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Llega por poco a su habitación, siente que no puede fingir un rostro tranquilo más tiempo. En cuanto cierra la puerta detrás de él lanza su mochila sin cuidado, cubre su boca para evitar ensuciar el suelo y corre al baño.
Vomita, tanto como hace años no lo hacía.
No sabe que le duele más, si la garganta, el pecho o la cabeza.
Aún más importante, no sabe si debería preocuparse por cómo se encuentra Mario después de discutir o de toda la sangre que hay en el inodoro.
No, eso último no le preocupa en absoluto.
Se siente tan miserable... ¿no fue muy grosero con él?, ¿había sido lo correcto?
Colín deseaba, como no había deseado nunca nada en su vida, que algo así pudiera ocurrir, por supuesto que quería probar los dulces, quería agradecerle por ellos y... pedirle algunas galletas recién horneadas si era posible...
Le gustaban las galletas, y le hubiera encantado comer algún creme brulee, para ser sincero, sería capaz de comerse incluso un fraisier si fuera Mario el que se lo preparaba.
Siente su pecho subir y bajar con brusquedad, sus ojos arden de pronto.
¿En qué momento había roto en llanto?
¿Por qué lloraba?, odiaba hacerlo, lo detesta, ¡este no era él, por amor de Dios!
¿Qué esperaba obtener con sus absurdas palabras?, lo había lastimado de nuevo... Mierda, ¿lo había hecho llorar otra vez?
¿Era culpa suya?, Mario era el que se había equivocado esta vez, ¿no?, ¡era culpa de él!
¿Por qué se sentía tan mal entonces?
No era capaz de distinguir siquiera si su malestar era físico o emocional... ¿ambos?, no sabía.
No quería esto, no quería lastimar a nadie nunca más, mucho menos a él.
Mario era el único que se había atrevido a retarle, a contestarle, a llevarle la contra y a tratarlo como a cualquier otro, incluso como alguien insignificante.
Colín amaba que le tratara como humano, y ahora ¿qué hacía?, ¿él también sentía lástima por él como todos hacían?, ¡Claro!, ¡él solo era un pobre niño sin amor, un niño que creció sin padre!, ¡es hijo de una omega común divorciada!, ¡pobrecito!
Colín da un golpe al lavabo, tratando de acallar la voz de su subconsciente.
¡No!, ¡no lo era!
No recibiría cariño por obligación de nuevo. No otra vez.
Primero Adrianne, a la que obligaron a que se amistara con él porque sus padres eran socios. ¿Acaso creen que él no notó las miradas incómodas en la niña porque ella no deseaba estar ahí en primer lugar?, ¿creen que no notó la decepción de todos al descubrir que ambos eran alfas y que juntarlos no sería posible?
¡Él tampoco quería ser así!
Samuel siempre fue obediente y complaciente, y no saben la cantidad de veces que rezó en vano para que cuando se revelara su género fuera él también un alfa o un beta. No podía siquiera pensar en él como un omega porque sabía que dejaría de ser ese amigo al que tanto amaba sinceramente porque eran cercanos desde niños. Sabía que tarde o temprano los malditos lobos y las feromonas le harían creer que le quería.
No se había equivocado del todo, ¿o sí?
Si Samuel fuera beta o alfa, ¿se habría enamorado de él como lo había hecho?
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Pêche [Omegaverse]
FanfictionEra difícil imaginar quien era el gran héroe de París detrás de esa máscara, más no suponer que en definitiva se trataba de una alfa. Aunque, si prestabas un poco más de atención, podías notar su sutil aroma a durazno. Colín lo notó. [...]