Peter
Estamos abrazados sobre su cama. Nuestras respiraciones ya vuelven a la normalidad y ella traza figuras tribales sobre uno de mis hombros hasta mi pecho. Está completamente distraída. Yo mientras tanto acaricio su cabello que tanto me gusta. Es muy suave y sedoso.- Peter- levanta su cabeza de mi pecho para mirarme apoyando su mentón sobre sus manos.
- Hmm...
- ¿Qué pasará con nosotros?
Continúo acariciando su cabello y mantengo mis ojos cerrados disfrutando su cercanía. Le doy un beso en la frente y otro en su nariz.
- Lo que tenga que pasar - le digo tranquilo- yo estoy dispuesto a todo contigo. No quiero seguir perdiendo el tiempo, ya bastante he desperdiciado estos años tratando de convencerme de que no eran buenos para ti mis sentimientos - suspiro y la miro a los ojos- te quiero de verdad, no solo lo dije para llevarte a la cama- bromeo
Ella me paga en el hombro juguetonamente y yo sonrío. Creo que volvemos a ser como antes. Eso alumbra mi mente
- Regina, ten claro que pase lo que pase entre nosotros siempre voy a estar aquí para ti - la miro- antes que todo somos amigos ¿lo sabes no?
- Estoy segura - me dice y el alivio me recorre todo el cuerpo.
No puedo pensar tan siquiera en perderla. Me ha costado tanto dejar mis miedos a un lado para tenerla que quiero cuidarla aún más ahora, quiero protegerla para que siempre esté a mi lado. No importa las circunstancias siempre lo prometimos. Yo para ella y ella para mí.
Se incorpora lentamente y lleva su atención hasta el desayuno. Se acerca hasta la mesita y toma unas rodajas de pan, me pasa una a mí y ella le da un mordisco encantada a la suya.
- Tenemos que pasar por la farmacia - le digo - luego iremos a un sitio.
- Por la farmacia no te preocupes. Me he encargado desde aquel día de ponerme la vacuna anticonceptiva. No queremos problemas y pues no pienso estar con otro- bromea y yo me hago el serio
- Más le vale señorita.
Ella me dedica una sonrisa infantil y continuamos comiendo. Se me da muy bien esto de cocinero ahora que lo pienso.
La forma más rápida de llegar a una mujer es por su estómago. No era así el dicho pero bueno, lo acomodo.
Recojo todo y salgo de su habitación para dejarlo todo limpio. Lo menos que quiero es cargarla de tareas porque sé que está ocupada con la universidad y no quiero que pase malos ratos como en su antigua casa.
Hago unas llamadas necesarias y voy a darme una nueva ducha para eliminar los dejos de calentura qué pasan por mi cuerpo.
Me visto y la espero sentado en el sofá.
Cuando sale de su habitación me sorprendo. Siempre me asombra lo hermosa que va. Lleva puesto un vestido floreado que se le ajusta en las partes adecuadas y lleva el cabello ligeramente recogido. Se le ve muy hermoso. Sobre sus labios lleva pisto un gloss rojo y no hay exceso de maquillaje. Al natural es hermosa.
Salimos rumbo al ascensor y bajamos. Le doy un corto beso en los labios y ella sonríe al verme manchado de su labial. Me limpio cuidadosamente y la tomo de la mano para dirigirnos hasta el estacionamiento. Subimos a mi coche y emprendemos viaje hasta ese lugar tan especial que es solo nuestro.
....
Manejo por toda la carretera que une al pueblo con la gran ciudad y pongo la radio. Regina se encarga de buscar una canción que nos gusta a ambos y le doy una mirada rápida dedicándole una sonrisa. Está hermosa como siempre.
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Con ninguno de los dos: el peso de las decisiones
Teen FictionLos seres humanos somos inconformes e indecisos. Por falta de valentía o conocimiento hacemos cosas que resultan no ser las necesitadas pero si las que deseamos. Regina vive una vida triste y compleja desde la muerte de su madre, condenada a vivir c...