Con ninguno de los dos: el peso de las decisiones

26. Difícil decisión

Regina

A la mañana siguiente me despierto y me quedo recostada entre las sábanas, pensando. Recuerdo todo lo sucedido la noche anterior y sigo pensando que lo mejor sería que tomara un tiempo espacio de Peter y de Aiden. Me siento un poco culpable por haberle pedido a Peter que se quedara a dormir, siento que tal vez le di esperanzas a algo que no podía ser, pero necesitaba sentirme acompañada, tenía miedo de que todo volviera a mi cabeza de repente y me consumieran mis demonios.

La primera vez que dormí con Aiden, le pedí yo misma que se quedara, necesitaba apoyo. Estaba ida y su compañía me reconfortaba a tal punto que le pedí que se quedara junto a mí. Él no lo sabe, pero esa noche mi mente estaba tan agotada. Lo necesitaba junto a mí. Él no tiene ni idea de lo bien que me hace.

Eso mismo fue lo que pasó con Peter, no esta vez, en varias ocasiones y siento que dependo demasiado de él.

Me pongo de pie y entro al baño, observo sus pantalones de pijama en mi lavamanos y una sonrisa se forma en mis labios, una sonrisa triste. Me doy una ducha rápida y salgo directamente a vestirme. No he olvidado lo que le dije en la noche y con todo el dolor de mi alma lo voy a cumplir. Necesito espacio.

Me coloco un vestido veraniego de flores rojas y recojo mi cabello en un moño alto. Saco mi maleta y comienzo a empacar la mayoría de mis cosas, todo lo que necesito para estar un tiempo en la residencia, se me dificultará el trabajo en el bar, pero ya veré como hago.

Después de un rato tengo todo recogido y me siento a observar lo que estoy haciendo y me convenzo de que es lo mejor para mí.

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Peter

Al despertar en la mañana me levanté con cuidado de no despertar a Regina, que dormía plácidamente, como un bebé. Me levanté con sumo cuidado ya que aún era muy temprano. Cómo es sábado decido dejarla descansar. La noche anterior fue un tanto agitada y aún me sorprende el hecho de que me haya pedido que me quedara con ella. Normalmente en ese tipo de situaciones ella prefiere quedarse sola.

Tal vez ya no necesita estar sola, necesita estar acompañada para sentirse segura. Es asombrosamente fuerte, pero tiene tantos pedazos rotos que necesita sentirse débil en algún momento. Y está bien, todos necesitamos ser débiles en algunas ocasiones. Somos seres humanos y sentimos en potencia. De eso está hecha nuestra humanidad.

Voy a la cocina a prepararle algo para desayunar. Luego me doy una ducha fría y viene a mi mente el momento en el que decidí ir en contra de todo lo que sé sobre Regina y me atreví a invadir su privacidad. La imagen de ella desnuda bajo la ducha me taladra la cabeza. Cuando me miró pude ver en sus ojos lo sumida que estaba en sí misma. Tenía la mirada perdida, totalmente oscura y eso me asustó.

Recuerdo también cunado la llamé por décima vez para saber con quién y dónde estaba. En verdad entiendo que me pasé muchísimo y peor fue cuando le pegué a Aiden. Ni hablar de la mirada de terror que vi en ella cuando la llevaba a rastras hasta mi coche. Soy un imbécil monumental. No sé lo que me pasó, sentí tanta rabia mezclada con los celos que mi vista se nubló y veía rojo. Yo quiero que ella sea feliz, pero con él no lo será jamás. Ella no tiene idea ni la mitad de las cosas que pasan con él. Tal vez soy un hipócrita, pero él no es mejor que yo.

Peino mi cabello hacia atrás con la mano y disfruto un poco más mi baño. Salgo envuelto en la toalla y me coloco unos pantaloncillos cortos quedándome sin camisa y salgo nuevamente en busca del desayuno, que al estar intacto me indica que Regina aún no se ha levantado.