Se vistió con su ropa de ir en dragón, su armadura plateada que hacía reducir su cabello blanco. Parecía fuerte, como una verdadera princesa. Abrió la puerta de sus aposentos para encontrar a Aemond afuera, esperando pacientemente. Quedó boquiabierto al verla salir, Visenya sonrió, estaba acostumbrada a este tipo de reacciones.
- Vamonos, antes de que se te caiga la baba- dijo ella, marcando el paso.
El siguió el paso apurado, yendo tras ella. La guío hasta dónde yacían sus dragones, ese lugar profundo y misterioso.
- ¿Estás lista para conocer a Vhagar?- dijo él. - es una dragona algo tímida, ten cuidado-.
Ella se acercó a la dragona, algo escéptica pero emocionada por conocerla. La dragona acercó su cabeza, mientras de fondo Aemond cantaba y se dirigía a la misma en valirio. Ella extendió su mano, esperó mientras Vhagar la olfateaba, no lucía para nada como Aurion. Esta lo duplicaba el tamaño, tal vez. Vhagar rápidamente restregó su cabeza contra su mano, evocando una sonrisa en la cara de Visenya, quien rápidamente correspondió con más caricias.
- Yo... ella jamás había hecho eso antes- dijo Aemond. - tal vez si tienes sangre de conquistadora en tus venas-.
Vhagar había tenido a Visenya Targaryen como jineta, estaba claro que reconocía su similitud al estar tan solo cerca de ella.
- Bueno, ya conocí a tu dragona, es momento que conozcas a mi dragón entonces- dijo ella. - no es tan increíble como Vhagar, pero es hermoso-.
Aemond la siguió hasta dónde estaba su dragón, Aurion. El era jóven, considerablemente más joven que Vhagar. Ella era su primer jinete, entonces el era casi tan viejo como ella. Había crecido rápido, más rápido que los dragones de sus hermanos, llegando incluso a superarlos en tamaño. Los cuidadores solían decir que crecía proporcionalmente a la habilidad que ella tenía para volar, otros menos decentes decían que crecía proporcionalmente a los pechos de la princesa.
- Aurion es sabio y tranquilo- explicó ella. - no tendrá problema en conocerte-.
Aemond se acercó al dragón de su prometida, cauteloso. Este lo olfateó, pero no mostró ningún signo de cariño hacia él, voltéandose a Visenya y pidiéndole cariños. Ella rió.
- Creo que ya tenemos una ganadora- murmuró ella, obteniendo una mirada poco simpática de Aemond.- Montemos, princesa- dijo él. - esto está a punto de empezar-.
Visenya esbozó una sonrisa y montó en Aurion sin mayor dificultad, escalándolo con destreza y sentándose firmemente. Esperó a que Aemond hiciera lo mismo, ambos se acercaron y luego remontaron vuelo alto en el cielo. Ella veía la destreza con la que su prometido comandaba a su dragona, le parecía increíble la facilidad con la que giraba, un dragón de tal porte como Vhagar.
Volaron alto, mientras ambos de sus dragones batían sus alas, dieron círculos en el aire mientras reían. Hacía largo tiempo que se habían olvidado de que esto era una competencia. Ellos se buscaban, sus dragones se buscaban. Parecía que Vhagar y Aurion tenían una conexión también, ellos se sonrojaban mientras que volaban juntos.
Volaron y volaron, el tiempo no parecía estar pasando. Visenya se sentía agradecida de poder volar con alguien que se equiparara a ella en destreza, no tenía que bajar su velocidad como si volara con sus hermanos, iba tan rápido como quería, giraba, subía por las nubes.
Así subieron, por encima de todo lo que podían ver, veían cómo la ciudad parecía un nido de hormigas. En esa armonía, con ese vuelo tan suave, se miraron. Juraban que podían encontrarse en la mirada del otro, todo hasta que Visenya indicó a su dragón que descendiera en picada.Aemond no se preocupó, siguiendo su paso, viéndola alzar sus brazos y soltar las riendas para disfrutar la caída, mientras que Aemond se vio obligado a desacelerar antes de llegar tan bajo, mientras que Visenya redirigió a su dragón casi antes de tocar el piso. Eso sí que era algo que sólo Visenya podía hacer.
- ¿Asustado, prometido?- le dijo ella, mientras sonreía.
- Para nada- respondió él, orgulloso.
Continuaron volando por lo que se sintió como poco tiempo, pero en verdad fueron horas. Todo hasta que sus piernas no aguantaron y tuvieron que descender.
- Jamás pensé que sería agradable pasar tiempo contigo- le confesó ella, mientras que se bajaba de su dragón, estirando.
- Si te sirve de consuelo, yo tampoco- respondió él.
- Pensé que tener que unir nuestras casas sería tedioso, pero ahora pienso que incluso podríamos funcionar, ¿sabes?- le dijo ella. - siempre y cuando me dejes ser libre, como lo soy ahora, después de casarnos-.
- Jamás te limitaría en nada- le respondió él. - mi madre siempre nos utilizó, mi padre jamás nos mostró cariño y menos atención, mi hermano... el heredero, pasé mi vida cubriéndole la espalda a cada caída que tenía, estoy cansado de estar solo y de lidiar con los demás- con sus manos sostuvo las de ella, con delicadeza. - tu y yo vamos a cambiarlo, no seremos una carga para el otro, viviremos juntos y haremos nuestra vida a nuestra manera-.
Ella sonrió.
- Lamento que hayas vivido esas cosas, Aemond- simpatizó ella, intentando entender su turbulenta infancia. - empezaremos de nuevo, juntos- dijo ella, apretando sutilmente su mano.
Al volver a sus aposentos Visenya solo podía pensar en aquel vuelo angelical que había compartido con Aemond, le dolían las piernas y apestaba a dragón, pero todo se sentía tan mágico. Jamás se hubiera imaginado que estar en Desembarco del Rey junto a su prometido y disfrutarlo de esta manera.
Dio vueltas y vueltas imaginándoselo todo otra vez, como se reían, como volaban en círculos. También haber tenido el honor de conocer a tal dragona, Vhagar, la madre de todos los dragones. Luego de un tiempo, logró por fin conciliar el sueño, soñando con dragones, volar y su prometido Aemond.
* * *
Aemond regresó a sus aposentos, no sin antes ser cuestionado por Sir Criston, que a la órden de su madre se encargaba de vigilarlos a todo momento, en especial ahora que estaba Rhaenyra en el palacio.
- ¿Dónde estaba, príncipe?- le dijo, casi que demandando una respuesta.
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La Danza de las Espadas - Aemond Targaryen
RomanceEn un universo distinto, uno en el cual Rhaenyra fue capaz de engendrar un vástago legítimo con Leanor: Visenya Velaryon, la tercera hija del matrimonio. Prometida a Aemond Targaryen, tiene como propósito unir las dos familias y formar una alianza p...