𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑰

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— ¿Un baile? — Gilbert alzó la ceja confundido

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— ¿Un baile? — Gilbert alzó la ceja confundido.

Vale, eso era lo último que Gilbert se había imaginado que le diría.

Quizás era por la situación o incluso el ambiente. Pero la poca luz que las velas emanaba convertía aquella habitación en el escenario perfecto de un beso romántico.

Se había venido arriba cuando notó a Emma tan nerviosa, más teniendo en cuenta que casi nunca lo estaba, y el poder observar tan de cerca hizo que aquel recuerdo de sus labios unidos emanase a flote una vez más.

Sentía como en sus tripas se liberaba un enjambre de mariposas, y sus labios color melocotón nunca le habían atraído tanto.

Por primera vez desde aquella noche, no quiso esconder las muchas ganas que tenía de besarla, de sentirla entre sus brazos.

Pero, ¿un baile?

Gilbert se esperaba una proposición, un secreto guardado en lo más hondo de ella, quizás incluso una confesión de que realmente se acordaba lo vivido entre botellas de vino y restos de dulces.

— Si, veras, — Emma se levantó de la cama, quizás Gilbert no tendría que desear tanto que volviese a tumbarse a su lado —, la tía de Diana va a dar una fiesta y nos ha invitado.

La chica seguía dando vueltas por la habitación, roja hasta más no poder. Y aunque ella se estuviera muriendo de vergüenza, a Gilbert le parecía tierno, observar cómo se mordía la uña y miraba a la nada, casi se podían percibir los engranajes de su cerebro funcionar.

— Emma, tu odias las fiestas.

Emma, cansada se dejó caer otra vez en la cama, pero no se tumbó, y Gilbert no vio más remedio que levantarse para verle la cara.

— Lo se.

— Y aún más los bailes, lo de estar pegados, que te pisen los pies y el vestirse con un vestido que apenas te deje respirar.

— No necesito que me enumeres todo lo que no me gusta.

Miraba al suelo, y eso a Gilbert le pareció muy injusto.

Él quería que su mirada estuviese clavada en la de él, que le mirase como él lo hacía.

— Y quieres que yo vaya contigo a uno.

Todo lo que decía eran afirmaciones, no estaba preguntando, él quería ir y ya sabía la respuesta, pero quería escucharla decirlo.

— Si.

— ¿Perdona? Es que no te he oído.

Emma le dedicó una mirada mortífera, aunque eso solo hizo que Gilbert sonriera con triunfo. Había alzado la vista, y ahora solo él tenía su atención.

Prácticamente se había colocado entre las piernas de la chica, ella sentada en el borde de la cama y el levantado, delante suyo.

— Que si, que quiero que vengas a un baile conmigo.

𝑻𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊ó 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 [𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆 𝒙 𝑶𝑪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora