Regina
Hoy es el último día de esta semana en la universidad. Hoy salimos para tomar el descanso de fin de semana. Este para mí es el día más pesado de toda la semana, más clases, más deberes, apuro para todo y no olvidar el regreso a casa.
Al terminar las clases camino hacia los dormitorios a paso lento, trato de aplazar lo más que pueda el regreso a mi "hogar" que ni siquiera se le puede llamar así, es posible que el término casa, le quede grande, es un infierno.
Llego a mi cuarto y me dedico a recoger con paciencia mis cosas, tomo solo lo que necesitaré este fin de semana para hacer mis deberes y la ropa que debo lavar. Guardo todo en mi maleta y el celular en la mochila, la laptop y los audífonos junto con los cargadores. Doy una última mirada por el piso para cerciorarme de que no se me quede nada importante y salgo cerrando con llave la puerta, Sasha ya se fue. Nadie suele entrar a este edificio cuando se van los estudiantes, solamente entran y salen los becados que son de pueblos cercanos y no van a sus casas, solo un día a la semana.
Ya quisiera yo poder hacer eso.
Es increíble cómo podemos odiar tanto y desear no volver a un lugar en el que alguna vez fuimos felices pero que poco a poco se convirtió en una tortura. Eso es mi casa para mí, un lugar lleno de bonitos recuerdos borrosos y muchos momentos de dolor, mi eterna tortura.
Cuando salgo de la residencia me encuentro con mi mejor amigo esperándome al lado de su coche como habíamos quedado. Se ve muy guapo ahí parado de brazos cruzados y con una pierna medio flexionada por encima de la otra. Parece sacado de un libro. Viste una camisa suelta remangada hasta los codos y un pantaloncillo sobre las rodillas que le queda genial, parece un modelo de Dior, justo acabado de salir de la revista.
<<Regina, esos ojos alegres>>me regaño mentalmente.
Camino, acercándome y lo saludo con un beso en la mejilla, él me sonríe.
— Hola, Peter.
Me jala hacia él y me besa en la frente, últimamente se le está haciendo costumbre ese gesto. No me desagrada, en lo absoluto, por el contrario, me transmite seguridad, por eso lo hace.
— Hola — me pellizca un cachete y se aparta para tomar mi maleta y guardarla en el maletero.
Mientras, subo en el asiento del copiloto y coloco mi cinturón de seguridad. Tras unos minutos Peter regresa y se sube a mi lado y me mira con un poco de preocupación. Me conoce demasiado bien... logro formar una sonrisa que surge como una mueca extraña y le indico que avance.
— No te preocupes — le tranquilizo — estaré bien — al menos eso espero...
— ¿Estás segura? Podemos ir a otro lado si gustas.
— Tranquilo, estoy segura — esta vez sí sonrío convincente — no quiero empeorar las cosas, sabes que evitarlo sería peor. Además no puedo escapar de mi vida así como así.
— Entiendo — se limita a responder y me alegro de que no siga con el tema.
Se hace un silencio para nada incómodo, pero si se siente pesado, al menos para mí. El camino a casa es un poco largo, vivo a la salida del pueblo, técnicamente.
— Regina — llama mi atención y lo miro para que continúe — sigo pensando que deberías ir a mi casa, al menos por hoy, puedes cenar allá y luego ir para tu casa si así lo deseas.
— Será mejor que llegue directamente a casa — hago una pausa, tomando una respiración profunda — de seguro me espera un desorden de días, que debo organizar si no quiero problemas — digo desviando mi vista hacia la ventanilla — además, no puedo retrasar lo inevitable. Papá te tiene como una persona de confianza y no quiero que te conviertas en un inconveniente para él. No sería bueno para mí — le digo sinceramente.

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Con ninguno de los dos: el peso de las decisiones
Teen FictionLos seres humanos somos inconformes e indecisos. Por falta de valentía o conocimiento hacemos cosas que resultan no ser las necesitadas pero si las que deseamos. Regina vive una vida triste y compleja desde la muerte de su madre, condenada a vivir c...