aunque cuando está de mal humor es mucho más salvaje en el sexo, más entregado. Que te voy a contar a ti que no sepas aunque quizás nunca has visto ese lado suyo. Ha cambiado mucho a cuando era un tonto universitario obsesionado con bailar.

¿De quién habla?

Cruza fugaz ese pensamiento.

-Sí, será mejor que no le hagas esperar.

Consigue decir.

-¿Te encuentras bien? Está algo pálido. ¿Estás enfermo?

Lo pregunta por la bolsa de la farmacia.

Midoriya niega y se la tiende.

-Dáselo a Kacchan. Supongo que lo entenderás cuando le veas. Buenas noches, Kirishima.

No espera a ser despedido de vuelta.

Solo quiere irse.

Tomar el tren.

Llegar a casa.

Y enterrarse bajo la ducha de agua bien caliente para limpiar unas difíciles lágrimas ya congeladas en sus mejillas.

****

-Qué cojones quieres, Kiri.

-Te traigo un regalito.

-Lárgate, no estoy de humor.

Kirishima impide que le cierre la puerta metiendo el pie. No va a perder la oportunidad que Todoroki le ha conseguido. Sabe que el mentirle a Midoriya no ha estado bien. Se arrepiente. Midoriya es un buen chico, siempre le ha caído bien pero tenía algo que él quería poseer. Y ese algo es Katsuki Bakugou a quien no le importaría aprovecharse de la situación. A quien no le importaría que le besase, que le empujase a sus brazos o le follara en la misma entrada bajo los efectos del alcohol. Ya todo eso le da igual. Lo quiere. Lo desea. Y aunque fue sincero cuando le mostró su apoyo en la conquista hacia Midoriya todo eso ha sido destrozado por el tsunami de los celos al verles juntos esa noche en el bar.

Bakugou será suyo aunque tenga que jugar un papel tan rastrero arriesgando su amistad.

-Bro, hablemos mientras tomamos algo. Te vendrá bien.

-Hablo en serio, lárgate.

-Traigo tus cervezas favoritas – consigue abrir un poco más la puerta - y además hay que curarte la mano.

Ahora sí que la puerta se abre de par en par pero quien lo recibe es el mismísimo diablo en la rojiza mirada del rubio.

-¿Cómo sabes...? – es cuando se da cuenta de la otra bolsa que lleva. La de la farmacia - ¿Quién te ha dado eso?

-Lo he comprado yo.- miente descaradamente – He visto a Midoriya en la calle yendo a casa y ha mencionado algo de que has golpeado a Todoroki. Bro ¿Qué has hecho? Estaba bastante enfadado y decepcionado – ahora es Bakugou quien tiene ganas de vomitar – Me ha dicho que no quería saber nada más de ti, que lo sabía todo – otra mentira seguida de una arcada que sorprende a ambos – Vamos, entremos, tienes que-

Bakugou le empuja y ahora es él quien corre escaleras abajo hasta salir a la frialdad que golpea su cuerpo. No siente sus pies descalzos sobre la nieve al correr por esta buscándole. Sabe que si corre le alcanzará. Que logrará detenerle antes de que suba al tren. Explicárselo todo. Contarle la verdad. Rogar por su perdón. Enfatizar en cuánto lo ama. Pero sus buenos deseos, su esperanza se ve mellada. Midoriya no está en la estación.

Con cada respiración sus pulmones se congelan.

Ya no siente nada. Absolutamente nada.

☀El último baile☀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora