Hace tres días que no sé nada de Aiden.
Le he enviado mensajes de texto, lo he llamado varias veces y nada. Ni siquiera en la universidad, ni en la cafetería o la biblioteca, tampoco en las clases que compartimos. Me he pasado estos días con Peter resolviendo los problemas del apartamento en el pueblo y no me he quedado ni una vez en la universidad debido a mi trabajo en el bar. Al principio Peter se opuso a que trabajara y mucho menos en un bar, pero como soy más testaruda que él en esto sí que no me dejé convencer.
Peter se encarga de llevarme y traerme. No nos resulta tan complicado porque escogimos un apartamento cerca del campus, para nuestra comodidad, precisamente para mantener el acceso y obviamente para estar alejada de mi padre.
Por estos días tampoco he sabido de él. No acostumbrábamos a hablar nunca, pero es muy raro saber que no voy a volver a la casa y que estoy viviendo con un chico que no es mi pariente, aunque n hace falta que corra la misma sangre por nuestras venas, él me ha demostrado que hay lazos más fuertes, que nadie puede romper. Dormimos en cuartos separados, pero aun así es raro vivir con él. Peter se ha comportado muy bien conmigo, como siempre. Él siempre está para mí y en las noches cuando no puedo dormir está conmigo consolándome hasta que me logro quedar dormida.
En estos días nuestra relación de amistad se ha fortalecido. Me he dado cuenta de que verdaderamente él ha sido el único hombre bueno que he conocido, que me ha tratado bien. Eso me ayudó a entender que tal vez eso ha sido lo que me ha hecho creer que me enamoré de él, que tal vez me he confundido y solo le tengo un cariño inigualable que nadie va a poder superar ni reemplazar. O al menos eso creo.
Me preocupa no saber nada de Aiden. No tengo ni idea de lo que pasó, no sé por qué me dejó de hablar de repente, estoy muy consternada y entre tantos problemas ya no me alcanza la cabeza para pensar en nada, pero eso no se va a quedar así porque yo Regina Hoffman no me quedo con las dudas, no pienso no obtener una explicación.
En este momento estoy regresando de la universidad con Peter en su coche. Ya casi hemos llegado al apartamento.
— ¿Qué te parece si vamos a por algo de tomar? — mi amigo rompe el silencio.
— Me parece bien. Daría lo que fuera por un Frappuccino — lo miro y sonrío.
— Pues a por un Frapuccino para la señorita.
Y así emprendemos el rumbo hacia la cafetería más cercana. Al llegar, en lo que Peter aparca el auto yo voy a coger una mesa y hacer nuestro pedido. Entrando a la cafetería me encuentro con el chico que ha estado en mi cabeza y en mi móvil durante todos estos días.
Aiden.
Me acerco a él y puedo notar tensión al estar a su lado
— Hola — saludo animada, tratando de romper el hielo.
— Hola — responde seco.
Auch... eso dolió.
— ¿Podemos hablar? — pregunto.
— Ahora estoy ocupado — recoge su pedido y se marcha.
Lo sigo por el establecimiento y cuando sale lo llamo:
— ¡Aiden! — doy grandes zancadas hacia él hasta que lo alcanzo y lo tomo del brazo — ¿Se puede saber qué demonios te sucede?
— No me pasa nada, Regina — la mención de mi nombre completo dice lo contrario y me duele porque él no me llama por mi nombre completo.
— ¿Ah no? ¿Y qué explicación tienes para mí? Hace tres días — hago una pausa enseñándole tres dedos — tres putos días que no te veo ni sé absolutamente nada de ti, me he cansado de mandarte mensajes y llamarte. Ni siquiera te he visto en la universidad. No has sido capaz de responder uno solo de mis mensajes. ¿Qué pasa contigo?
— ¿Qué pasa conmigo? — pregunta molesto — ¿Qué pasa contigo? Esa es la verdadera pregunta que hay que hacer aquí. Sé que tu relación con Peter es muy especial y todas esas tonterías — hace una pausa y toma aire dejándolo salir en una gran exhalación — Sé que me he metido en una gran mierda al intentar conquistar un corazón que ya tiene dueño, pero no puedo con esto, me supera. Duermes con él, la noche que te llamé estabas con él, con Peter.
Ahora entiendo todo. Recuerdo al día siguiente del incidente con mi padre que Peter me contó que Aiden me había llamado en la noche, pero no me quiso despertar porque se dio cuenta que estaba demasiado agotada física y mentalmente. Le mandé un mensaje, pero no le di demasiada importancia al hecho de que Peter fue quién respondió, no estaba pasando por un buen momento, mi cabeza no podía ocuparse en eso.
— Escúchame — le digo — sé que me llamaste y que Peter te contestó el teléfono, pero—
— Pero nada, Regina, no hay una justificación para eso.
— Es que, sí la hay, si me dejaras explicarte — digo, pero nuevamente soy interrumpida.
— Puedo esperar por ti tratar de soportar verte con él porque son amigos. Pero lo que no me cabe en la cabeza es que pasaste conmigo la otra noche, me pediste que me quedara contigo y cuando te llamo al día siguiente casi a la madrugada estabas con él y hasta me contestó tu teléfono, para restregármelo en la cara. Entonces ¿Cuándo vas a tu casa duermes con él? ¿En la universidad conmigo? ¿En tu casa pasas la noche con él? ¿Qué clase de jueguito es este?
La impotencia me carcome por dentro y no lo pienso antes de levantar mi mano y con toda mi fuerza le propio una bofetada. Yo misma me sorprendo cuando lo veo sosteniendo su mejilla y caigo en cuenta de un pequeño hilito de sangre que sale de la comisura de sus labios. Llevo mi mano hasta mi boca en sorpresa. Nunca le he pegado a nadie. Yo no soy así.
<<Sí, eres así.>>
No, no soy como él. Los recuerdos de mi padre pegándome vienen a mí y me paralizo por completo.
¿Qué he hecho?
...
Peter
Termino por estacionar el coche y camino hasta la cafetería. Espero que ya Regina haya hecho nuestro pedido, muero de hambre.
Acercándome a la entrada veo a Aiden salir apresurado del local y detrás de él una furiosa Regina. Me mantengo alejado de ellos, observando con cautela. No quiero interferir en su relación más de lo que lo he hecho. Dije que la dejaría ser feliz. Aunque en este momento no parece nada contenta. Presto atención a todos sus movimientos, mi lado sobreprotector se ha intensificado después de lo ocurrido el fin de semana. De un momento a otro veo como Regina le da una fuerte bofetada a Aiden. Me sorprende muchísimo ver esa reacción de su parte. Noto que él se tensa y decido acercarme. Cuando estoy junto a ellos me doy cuenta del estado de Regina, está completamente en shock. Se pone las manos sobre la cabeza y comienza a llorar desconsoladamente. Sus ojos perdidos en la nada. La veo desfallecer y me apresuro a sostenerla antes de que pueda caer.
— Lo que me faltaba — escucho como bufa el pelinegro.
— Cállate — espeto — ¿Qué fue lo que pasó?
Pasa a mirar a Regina por un momento y la preocupación surca su rostro al notar su estado.
— No lo sé. Estábamos discutiendo y ella enfureció.
La tomo en brazos y la llevo hasta mi coche. Aiden viene a paso apresurado tras de mí.
— ¿Me puedes decir qué es lo que está pasando? — dice a mis espaldas.
Coloco a Regina en el asiento del copiloto, está hecha un mar de lágrimas. Creo que su reacción ante lo que sea que haya dicho Aiden le afectó. De seguro recordó alguna agresión de parte de su padre. Nunca la he visto de esa manera, ella siempre ha sido muy tranquila. Creo que nunca ha agredido a nadie.
— ¿Me vas a responder o no? — la voz de Aiden me saca de ms casillas ¿Por qué no se calla?
— No me corresponde hablar sobre nada de esto contigo. Será su decisión — hago una pausa y respiro para decir lo siguiente sin que se note mi molestia — ella te quiere, llámala, se ha preocupado mucho por ti.
Le doy la espalda y rodeo el auto para subirme en el asiento del conductor. Observo como ella le dedica una mirada cargada de tristeza al chico parado junto a su ventanilla y arranco. Me rompe el corazón verla sufrir. Solo espero que pueda resistir y salir de todo esto.

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Con ninguno de los dos: el peso de las decisiones
Teen FictionLos seres humanos somos inconformes e indecisos. Por falta de valentía o conocimiento hacemos cosas que resultan no ser las necesitadas pero si las que deseamos. Regina vive una vida triste y compleja desde la muerte de su madre, condenada a vivir c...