22. Conocidos

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Regina

Después de pasar por la farmacia damos una vuelta por el pueblo y decidimos probar una nueva heladería que abrieron la semana anterior. Yo estaba deseosa de ir a probar el helado de chocolate más famoso del pueblo en estos momentos.

El lugar tiene muy buena pinta.

    – Mañana quiero que vayamos a un sitio – comenta Peter a mi lado.

     – Vale. – lo miro intrigada - ¿A qué sitio?

     – Es una sorpresa, no lo arruines.

Sonrío. Esto es algo fuera de lo común. De hecho me siento súper rara, como si me hubiera salido un tercer ojo o algo así. No es como yo esperaba que ocurriese una relación entre nosotros. No somos novios ni nada, pero es demasiado evidente que es más que una amistad y esta vez no solo de mi parte.

Caminamos juntos hasta el mostrador de la heladería y hacemos nuestro pedido. Al parecer no soy la única con ganas de una buena chocolatada. Pedimos unos refrescos mientras esperamos y otros para llevar. Nos sentamos en una de las mesas al aire libre para esperar los helados.

     – Es un bonito lugar -  comento.

    – Es el negocio del hijo de uno amigo de mi padre, de la infancia. – dice Peter.

     – Venir de una clase social alta te permite ser empresario desde muy joven – bromeo.

     – Hay muchas cosas que se te facilitan al ser hijo de alguien importante o con influencias, pero no todo es lo que parece – hace una pequeña pausa al notar que se acercan con nuestros helados, le sonrío a modo de agradecimiento a la muchacha y vuelvo mi atención hacia mi acompañante – yo, por ejemplo, tengo una buena relación con mis padres, solo que a veces siento que tienen una vida planeada para mí que no es la que deseo – suspira – yo solo aspiro a ser libre y estar por mi cuenta como quiera, pero bueno ya eso lo sabes.

     – Sí, claro.

Continuamos tomando nuestros helados en silencio y paso mi vista por todo el lugar.

Siempre he sido una persona muy observadora. Me gusta detallar todo lo que me rodea y mantener recuerdos de absolutamente todo. Tal vez por eso escogí la carrera de psicología, porque me gusta detallar y analizar las situaciones y a las personas.

Una notificación en mi teléfono me distrae.

     Aiden: ¿Hacemos algo hoy?

No sé qué responder, eso me toma por sorpresa. Después de nuestra conversación pensé que íbamos a tomar distancia por un tiempo, para procesarlo bien todo, es lo que necesito, pero al parecer Aiden no se preocupa por esas cosas. De hecho siempre ha sido así, no le da demasiada importancia a nada, mucho menos a lo que lo haga sentir mal, pero desde mi punto de vista, creo que solo se oculta tras una gran sonrisa y una envidiable personalidad para no afrontar los problemas ni mostrar lo que le preocupa. Evasión. Incluso pensé que verme hoy con Peter iba a alejarlo.

Me mordisqueo las uñas sin saber muy bien qué hacer. Está mal que lo vea, pero también que sea grosera o distante.

    Yo: Hoy tengo trabajo. Lo siento.  

Vuelvo mi vista al frente, dejando el celular y me encuentro un Peter curioso observándome con cierta diversión.

           – ¿Qué? – pregunto un poco incómoda.

     – Que puedo notar que te has puesto tensa de un momento a otro.

Instintivamente me llevo las manos a la frente. Peter estalla en una fuerte carcajada y me contagia, las risas de ambos son ruidosas. Paro por aire porque de tanto reír ya hasta se me salió una lagrimita.

Con ninguno de los dos: el peso de las decisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora