Capitulo 22

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Los personajes de la época de los merodeadores pertenecen a J.K. Rowling solo unos pocos son de mi imaginación.
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Ya habían pasado 4 Años desde que los Dursley se despertaron y encontraron a su sobrino en la puerta de entrada de su casa, Pero la verdad es que Privet Drive no había cambiado en nada. El sol se alzaba sobre los mismo jardines y entraba por las ventanas del Número Cuatro hacia la sala de estar dónde años atrás los Dursley se habían sentado a escuchar las noticias sobre las estrellas fugaces y las lechuzas.

Solo las fotos en las repisas mostraba el pasar del tiempo 8 años atrás, las fotografías mostraban fotos de una gran pelota rosada con múltiples gorros de colores. Pero la verdad es que Dudley Dursley ya no era un niño pequeño y las fotos ahora mostraban a un menor con su padre y siendo besado por su madre. La habitación no mostraba señales de aquí viviera otro niño, pero Harry Potter estaba hay dormido hasta que su tía decidido llamar a la puerta.

—¡Levántate!— Exigió Tia petunia golpeando la puerta—¡Ahora!

Harry escucho a su Tia entrar en la cocina y el ruido del sartén contra el fogón, prendió la luz y se puso los lentes para luego quedarse mirando al techo un rato pues había tenido un bonito sueño donde había una moto que volaba juraba que había soñado con eso antes.

–¿Ya estás levantado?– Quiso saber Tía Petunia.

–Casi–Contesto Harry.

–Bien date prisa, quiero que vigiles el Bacon y no te atrevas a dejar que se queme, quiero que todo sea perfecto en el cumpleaños de mi Duddy.

Harry busco calcetines y encontró un par bajo la cama, luego de sacar una araña de uno de ellos se los puso. Harry estaba acostumbrado a las arañas pues la alacena que había bajo las escaleras estaba llena de ellas y ahí era donde dormía. Se escucharon pasos por las escaleras y Harry miró hacia arriba donde la escalera tembló y empezó a caer polvo sobre el, al mismo tiempo que otro Niño gritaba:

—¡Despierta Primo iremos al Zoológico!— grito saltando en las escaleras y luego bajo corriendo mientras reia.

Al llegar abajo hacia la cocina, en el camino se encontró con Harry al cual empujó de vuelta a la alacena, entro a la misma habitación que tía petunia y cerró la puerta de una patada. Harry salió de nuevo de la alacena, era un niño pequeño con ropas grandes y de colores aburridos. Tenía cabello azabache que se disparaba en todas direcciones dando un aire de rebeldia y ojos de un Brillante Verde esmeralda, Entro en la cocina donde Tía petunia y su primo habían entrado momentos atrás.

—Porque no Tratas de hacer el desayuno sin quemar la cocina— Dice Tía petunia mientras avanzaba con su hijo y le tapaba los ojos.

—Si Tía petunia— Dice Harry en voz baja y triste, mientras Se acerca a la Estufa.

—¡Rápido! Mi café muchacho— Exige el hombre.

—Si tío Vernon— contesta Harry rápidamente, dejo el sartén en su lugar y agarro una tetera, le puso el agua y está empezo a echar algo de humo hasta que Harry le apagó al fuego.

Tía petunia destapó los ojos de su Hijo quien miró múltiples cajas de regalo en el suelo, Para Luego volverse a su padre. Harry por su parte llenaba la taza de su Tío con café, mientras le señalaba la azúcar en una silenciosa pregunta de si quería que le echara también y el hombre asintió antes de ponerle atención a su hijo.

—¡Dime cuantos son!— Exihio a su padre.

—36 los conté yo mismo— contestó Tío Vernon con una sonrisa.

—¿¡36, Porque!? ¡El año pasado fueron 37!— Grito enojado mientras Harry negaba fastidiado.

—Si pero este año son más grandes— Contestó Tío Vernon tratando de tranquilizar a su hijo.

Aprendiendo a ser padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora