☀El último baile☀

-Acto XXII-

Las termas están más vacías que nunca.

Pero ser pasada la medianoche tiene sus razones.

Midoriya y Bakugou han preferido darse un baño sin que nadie más les moleste. Después de dejar las maletas decidieron ir a pasear por la ciudad, a disfrutar de sus rincones y su gastronomía. Sobre todo porque si se quedaban un segundo más dentro de las cuatro paredes se desgarrarían mutuamente a besos, y aunque ambos se desean y han dado un paso en aclarar una pequeñísima parte de sus dudas siguen sin atreverse a cruzar la línea.

No cuando tienen tanto que contar...

Y saber.

-¿Hubiéramos disfrutado el viaje en el pasado?

-Lo dudo.- farfulla Bakugou – No habríamos salido apenas del hostal.

Midoriya sonríe avergonzado clavando la mirada en un punto indefinido de las turbias aguas.

-Gracias por la invitación.

Agradece el peliverde. También tiene que agradecérselo a Tsuyu y piensa en comprarle un bonito recuerdo tanto a ella como a su pareja, Tokoyami, cuya pulsera sigue decorando su muñeca.

-Gracias a ti por venir.

Bakugou le mira de reojo con la cabeza apoyada en las resbaladizas rocas. Tiene el cabello peinado hacia abajo, cayéndole gotas de agua por su bonito rostro. Midoriya traga saliva. Es tan erótico observarle... Lo sería incluso llevando su pijama de All Might.

-Quería cumplir con una de las muchas promesas que te hice y se quedaron en el olvido.- continúa observando el impoluto cielo nocturno – Siento llegar tarde.

Midoriya traga saliva sin éxito al tener el alma atorada en la garganta.

Va a decir algo cuando se da cuenta del sufrimiento en el rostro de Bakugou quien gime silencioso.

-¿Te encuentras bien?

-Es la rodilla.- sobresale de las ardientes aguas mostrando cada una de sus cicatrices más vivas que nunca.

-No es bueno que estés tanto tiempo aquí, vamos, salgamos.

-Lo que está defectuoso lo estará fuera o dentro del agua.- agarra su muñeca y posa con delicadeza la mano de Midoriya sobre su rodilla – Mucho mejor – cierra los ojos notado unos latidos. ¿Los de quién?

-No está defectuosa.

Replica molesto.

-¿Quieres comprobarlo por ti mismo?.- le pide tomando su mano. Salen al exterior, cubriéndose con toallas su cintura – Ven hacia mí y salta.

-¿Aquí?

Mira a su alrededor.

No hay nadie pero aún así le da vergüenza.

-Ven.

Le pide.

Ruega con la mirada destrozada.

Midoriya no tiene más opción.

No corre, sino que camina deprisa. Salta hacia Bakugou quien se inclina hacia abajo para tomarlo en brazos e impulsarlo hacia arriba en una de las muchas cogidas que hacían juntos mientras bailaban.

Pero esta vez el paso de baile no termina.

Ni siquiera empieza.

Bakugou gruñe de dolor.