𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑿𝑿𝑿𝑰

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NOTAS: Mención de sexo/ actividad sexual

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NOTAS: Mención de sexo/ actividad sexual. No es especifico, solo se deja entender. Por favor leer las notas del final.

Emma bajó las escaleras con los pies descalzos. Por que si, eso era algo que podía hacer ahora, caminar con los pies en contacto con la fría madera; sin preocuparse de pisar cristales rotos, heces de animales o lo que quiera que hubiese en el suelo del barco.

Cuando llegó a Avonlea tampoco tuvo la oportunidad, al menos si no quería que se le congelara hasta el alma o terminar con una hipotermia.

Entró en la cocina, todavía medio despierta y dando algún que otro paso torpe. Gilbert se encontraba apoyado contra la encimera, con una taza de porcelana con café entre las manos. El aroma inundaba la estancia haciendo que el sueño de Emma se esfumase en menos de un segundo.

El café era un producto muy caro y limitado, sobre todo en Avonlea. Teniendo en cuenta que el grano de café no se podía producir en las enormes praderas de Canadá, sobre todo por culpa del tiempo, tenía que ser exportado si o si. Y eso hacía que su precio subiese por las nubes.

Sobre todo en invierno.

— ¿Café? — Le preguntó Gilbert mientras Emma tomaba asiento en una de las sillas.

— Por favor. — Y se hizo con una de las galletas que reposaban en medio de la mesa. — ¿A qué se debe la ocasión especial?

No eran pobres, estaban lejos de serlo. Pero tampoco eran ricos, el café se tomaba en ocasiones muy específicas, con significados muy específicos. A Bash le ayudaba a no olvidar sus raíces, a no alejarse demasiado de su hogar.

Como él decía: "a mantener los pies en la nieve, y el corazón en el sol".

— Creo que nos lo merecemos. — Sonrió Gilbert, dándole un tierno beso en la frente y dejando la taza delante suyo.

Algo que había descubierto hace relativamente poco es que Gilbert era propenso al contacto físico, sobre todo a las muestras de afecto clandestinas. Un abrazo por la espalda, un ligero y "accidentado" roce entre sus manos, cogerla de los hombros y acercarla a su pecho y más. Sobre todo le besaba en la cara, ya fuera la frente o la mejilla. Pero nunca los labios.

No lo hacían a no ser que Emma fuese quien diera el primer paso. La razón de esto no estaba clara del todo, aun.

Había tardes, sobre todo cuando Bash se iba al Pantano a visitar a Mary (estaba sin duda loco por ella), o cuando iba a Charlottetown a hacer un recado, cuando se quedaban ambos solos en la granja, haciendo los deberes o la cena. Ya fuese leyendo en el sofá o llendo a recoger los huevos de las gallinas, Gilbert se quedaba durante horas mirando a Emma, casi como si tuviese miedo de que en cualquier momento se esfumase, volviéndose una con el viento.

Se acercaba, le tocaba los hombros o la mejillas, a veces jugaba con su pelo o le daba un beso en la mejilla. Habla sobre un recuerdo, uno de los del barco y siempre terminaba la frase con "bendito sea el alcohol", algo que era bastante irónico, y luego volvía a lo que estaba haciendo.

Otras veces solo la miraba, tan fijamente que Emma estaba segura de que podía casi incluso ver su corazón latir. La miraba como si fuese la sexta maravilla del mundo.

Esos días en los que Gilbert no pronunciaba palabra era uno de los favoritos de Emma. Esas noches, Gilbert se acercaba a su cama, y sin decir nada hacía a un lado las sábanas y se tumbaba con Emma, abrazándola tan fuerte qué en cualquier momento le rompería una costilla. A veces Gilbert susurraba cosas sin sentido mientras Emma le acariciaba él pelo.

Solo si su padre lo viera.

Este tipo de comportamiento incrementó en los últimos meses, más concretamente desde su visita al Pantano, aunque Emma no le daba muchas vueltas y solo disfrutaba.

De todas maneras, ahora le tocaba pensar en sus estudios, lo qué querrá estudiar y él cumpleaños de Gilbert, el cual se acercaba cada vez más.

— ¿Tú tampoco has dormido bien? —le preguntó Emma untando una galleta en el café.

— Parecía que iban a tirar la casa abajo.

— Al menos disfrutaron de su noche de bodas.

— ¡A costa de la nuestra!

El día anterior se celebró la boda de Bash y Mary, un pequeña e íntima ceremonia en la iglesia situada a las afueras de Avonlea. Las paredes blancas fueron decoradas con telas semitransparentes en vez de flores, cosa que quedaba incluso mejor. Mary vistió con un precioso vestido marrón y Bash estaba que no podía contener sus nervios.

Gilbert lloro, lloro mucho.

Y por alguna extraña y poco bienvenida razón, la noche de bodas se celebró en la residencia Blythe, donde Emma y Gilbert también iban a pasar la noche. En las habitaciones contiguas. Porque sin duda y para nada es mejor opción ir al Pantano, donde aún había una bonita casa completamente a la disposición de los dos adultos. No, era mucho mejor quedarse allí, con ellos.

La parejita hizo aparición en la cocina, sus brazos entrelazados y riéndose de alguna cosa. Se miraban a los ojos como si estos contuviesen todas las estrellas del universo.

Daban asco.

— ¿Celebrando por nosotros? — Saludo Bash, señalando el café con los ojos.

— No, viejo, esto es por nosotros. — Gilbert alzó la taza y brindo con Emma en el aire. Ambos sonriendo de manera cómplice.

— Por haber sobrevivido sin clavarme un tenedor en las orejas. — Anuncio Emma.

— ¡Salud!

Nota de autora: 

Holaa!!! que tal???

Últimamente no me esta terminando de encajar mucho la historia. Me considero una escritora brújula (sin nada de planificación, solo una idea general) lo que puede llevar a muchos problemas en la trama. 

Este es lo que vendría siendo mi borrador 0, pero siento que lo puedo hacer mucho mejor. 

Por eso he decidido que voy a terminar la historia, obviamente, pero poco después volveré a repasarla, corregirla y probablemente añadir y quitar varias o muchas cosas para mejorar la cohesión. 


𝑻𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊ó 𝒎𝒊𝒔 𝒔𝒖𝒔𝒖𝒓𝒓𝒐𝒔 [𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 𝑩𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆 𝒙 𝑶𝑪]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora