𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑿𝑽𝑰

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Aviso: Capitulo sin editar, así que puede que allá algún que otro fallo, cuando tenga un poco de tiempo lo corrijo

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Aviso: Capitulo sin editar, así que puede que allá algún que otro fallo, cuando tenga un poco de tiempo lo corrijo. Graciass. 


Volvió a enhebrar la aguja, esta vez con un hilo de color negro. Le gustaba como estaba quedando el bordado, era un dibujo complicado y aunque todavía le estaba cogiendo la práctica, había encontrado cierta calma en el arte de bordar. Pero ese día se le estaba haciendo más difícil de lo normal centrarse.

Era tarde, afuera ya había anochecido y el clima caluroso de verano hacía tiempo que había abandonado las tierras canadienses. Las noches eran ahora frías, oscuras, no era un buen lugar para estar. Y aún así, Bash seguía todavía fuera.

Soltando un suspiro volvió a clavar la aguja en la tela, traspasándola y volviéndola a sacar. Había algo ridículamente rítmico en el proceso de coser, Emma había pasado horas enseñándole las distintas técnicas, puntadas, todo lo que debía saber para poder crear sus propios decorados a partir de un poco de tela e hilo. Se llevó la mano al vientre, esperando a que el malestar que sentía en el pecho se le fuera.

Hacía ya mes y medio que no le había venido el periodo, y aunque le emocionaba la idea de tener un hijo, lo ideal no era en esa situación. No ahora, cuando esa vida tan idílica que habían construido comenzaba a desmoronarse.

Si ella estaba nerviosa, Gilbert lo estaba por cinco. Se paseaba de una lado al otro del salón, mordiéndose la uña del dedo anular y mirando cada dos por tres el reloj, luego la puerta, y otra vez el reloj, y ya estaba empezando a ponerla del hígado. Aunque, para ser justos, Gilbert había intentado sentarse en el sillón y leer un rato (por petición de Mary) no había sido capaz de estar quieto más de dos minutos.

Y cómo domar al león es como intentar atrapar el aire, Mary le dejo pasearse libre, haber si así liberaba un poco de tensión.

Intento mantener un semblante serió en todo momento, sin perder de vista su bordado, ni los estribos. Pero el tiempo era cruel, la noche no hacía más que oscurecer y todavía no tenían noticia alguna.

Con cuidado bebió un poco de agua.

No al menos hasta dos horas después, cuando Bash llegó a casa con la ropa húmeda y pequeñas gotas de rocío atrapadas entre los rizos de su pelo y barba. Su semblante era serio, ninguna expresión facial que delatase lo dieran a saber el más mínimo detalle. Tanto Gilbert como Mary lo miraron expectantes, y la presión en su pecho no hacía más que intensificar.

Un segundo, dos, medio minutos, tres minutos.

Fue entonces cuando Bash levantó la vista del suelo, su cara quizás no decía nada, pero bastaba con verle a los ojos para obtener todas las respuestas. No sintió como se le resbalaba el vaso de las manos, no noto como caía al suelo. Solo escucho el golpe seco contra el suelo y el cristal rompiéndose.

Lo siguiente que escuchó fueron los llantos de Gilbert mientras se dejaba caer de rodillas al suelo, sujetándose el pecho con fuerza como si le hubieran arrancado algo de golpe.

𝑻𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊ó 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 [𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆 𝒙 𝑶𝑪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora