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Son imbéciles, no hay duda de eso. Colín estaba harto de la gente en general.
A los parisinos que se le quedaban viendo de más por llevar puestos sus aparatos auditivos creyendo que eran discretos y que solamente le dedicaban miradas de lástima y compasión. Porque si, unas semanas después de despertar concluyeron que podría usarlos; aunque Colín no sabía si hacerlo era de ayuda o no, porque eran terriblemente molestos, aún más porque estaba acostumbrándose a ellos.
De los profesores por ponerle más atención que a otros alumnos viéndolo toda la clase como si fuera un raro, porque lo hacían sentir idiota e inútil. Como si no pudiera hacer nada por sí mismo.
A todos en la escuela por verlo como si fuera una alucinación o parecido desde que regresó a clases. Mario se había encargado de explicarle muchas veces que nadie le veía mal que, al contrario, él se había encargado de ayudarles a los demás a entender su condición y les había pedido a todos que siguieran tratándolo como antes.
Pero Colín no estaba loco, sentía las miradas sobre él cada que estaba en el patio de la escuela o en las escaleras. Todos lo veían con esa cara confusa y de sorpresa cuando estaba junto a Mario.
Y lo odiaba.
—La gente me juzga por ser sordo...— se queja por fin en voz alta. Interrumpiendo a los osados que se sentaban con ellos en el desayuno (Aly, Nina y Adrianne), a Samuel y a Mario.
—No te juzgan por eso, créeme. — le responde Samuel divertido, mordiendo su hamburguesa y viendo como Colín se encarga de recargarse y apegarse aún más a Mario.
Están sentados uno al lado del otro en una de las mesas del comedor, pero Colín recarga su cabeza en el hombro del azabache y tiene envuelta la cintura ajena en un abrazo.
Mario ríe porque Colín fue el primero en decir que deberían mantener un perfil bajo en lo que se aclaraba toda la situación de que Mario era en realidad un omega ya que no quería provocarle problemas a su chico.
¿Mantener distancia?, claro. Colín parecía haber olvidado el concepto de distancia y espacio personal con Mario desde que le dio autorización de besarlo por primera vez ese día.
Mario comenzaba a pensar que Colín era mas garrapata que humano en este punto.
—¿Por qué me juzgarían entonces? — pregunta confundido. —Es lo único en lo que esas basuras me ganan por poco.
—¿Qué me abraces y parezcas tan cariñoso conmigo no te parece razón suficiente?
—¿Por qué me mirarían mal por abrazar a mi novio? — dice como si fuera lo más normal del mundo, importándole poco si los estudiantes de mesas continuas lo oían. —Además, ¿ya viste lo guapo y fuerte que te ves usando esa camisa de manga larga y cuello de tortuga negra?, Dioses, ¿no quieres ser mi novio en otras vidas también?
Samuel hace una expresión de asco, fingiendo vomitar incluso.
—Te recuerdo que todos se quedaron en la parte en la que ustedes dos se querían matar cada vez que cruzaban miradas. — le recuerda Adrianne.
— ¿Quieres decirme que Mario se la vivió en el hospital cuidándome todo ese tiempo, se tomó la molestia de explicarles mi condición a todos, tiene impregnado mi olor y técnicamente se la pasa a mi lado desde que volví y a nadie se le ocurrió pensar que era porque estaba completa y perdidamente enamorado de mí?
—Yo no estaba... — habla Mario, nervioso, tratando de excusarse.
—Si, bebé, ya sabemos que no lo admites...—le corta el rubio, restándole importancia y haciendo que las mejillas del otro se coloren levemente por el apodo. — ¿Por qué pensaron que lo hacía entonces?
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Pêche [Omegaverse]
FanfictionEra difícil imaginar quien era el gran héroe de París detrás de esa máscara, más no suponer que en definitiva se trataba de una alfa. Aunque, si prestabas un poco más de atención, podías notar su sutil aroma a durazno. Colín lo notó. [...]