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Colín se replantea la vida entera.
Piensa en todas sus cualidades; es alto, guapo, carismático, inteligente, rico, toca el violín y el piano, sabe karate por las peliculas de KarateKid, kung fu porque de niño quería ser el guerrero dragón, esgrima por culpa de Adrianne, Kyudo porque su padre le obligó, jujutsu porque su madre queria que supiera defenderse, baila bastante bien, canta en la ducha sin romper los espejos, incluso fue héroe una vez, lee poesía... en fin, Colín, humildemente, estaba seguro de que era el hombre perfecto.
¿Para qué?, ¿de qué le servía? justo ahora estaba en el suelo. No era digno ni de estar en el sofá. En el suelo como un perro... no, corrección, incluso los perros tenían una cama. ¿Qué era él entonces?
Por culpa de Lordbug, era un alfa sin orgullo.
Colín alega en su mente una sola cosa; levántate y ve a dormir en otra habitación cómodamente. Su lobo, estúpido, miraba embobado como la mano del omega se entrelazaba con la suya.
—Lordbug...—llama. Sabe que si eleva su vista un poco podría descubrir la incógnita más grande de París. La identitad del superheroe estaba cinco centimetros más arriba y él sólo está perdido en sus delgados dedos.
Se sube a la cama entonces para recostarse a su lado. El omega se apresura a abrazarle, encondiendo su rostro en su cuello. Agradece esto último, porque así no podría verle.
Baja la vista, acaricia su cabello con suavidad, notando que su cabello azabache en realiad no es tan oscuro ni tan largo como cuando está transformado, su cuerpo se sinte un poco mas pequeño que ayer, su mano tiene varias cicatrices y cortes. La camisa blanca que le ha robado le permiten ver que, además, tiene bastantes pecas en los brazos. Tal vez es la magia que el prodigio usa para evitar que le reconozcan en la calle. Si parece ser otra persona.
¿Lordbug seguía estando en celo?, no se parecía en nada a lo que había imaginado. ¿No se supone que se ponían como locos rogando porque lo satisfacieran?
—Colín, ¿estás dormido?
Debería mentir y decir que si, para que le dejase en paz. Estaba cansado y solo quería dormir.
—No, ¿necesitas algo?
—No. Yo solo quería escuchar tu voz.
—¿Qué diablos dices?— contesta riendo.
—¿Es muy raro?
—Bastante, ¿no crees?
—Si, un poco. — se acomoda, para estar más cerca. Sube su pierna a las del rubio sin permiso. —, pero se siente.. correcto, ¿sabes?
Colín no necesita ver su rostro, su tono de voz deja en evidencia que se está quedando dormido de nuevo.
—¿Correcto?
—Si... antes de que llegaras me sentía fatal, me dolía y lloraba como nunca lo había hecho y entonces escuché tu voz y todo eso desapareció como... —se queda en silencio unos segundnos.
—¿Como por arte de magia?— completa.
—Si.—suelta el agarre de sus manos para poder abrazar al rubio. — Eres cálido.
—¿En serio?
—También es lindo que nos hables asi.
—¿Así como?
—Asi de dulce...— explica. —Tu voz hace que no sufra.
—Lordbug ya duérmete, estás diciendo muchas tonterias.
—Pero no miento. —dice. —¿Tú no sintes lo mismo?
No sabe que decir, ¿por qué esa simple pregunta le ha puesto tan nerviso?
—Yo... —comienza a hablar, sintiendo de nuevo que su lobo es incapaz de mentir. —Tal vez, no lo sé, no te conozco de nada pero me siento incapaz de negarte algo. Es como si tus deseos fueran ordenes para mi y mi lobo, es como si fueras capaz de hacer conmigo lo que quisieras y yo no pondría oposición alguna y... es realmente frustrante porque no me puedo explicar el porqué de este sentimiento y...
Le enterrumpe el ronquido del más pequeño.
Lleva su mano libre al rostro, cubriendolo con verguenza.
¿Qué diablos estaba diciendo?
[...[
Mario despierta justo cuando el reloj de la pared marcan que son las cuatro con treinta y siete de la madrugada.
Despierta con una opresión en su cintura, pues unos brazos le rodean. Con el corazón a mil porque tiene el rostro dormido de su enemigo declarado a unos centímetros de él.
Trata de recordar lo que ha pasado, pero todo es confuso. Desea que las partes de él rogándole a Colín que no le dejara, o donde buscó atención, también cuando se sintió estúpidamente feliz porque le correspondió el contacto físico fueran una alucinación.
—¡Mario!— le llama Tikki en susurros. —¿Cómo te sientes?
—Estoy bien. —se sienta, quitando con cuidado los brazos del alfa.
Lo ve hacer un puchero y siente su corazón derretirse.
...
¿Que siente qué?, ¿de qué diablos habla?
—¿Vas a quedarte otro día?
—¿Qué?, no. —se levanta, tropezando con la sábana que lo cubría. —Vamonos ya, ¿si?
—Pero...
—No, no, vamonos Tikki...
Se transforma y camina en dirección al balcón.
Su lobo le pide detenerse.
—Estoy loco. Soy tonto, estúpido, un bueno para nada, débil, animal, impulsivo...— se regaña.
Aún así, regresa en sus pasos y deja en la mejilla del alfa un beso. Pequeño y suave.
Corre fuera, lanzando su yo-yo lo más lejos que puede, porque las ganas y deseos de besarle de nuevo son muchas. Y no en la mejilla o frente, sino en sus labios.
Mario muere por besarlo. Por sentirlo.
Y odiaba hacerlo.
Hasta hace unos días no podían estar cerca uno del otro sin intentar matarse.
¿Qué había pasado?, ¿por qué se sentía así?
Estaba actuando como un estúpido desde que sintió por primera vez su aroma...
Esperen un segundo... había escuchado algo así antes, ¿dónde?
Llega a su casa, agitado. Entra por la ventanilla del techo, corre apresurado al baño y se encierra. Se destransforma, se desnuda y entra a la ducha. Frota el jabón con fuerza en su cuerpo y cabello para quitar todo rastro de las ferómonas de alfa que hay en él.
Las palabras de Adrianne le invaden, como epifanía.
No, no, no, no.
Es ridículo.
Los destinados eran un absurdo invento del gobierno.
Sale con más calma y nota en la puerta de su habitación una nota escrita, probablemente por Tikki. En ella avisaba que estaría unos días con Aly.
Bastante inteligente, así sus padres no sospecharian o se preocuparian.
Vuelve a su habitacion, y por más extraño que parece, se siente completamente vacía.
Se pone su pijama más cómoda y calentita, y aún así, el frío no le abandona.
Aún así, lo que más le podía ansioso era cómo afrontar al rubio por la mañana sin volverse loco.
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Pêche [Omegaverse]
FanfictionEra difícil imaginar quien era el gran héroe de París detrás de esa máscara, más no suponer que en definitiva se trataba de una alfa. Aunque, si prestabas un poco más de atención, podías notar su sutil aroma a durazno. Colín lo notó. [...]