𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑰𝑰𝑰

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ADVERTENCIA: Consumo de alcohol

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ADVERTENCIA: Consumo de alcohol.

El baile sin duda fue toda una sorpresa. Aquello era de todo menos ordinario.

Al principio se sintió sobrepasado por todo, la gente, las decoraciones, la música... pero terminó acostumbrándose. 

De hecho lo disfruto con creces.

Hablar con aquella gente tan lejos de todo lo que en general la sociedad imponía era como un soplo de aire fresco. Nadie se preocupaba por sus modales, por cómo se sentaba o con qué cubierto comía (cosa que había supuesto que pasaría teniendo en cuenta el sobrenombre de las personas que le rodeaban). Valoraban lo que decía, lo que expresaba, y Gilbert eso lo agradecia con creces.

La cena dio comienzo, y todos los presentes se juntaron en una sala llena de mesas a rebosar de comida. Había desde embutidos, carnes y pescados hasta sopas, menestras y cremas. Pero lo que a Gilbert más le llamó la atención fue la mesa de postres, había desde dulces de crema hasta bombones rellenos de frutos secos. Y ahí estaba, como si fuese una joya, una espléndida tarta de queso con mermelada de frambuesa encima.

Los recuerdos del barco no tardaron en atacar, la brisa, el mar, las caricias y los besos.

Lo echaba de menos.

Se giró queriendo buscar aquella melena marrón, un lazo verde, unos ojos caramelos que le devolvieron la mirada intensamente. Ahí estaba ella, sonriéndole, las mejillas rojas y la respiración entrecortada, en la otra punta de la habitación.

Emma rompió el contacto visual y miró hacia un lado, sus facciones se tensaron, rápidamente volvió a mirarlo y le guiño un ojo, antes de salir corriendo por la puerta.

Gilbert se quedó varios segundos petrificado, la vista perdida donde segundos antes había estado Emma.

Miro alrededor, aún confundido, con la sorpresa de que la tía Josephine también miraba aquel punto exacto. Se acercó al muchacho y apoyó su mano en el hombro.

— ¿Has probado ya la sopa de jengibre? — Y así sin más le condujo hasta otra mesa, el agarre aún fuerte en su hombro.

Gilbert trago en seco y se sirvió un cazo.

Hacía mucho que había perdido a sus amigos de vista. Anne se había ido a preparar un discurso sobre Gertrude o algo así, Cole había sido prácticamente secuestrado y adornado con collares como si fuese un árbol de navidad, y Diana simplemente había desaparecido.

La música dio comienzo y todo a su alrededor empezó a dar vueltas, quizás así se le haría más fácil encontrarla, pero solo lo dificulto aún más.

Los recuerdos volvieron a embriagar su mente, la música acompañaba sus pasos, los de los demás. La gente bailaba en círculos, reían y bebían, y aquel lazo volvió a perderse.

𝑻𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊ó 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 [𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆 𝒙 𝑶𝑪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora