𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑽𝑰𝑰

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— Hey, — Emma llamó la atención de la pelirroja, acurrucada en la orilla del estanque —, siento lo que te ha dicho el profesor Phillips, no tenía derecho alguno

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— Hey, — Emma llamó la atención de la pelirroja, acurrucada en la orilla del estanque —, siento lo que te ha dicho el profesor Phillips, no tenía derecho alguno.

Era el receso, lo que significaba que podían salir a tomar aire y descansar la mente. Era raro, los tutores que Emma tuvo de pequeña nunca la dejaban descansar, y de cierta manera agradeció este nuevo cambio.

Hablo un poco más con Ruby y ¿Tilli, quizás? todavía no dominaba muy bien quien era quien. Ellas se quedaron dentro un poco más, pero Emma, deseosa de respirar aire fresco, salió antes.

No tardó mucho en ver a Anne, acurrucada en la orilla observando el agua estar. El profesor Philip, un don nadie con un bigote muy poco favorecedor le había dedicado unas palabras un tanto, por no decir muy, fuertes. La había humillado llamándola chico por su corte de pelo delante de toda el aula.

Y Emma era incapaz de saber cómo se sentía Anne después del incidente, apartada de todos.

— No es tu culpa. — Le respondió aun sin apartar la vista del agua.

— Aun así, no tiene derecho alguno a hablarte de esa manera. — Repitió, sin apartar la vista de ella. Anne se encogió de hombros en respuesta. — ¿Puedo sentarme a tu lado?

— Claro.

Emma con cuidado se sentó a su lado, notando las piedras de la tierra clavarse en su carne. Que mal sitio había escogido.

— ¿Siempre es así? — Preguntó después de un largo silencio.

— Si, la mayoría de las veces al menos.

— Ya... de donde vengo yo ya lo habrían colgado de un tejado para que los cuervos se alimentasen de sus ojos y vísceras.

— Espera ¿que? — Anne la miró con los ojos desorbitados, y Emma no pudo hacer más que reír. — Ahh, ya entiendo, era una broma.

— Claro que era una broma, por favor, ¿te imaginas que fuese de verdad? — Emma volvió a reírse, pero Anne solo la miró confundida. — Oh vamos, no me digas que en Avonlea las amigas no bromean entre sí.

— Bueno si, — Anne sonrió —, pero no sobre las vísceras y ojos de un profesor siendo devoradas por cuervos.

— Se llama humor negro, y creo que te gustaría. — Le guiño un ojo mientras ambas se reían.

— Si, supongo que sí.

— ¿Entonces, somos amigas? — Emma la miró, nunca había preguntado a nadie si era su amiga o no, y le hacía sentir rara, fuera de lugar.

— Solo si me prometes que no va a haber más chistes sobre cuervos y ojos. — Anne le ofreció su mano.

— No te puedo prometer nada.

— Me basta.

Ambas unieron sus manos en un saludo formal, como si acabasen de cerrar un trato y luego comenzaron a reír otra vez.

𝑻𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊ó 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 [𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆 𝒙 𝑶𝑪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora