6. Decepción

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Peter

Voy saliendo de la habitación de Alena después de tener una larga charla sobre nuestra fallida relación, por llamarlo de alguna manera. Ella tiene claro que me gusta, es una mujer hermosa y seductora, pero nada de eso me es suficiente, no puedo perdonarle lo que me hizo y mucho menos de la manera en que ocurrieron las cosas, para mí no hay nada más importante que la sinceridad y la confianza y ella rompió todo vínculo verdadero que existía entre nosotros al besarse con otro tipo a mis espaldas y aun siendo mi novia, jamás lo perdonaré. Los sentimientos que tenía por ella se fueron por el caño y la verdad es que pura tensión sexual no va a desestabilizarme.

Salgo y cierro la puerta tras de mí y nada más y nada menos me encuentro a Regina con la cara toda roja frente a su habitación. No entiendo su expresión al verme por un momento, hasta que mis ojos se posan detrás de ella y veo a Aiden con una expresión un tanto excitada. Paso mi vista desde ellos hasta mi camisa arrugada y puedo entender algunas cosas.

Interesante...

Observo como ella se tensa y le dice algo a su acompañante, lo cual parece disgustarlo un poco porque me dedica una mirada de pocos amigos y se aleja por el corredor.

— Regina ¿qué hacías? — no sé por qué le pregunto eso.

Ella me mira con una chispa de rabia adornando sus ojos.

— No es nada que te importe — responde y cruza el umbral de la puerta dejándome solo en el pasillo.

Esta chica...

Emprendo mi camino hacia la salida y al bajar las escaleras me encuentro a Aiden sentado en el último escalón. Sé perfectamente qué pasa, él cree que su noche se vio frustrada por mí. Puede que no esté del todo equivocado.

— Aiden  — llamo su atención.

— ¿Qué fue todo eso?

Este chico y yo nos conocemos lo suficiente, llevamos interactuando ya bastante tiempo y la verdad es que lo considero parte de mi círculo de amigos, se ha sabido ganar mi respeto y sobre todo valoro mucho que cuide de Regina tanto como yo.

— No sé de qué me hablas —le digo tranquilo

— ¿Ah no? Regina me gusta, mucho y lo sabes — me dice — creo que no es muy difícil de notar. Todo parece indicar que ella está por ti y no quiero pensar que intentas confundirla.

— No tengo ningún interés en ella, no más que la amistad que tenemos desde niños y mucho menos intento confundir a nadie. — Aclaro — Regina y yo solo somos buenos amigos y creo que lo tiene bastante claro.

— Bien, eso espero porque pienso avanzar con ella hasta donde sea posible y voy en serio.

Hasta cierto punto me da curiosidad este nuevo cambio de actitud de Aiden. Le palmeo el hombro en un gesto amistoso y noto que se tensa. Frunzo mi ceño en señal de seriedad, no me puedo creer que sea tan inmaduro.

— No sé qué diablos te pasa, pero si tu noche no funcionó no fue culpa mía — le paso por el lado buscando mi camioneta — ella sola decide lo que quiere y a quien quiere, no nos corresponde mandar en sus decisiones.

Y con eso subo a mi coche, arranco y me voy dejándolo solo.

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Regina

Una vez dentro de mi cuarto no sé si patear algo o jalarme los pelos como una loca.

¿Qué diablos fue eso?

Con ninguno de los dos: el peso de las decisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora