13. Ladrón de corazones.

131 33 11
                                    

[...]

Mario solo había ido a buscarlos porque Aly se lo había pedido. Los juegos estaban a punto de empezar, pero ahora, solo sentía unas horribles ganas de llorar.

Justo como hacían los chicos dentro del salón.

¿Por qué se sentía tan miserable?

Él no había robado nada; no tuvo, no tenía y no quería tener jamás la intención de robar nada.

Mario era consiente de que Colín no pertenecía a nadie, pero si tuvieran que decidir por alguien, definitivamente era de Samuel.

¿No?

¿Por qué entonces la luna había sido tan terca y estúpida?, ¿no hubiera sido más fácil para todos si Samuel era el destinado de Colín?, ¿por qué a él?, Mario no creía tener nada merecedor o digno de reconocer. Para ser sincero, no creía ser mercedor de nada.

Ni de ser héroe, ni de ser líder de grupo, ni de ser amigo de Adrianne o Aly, no merecía la protección que todos estaban dispuestos a darle, no merecía que Samuel le haya defendido, ¿con qué derecho lo era?

En definitiva, no era merecedor de alguien como Colín, aunque intentara engañarse una y otra vez diciéndose a sí mismo que era Colín el indigno.

Ni siquiera había podido moverse ante la orden de un estúpido alfa, ¿y si Colín no hubiera llegado?, ¿y si hubiera tratado de defender a Samuel como quería hacer?

¿Hubiera ayudado o solo lo habría empeorado todo?

Mierda, ¿por qué de pronto se sentía tan inferior y estúpido?

Sacude su cabeza, tratando de volver en sí. No quiere interrumpir, piensa en que lo mejor es dejarlos, inventar alguna excusa y dejarlos volver cuando puedan hacerlo.

—¿Mario?, ¿eres tú? — la voz de Colín se escucha.

Cierra los ojos fuertemente, ¿lo había visto?, ¿hizo algún ruido sin notarlo?

No quiere entrar. Y, aún así, lo hace.

Abre la puerta con cuidado, su vista se pega al suelo, incapaz de verlos a los ojos.

—Lo siento, no era mi intención hacer ruido...

—No lo hiciste. —la voz de Samuel es golpeada.

—Yo te sentí. —explica el rubio. Mario no necesita verlo para saber que está limpiando sus ojos sin cuidado.

Siente ganas de verlo, de detener su mano, limpiar con cuidado y decirle que...

—Ten cuidado, puedes lastimarte. — habla Sam por él.

Mario siente una punzada al oírlo.

—No es nada, tranquilo.

El azabache se siente tan pequeño, muerde sus labios y se grita en su mente que no lo vea. Que no lo haga porque estarían juntos, Samuel estaría limpiando las lágrimas de Colín con cuidado y ternura y él estaría quieto dejándose hacer con los ojos cerrados.

Y no quería verlo.

Porque no le importaba.

Porque, aunque lo hiciera, no era nadie para decir palabra alguna al respecto.

—¿Necesitas algo?

Contrario a sus pensamientos, Colín no se deja limpiar por su amigo. Se ha parado frente a él, agachándose levemente y usando ese tono dulce al que empezaba a acostumbrarse.

Y odia sentir cálido el pecho al notarlo.

—Aly me pidió que los buscara. Los juegos van a empezar y se van a dividir los equipos, necesitamos que estén todos.

Pêche  [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora