Regina
Después de esperar horas en la sala de espera y una larga charla en la comisaría, quedaron demostrados los abusos de mi padre y la acusación fue llevada a cabo con "éxito" aunque sé que no me servirá de mucho porque tiene todas las de ganar, él sabe de leyes, cosa que yo no. Voy con Peter a casa en su auto, voy en silencio, mirando por la ventanilla. La verdad es que me duele mucho la espalda y las costillas, el moretón ha empeorado, cada vez es más grande.
– Ahora te llevaré a tu casa y recogerás tus cosas – me dice Peter – te vienes conmigo a mi casa.
– ¿Qué? No puedo hacer eso, no.
– Sí que puedes, sabes perfectamente que mis padres me envían todo lo necesario desde la ciudad y no tengo ningún problema o impedimento en que vayas a vivir conmigo.
– No pienso vivir de tu caridad Peter – lo miro un tanto molesta – además no puedo vivir al lado de la casa de mi padre.
– No vas a vivir de mi caridad, buscaremos un trabajo que se acomode a nuestros horarios y lo haremos juntos – me dice – No te puedes quedar en esa casa, solo conseguiremos cuando mucho una orden de alejamiento, por el momento, lo cual no nos sirve de mucha ayuda.
– Pero de igual forma estaremos ahí, al lado de su casa – señalo con obviedad – no sería tan estúpido de violar la ley, pero ¿y si sí?
– Pues venderemos la casa y nos iremos a vivir al pueblo.
– Ay sí, claro – ironizo.
Suspiro cansada y no reprocho más.
– Por cierto, Aiden llamó anoche a tu celular – me informa – le dije que estabas indispuesta, consideré que era tu decisión hablar con él, o no, sobre el tema. Estabas dormida y no quise molestarte. Ya sabes.
Asiento y tomo mi celular de la mochila y le envío un mensaje a Aiden.
Yo: Perdón por no contestar. Te contaré lo que pasó ;)
Dejo el mensaje enviando y vuelvo a guardar el teléfono.
Llegamos a mi casa y sinceramente me da escalofríos entrar ahí. El recuerdo de la noche anterior atrapa mi mente y una lágrima involuntaria se desliza por mi mejilla. La aparto antes de que Peter la pueda ver. No quiero causar más lástima. Nunca he sido de las personas que intentan llamar la atención con sus problemas, por el contrario, mientras más pase desapercibida mejor, pero mi relación con Peter es especial, él me conoce de toda la vida y sé que no me juzga sin sentido y mucho menos siente lástima por mí, pero no quiero ser la débil en este momento. Saldré adelante y lo superaré, siempre lo hago.
Subo a por mis cosas y antes de salir del cuarto echo una mirada rápida por toda la habitación, los pocos recuerdos buenos que tengo allí, vienen a mi mente y se forma una sonrisa triste en mis labios, cierro la puerta detrás de mí y dejo atrapado todo lo malo, es hora de comenzar de nuevo. Bajo las escaleras y repaso toda la sala, mis ojos se detienen en la entrada a la cocina y ahí fue donde comenzó mi infierno, la primera vez que mi padre se salió de control y me golpeó siendo solo una niña de 10 años. Y justo ahí es donde todo acabó, o al menos eso quiero pensar.
Salgo de la casa y dejo las llaves debajo de la alfombrilla de la entrada y camino hacia la valla de salida. Doy un último vistazo atrás y me subo al coche de mi mejor amigo. Despidiéndome de mi casa, de toda mi vida, para empezar una nueva, una vida diferente.
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Finalmente, Peter se decidió por mi opción de que era mejor abandonar por completo el lugar, hasta irme del lado de mi antigua casa, por lo que, como dijo, puso en venta la vivienda y alquilamos un apartamento para dos en el pueblo por el momento. Yo ya no ponía objeciones, él era muy testarudo y lo entiendo en su punto de hacer lo que siempre hacía, cuidarme.
Reviso mi celular y noto que Aiden aún no contesta mi mensaje. Lo llamo y al dar todos los tonos la operadora pide que deje un mensaje de voz. Me doy por vencida colgando y entro al cual será mi nuevo hogar.
– Bueno Regina, discutimos por una habitación o ¿mejor lo dejamos a suerte con un juego?
Yo sonrío como una niña pequeña y esa es respuesta suficiente para él.
– Cara es el cuarto de la izquierda, el que tiene balcón... y cruz – hace una pequeña pausa – es el cuarto aburrido de la derecha. Tú lanzas la moneda. Tu destino está en tus manos – muestra una amplia sonrisa juguetona, perfecta y de dientes blancos.
Lanzo la moneda al aire y ruego porque me caiga el cuarto de la derecha, no quiero un balcón, son ruidosas las personas en las calles y no podría concentrarme para leer o estudiar. Solo juego por molestar a Peter.
Cuando miro la moneda para mi mala suerte me toca cara. Hago un puchero y Peter me sonríe maliciosamente, recordándome que fue mi elección jugar, pero termina dándome, luego de muchos quejidos, el cuarto de la derecha.
¡Sí! Festejo internamente.
Camino a mi nuevo dormitorio y acomodo todas mis cosas a mi gusto. La verdad es que soy muy ordenada, a veces. La vida con mi padre ha sido tan rigurosa, demasiado dura y he tenido que ser muy perfeccionista porque si algo no funcionaba correctamente ya sabemos que sucedía. Hasta cierto punto aprendí de mis errores, a la fuerza, pero aprendí.
Cuando termino con mis cosas reviso mi celular y nada, de Aiden ni las luces.
En la tarde salgo al pueblo a comprar algunas cosas y siento que esto no es necesario, perfectamente me puedo quedar en la residencia de la universidad, pero Peter en ocasiones es un pesado. Creo que ese corazón de hielo se está quebrando. En mi recorrido paso frente a un bar que pone en un aviso que necesitan una camarera, no es lo que sueño, pero es lo que hay, algo es mejor que nada, además me alcanza para pagar mi parte de la renta y pues para no morir de hambre. Estoy comenzando a sonar como un adulto poco funcional. Entré a por la bacante y salí con el folleto de admisión, llegamos a un acuerdo para mis horarios y todo salió de maravilla. Creo que ya estoy comenzando con el pie derecho.
Voy hacia el apartamento para terminar con mis deberes de la universidad. Quiero ser una buena psicóloga, así que debo esforzarme por mantener a flote mi carrera y para eso necesito mi beca, la cual exige un alto índice de rendimiento académico, porque sí, mis estudios los he conseguido por mí, por mis esfuerzos y con mis propios méritos. Tal vez ahora con una preocupación menos en mi día a día todo salga mejor.
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Con ninguno de los dos: el peso de las decisiones
Teen FictionLos seres humanos somos inconformes e indecisos. Por falta de valentía o conocimiento hacemos cosas que resultan no ser las necesitadas pero si las que deseamos. Regina vive una vida triste y compleja desde la muerte de su madre, condenada a vivir c...