Capítulo 20. ELENA LANDAM

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Dos días antes del final del viaje.

Elena Landam:

__ No, no, no puede ser.

Esa voz quejándose comienza a perturbar mi sueño, pronto mi cerebro está completamente despierto de nuevo y aunque trato de mantener los ojos cerrados e ignorar el ruido que esta haciendo me es imposible.

__ ¿Dónde lo puse? Maldita sea.

Doy vueltas en el colchón, quedando boca abajo e intentando cubrir mi cabeza con la almohada, alejando los molestos sonidos de mi.

Es como si un huracán estuviera dentro de la habitación, desordenando y destrozando todo a su paso.

__ Lo olvide, ¿Cómo pude haberlo dejado?

Cuando me doy cuenta de que estoy fallando miserablemente en mi misión de dormir me siento sobre la cama, y mis ojos enfocan a Catalina, quien se encuentra revolviendo los cajones, su cama esta totalmente desarreglada, las almohadas y sábanas se encuentran en el piso.

__ ¿Qué pasa?

__ ¿Has visto mi celular? __ me pregunta y yo solo niego con la cabeza __ debí dejarlo en la empresa. Necesito comunicarme con el señor Aguayo para darle informes del recorrido de hoy.

__ ¿Te presto el mío?

__ Los empresarios no contestan llamadas a números que no conocen __ me dice.

Me pasa por amable.

Ella continúa revolviendo todo, pero en algún punto parece rendirse y se deja caer sobre la cama, tan sólo un par de segundos, porque entonces la veo buscar entre sus cosas un abrigo y colocarselo.

__ ¿Podrías llamar un taxi por mi?

Asiento.

Pero la hora en mi reloj, son casi las nueve de la noche. No sé qué tan seguro es que salga a esta hora, sola, en un taxi y sin celular ni ninguna otra manera de comunicarse.

No me agrada Catalina en absoluto, pero eso no quita que cierta preocupación venga a mi y no me sienta capaz de dejarla irse sola e incomunicada.

__ ¿Te acompañó?

Catalina me mira confundida, creo que yo misma no se porque me he ofrecido a ir con ella. Pero sigue pareciéndome más seguro de esa forma.

__ ¿Quieres acompañarme?

__ ¿Quieres que te acompañe?

De las dos no se cual es más orgullosa, aunque Catalina tiene la ceja arqueada, parece que realmente está esperando que me le ponga de rodillas y le ruegue que me deje ir con ella.

Lo que claramente nunca va a pasar.

__ Supongo que si te ofreces, esta bien.

__ Ya que insistes.

Ella sonríe. Yo permanezco sería.

No somos amigas, no vamos a serlo.

No significa que no pueda tener una convivencia sana con ella.

Me encargo de pedir el taxi, y mientras esperamos me coloco yo también un suéter, la noche parece algo fría y estoy en pijama. ¿Realmente saldré a la calle así?

Pero ni tiempo tengo de cambiarme, y Catalina parece que tampoco. Ambas tenemos largos pantalones de tela y una gran sudadera arriba, calcetines y un par de chanclas. Si hasta parece que nos hemos puesto de acuerdo.

Lo único que logro hacer antes de quitarnos del hotel es avisarle a Rebeca de la situación, al menos para que ella esté al pendiente de cualquier situación o inconveniente que pueda surgir con los estudiantes.

Entendido, Profesora 2: EL INTERCAMBIO (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora