4. Buenas noches, alfa.

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[...]

Colín no sabe que hacer.

Tikki ha ido a buscarlo en el descanso del desayuno para decirle que Lordbug no estaba mejorando.

¿Y qué quería que hiciera?, él no tenía idea sobre ciclos de omegas más allá de lo que había visto en el documental que Samuel le había mostrado.

Había pasado el resto de las clases pensando una y otra vez en lo que había ocurrido. Él ni siquiera conocía al héroe más allá de las pequeñas disputas que habían tenido debido a los akumas que él había provocado. Lo ayudó una vez, cuando tenían quince años, pero de eso ya habían pasado casi seis años.

¿Acaso la tal Tikki pensaba que iba a perder su orgullo y que pediría ayuda a alguien?, ¿estaba loca?

—¿Me estas preguntando que supresores uso?—repite Samuel, confundido. —¿Por qué te interesa saber eso?

Colín siente ganas de golpearse. ¿Por qué su estúpido lobo insistía en desobedecerle?, ¡la idea era llegar a casa y echar al omega cuánto antes!, ¿y qué hacía?, ¡todo lo contrario!

—¿Vas a decirme o no?

—Oh, ya se, ¿son para Lordbug?—suelta burlón. —¿Tu querido omega Lordbug los necesita?—se cruza de brazos.

—¿Sabes que?, olvídalo. — se gira, dispuesto a irse. De nuevo, su lobo rasca en su pecho preocupado.

¿Y si el omega esta muy mal?, ¿le dolerá?, ¿estará sufriendo mucho?, ¿y si está llorando por que no está su alfa a su lado?

Suspira, se gira de nuevo y mira a Samuel, quien sigue con esa expresión infantilmente molesta.

—Por favor Sam, ayúdame.

El pelinaranja parece consternado. Relaja su postura y analiza a su amigo; de arriba a abajo. No parece estar jugando o molestando.

—Llévame a la farmacia. — le ordena. —Y más te vale que me expliques bien todo esto. — señala con su dedo, acusador.

—Ya te eh dicho la verdad.

MmNo te creo. —dice mientras comienza a caminar en dirección al coche del mayor. —Pero tienes toda la mañana inquieto y tus ojos siguen siendo los de alfa.

Llegan al coche, Colín le abre la puerta a Samuel y luego sube. Comienza a conducir apurado a la farmacia más cercana. Pasan en silencio unos minutos.

Ahora su lobo, además de preocupado por Lordbug, está triste por la desconfianza de Samuel. ¿Por qué estos dos omegas insistían en arruinarle el dia?, tal vez debería empezar a rodearse de otros alfas, aunque fueran unos imbéciles todos.

—Eres mi manada¹, Sam. — explica. —No te mentiría nunca.

—Entonces ¿quién te hizo esto? — lo toma de las mejillas, apretadolas y poniendo en el rubio una mueca que le deja al descubierto los dientes.

—Lordbug.

—Dame tu tarjeta de crédito. — extiende su mano, evitando el contacto visual.

Colín la entrega sin rechistar y el omega baja del auto con un aura total de indiferencia. El rubio deja caer su cabeza en el volante, derrotado.

—Eres un maldito débil. — acusa a su lobo. —Alfa puro mis fresas podridas del supermercado, eres un alfa dominado, eso eres.

Se lamenta y reniega hasta que unos golpes en la ventana llaman su atención. Baja el vidrio y recibe los medicamentos que Samuel le ofrece.

—Dale dos pastillas de estas. —señala la caja morada. —Dale una de estas para el dolor de cuerpo que debe tener. —señala la azul. —Que beba estas para hidratarse. —señala unas bebidas. —Dale un baño en la tina con agua calentita y agrega estas. — señala ahora unas botellas pequeñas.

Pêche  [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora