La primera semana pasó, aún sin cambios.
Jacaerys comenzó a pasar las tardes junto a Haelena, mientras tanto Visenya prefería caminar por los jardines por su cuenta, ocasionalmente reuniéndose con su tía para jugar con los niños, trenzando el cabello de la pequeña Jaehaera, distrayéndose con lo que podía.
Rhaenyra había sugerido que ella se tomara un tiempo, que acompañara a Daemon a dirigir la guardia, todo en esperanzas de que su hija pasara menos tiempo sola, quizás practicar ser una líder de la guardia real podría ayudarla en el futuro, si ella deseaba tener el puesto.
Un mes pasó, Daemon por primera vez le sugirió explícitamente a su hijastra que tome el puesto de comandante de la guardia real, pero ella no lo tomó tan bien.
- No puedo creerlo- contestó ella. - ¿así que todo esto tenía otras intenciones?- preguntó, al darse cuenta que las inocentes distracciones de estar con su padrastro y la guardia eran estas. - no... no puedo aceptarlo, no me querrán a mi como su comandante-.
- ¿Y eso por qué?- dijo Daemon. - si derrocaste al usurpador-.
- Daemon, no seas tan inocente. Soy mujer, estoy embarazada. Mi marido está en coma en una cama del palacio, no abre los ojos desde que ellos mismos conspiraron en contra de él- dijo ella. - ¿crees que soy de su agrado?, ¿que se dejarán liderar fácilmente?-.
- A ver, o te aceptan, o rodarán sus cabezas- contestó él. - ya quemaste a los traidores, saben de qué eres capaz-.
- No lo sé, tengo que pensarlo- dijo ella. - tengo muchas cosas en la mente en este momento, debo... no lo sé...-.
- No te queremos presionar, nos gustaría que ocuparas el puesto cuándo te sientas lista y sólo si tu quieres- dijo él.
Ella asintió.
- Gracias por considerarme, pero no soy la misma conquistadora que era cuando maté a Aegon, me arrancaron un pedazo y me siento incompleta- dijo ella, una lágrima caía por su mejilla. - no soy tan fuerte como antes-.
Visenya iba cada vez que podía a ver a su marido, que yacía inconsciente igual que aquel día.
Pasaba las tardes allí, adquirió también el hábito de contarle su día, cómo si pudieran tener una conversación juntos. Ella sólo esperaba que él la pudiera escuchar en sus sueños.
Los sirvientes rumoreaban que la princesa había perdido la cabeza, pero lo único que quería ella era encontrar una manera de llenar ese vacío que sentía en el pecho - lo extrañaba.
A medida que los meses fueron pasando, el vientre de la princesa fue creciendo cada vez más.
Era un embarazo complicado, los maestres podían asegurar ya que era más de un bebé por el tamaño del vientre y las dificultades de la princesa, ella seguía lo que ellos le decían al pie de la letra, pero eso no podía evitar que se sintiera incómoda en su propio cuerpo.
Cuando tenía 4 meses de embarazo, luego de pensarlo mucho, decidió ir con Daemon.
- Tomaré el puesto- dijo ella. - seré la comandante si ustedes lo desean- les dijo a ambos.
Rhaenyra sonrió, le brillaban los ojos.
- Desde que Daemon lo sugirió, supe que serías la adecuada para ocupar el puesto- dijo ella. - serás una excelente comandante, cómo lo era Daemon en sus tiempos-.
- Gracias, madre- dijo ella.
- Daemon te seguirá acompañando, entendemos que estás embarazada y quizás hay algunas tareas que no puedas desempeñar aún, además de que sigues aprendiendo- reaseguró su madre.
Pero ella no había tomado el puesto porque se sentía lista, necesitaba pensar en otra cosa. El embarazo era duro, más aún sin poder compartirlo con su esposo. Sus hermanos y también Haelena siempre le preguntaban cómo estaba, si estaba emocionada porque nacieran. Ella siempre fingía estar contenta, pero internamente temía que ellos se criaran sin un padre al lado.
Visenya perdió al suyo a corta edad, no quería lo mismo para sus vástagos. Quería que fueran felices, tal y como lo habían imaginado con Aemond. Buenos padres, unidos y siempre dándoles amor a sus pequeños.
Los primeros encuentros con la guardia real, con ella oficialmente cómo su comandante, también fueron dificultosos. Tenían una tendencia a no tomarla enserio, decir cosas a sus espaldas. Daemon generalmente los corregía, los reprendía severamente. En una ocasión le cortó la mano a uno que osó a llamarla "la viuda negra".
- No entiendo por qué me miran de esa manera- un día, harta de recibir miradas despectivas y oír susurros tras comunicar la órden del día, dijo. - ¡soy su comandante y exijo respeto de ustedes! Además, soy una princesa. Monto un dragón, he peleado con astucia y llevé al hombro la Danza de las Espadas junto a mi marido y todo eso estando embarazada de mellizos, ¡no se olviden con quién tratan!-.
Desde ese día en adelante, fue ganando terreno.
La respetaban más, la oían más. Además de eso, participaban más activamente con ella, atreviéndose a responderle, a colaborar con sus ideas. Al ver ese proceso Daemon se emocionó, podía ocultarlo en las reuniones pero al final siempre corría a Rhaenyra a contarle lo increíble que había estado su hija en esa ocasión y muchas otras.
Otro par de meses transcurrieron, Jacaerys y Haelena cada vez eran más cercanos. Los demás hacían chistes de ellos cada vez que tenían la oportunidad, Visenya también se unía a las bromas, aunque un sentimiento sombrío corría por ella cuando los veía juntos - le recordaba a ella y Aemond, salvando las diferencias.
Cada noche dormía y sentía ese vacío en la cama. Intentó varias maneras de sentirse menos mal, ponía sus ropas allí, a veces también su parche. También probó poner almohadas para sentir que ese espacio estaba siendo ocupado, pero no logró cambios.
Un día se le ocurrió escabullirse hasta dónde estaba él, le habló de sus hazañas del día, de las cosas que conseguía ahora como comandante, de cómo no la respetaban pero ahora sí.
Entre historia e historia, la princesa se durmió sentada, con su cabeza en el pecho del príncipe.
Al día siguiente los maestres se conmovieron al verla de esa manera. Con su vientre gigantesco, durmiendo en una posición demasiado incómoda, pero profundamente descansando porque estaba cerca de su príncipe.
Cada vez se sentía más libre, a pesar de que cargaba con esa carga cada vez que recordaba la situación de Aemond. Por momentos se olvidaba, como cuando los maestres le permitieron dar una vuelta en su dragón - entendiendo que eso le generaría a la princesa la felicidad que tanto necesitaba, seguro hacía más llevadero su estado.
- ¿En serio?- les dijo. - ¡es lo que más deseé en todo este tiempo!- exclamó la princesa, antes de emprender camino a Pozodragón para poder finalmente volar otra vez.
Voló por los aires, atravesando las nubes, dando vueltas por el cielo. Sentía paz, sentía felicidad. Como cuando volaban con Aemond, estaba claro que había nacido para esto. Fue entonces que sus hermanos llegaron, volando en Vermax y Arrax, también Haelena, en Dreamfyre.
Algo que también alegraba a la familia era la historia de Sunfyre. No la pasó bien cuando su jinete murió, pero Rhaena fue capaz de reclamarlo y así se lo llevó a Mercaderiva, dónde su hermana Baela le enseñó todo respecto a volar en dragón, con trucos incluídos.
Todos pasaron una increíble tarde, volando todos juntos en sus dragones, pasándola bien y haciendo trucos en el aire, demostrando su destreza y hasta compitiendo por quien iba más alto y caía más rápido - dónde claramente la ganadora, aún estando embarazada, fue Visenya.
La princesa olvidó sus penas esa tarde, todos en verdad.
Independientemente de qué los afligía, todos esa tarde disfrutaron, fueron ellos mismos.
- Volamos, todos juntos- le contaba Visenya a Aemond, sin obtener respuesta. - siempre soñé que algún día esto pasaría, que seríamos todos una gran familia... ojalá tu también pudieras estar con nosotros- le dijo, y apretó su mano contra la de ella. - los maestres fueron buenos al permitirme volar, extrañaba montar en dragón. Espero que pronto podamos volar juntos, en serio lo anhelo. Les enseñaremos a nuestros bebés a volar en sus dragones también- dijo ella. - sé que lo haremos-.
Poco después de que el cayera inconsciente, ella había encontrado los huevos de Vhagar y Aerion, se sonrió y de inmediato reservó dos para sus bebés - dos que le recordaban a sus dragones. Era una de esas noticias que Aemond no llegó a contarle a ella.
El embarazo se le hacía cuesta arriba, ya estaba de 8 meses.
La princesa apenas podía caminar sin quedarse sin aire, tenía que comer menos ya que tenía reflujo y no paraba de ir al baño porque el peso de los bebés aplastaba su vejiga.
- Tu abuela una vez me dijo que tener bebés era nuestro desafío como parte de la realeza, que este sufrimiento era parte de eso- le decía Rhaenyra.
- Ay mamá te garantizo que esto es insoportable- protestó la princesa, que yacía echada en el diván en el que alguna vez la Reina Aemma había yacido. - ni desafío ni nada, no sé cuánto más les falta crecer pero está gigantesco mi vientre-.
Más allá de que emocionalmente ella se sentía derrotada por todo lo sucedido, ahora era su físico el que también pagaba.
- Ya pronto nacerán, ya los sostendrás en tus brazos- decía la Reina, mientras acariciaba el vientre de su hija. - todo habrá valido la pena cuando veas sus caritas pequeñas, es un sentimiento inexplicable. Que algo tan pequeño sea para ti cuidar, que llore por estar contigo y que te de sus primeras sonrisas-.
La princesa no pudo evitar entristecerse. Ojalá pudiera compartir todo eso que decía su madre con su marido, no quería vivir las primeras cosas de sus bebés por su cuenta.
- ¡Madre, Lucerys...!- entró protestando Jacaerys. - Oh, hermana, ¿cómo te encuentras?- preguntó, más calmado, al verla recostada en el diván.
- Bien, bien- contestó ella, dándole paso a que diga lo que venía a decir.
- Ahora sí, todos sabemos que Lucerys se intercambia cartas con Rhaena- explicó Jacaerys. - pero resulta que, escuchen esto porque no lo van a poder creer, se acaba de ir en dragón a Mercaderiva- dijo el jóven, con una expresión de indignación, compartiendo el chisme con su familia.
- ¿No nos avisó?- preguntó la Reina.
- No me sorprendería que fuera hasta allí a casarse en secreto con Rhaena la verdad- comentó Visenya.
- Bueno, Luke... merece ser feliz también, cualquier cosa que decida en torno a su matrimonio yo la aprobaré. Como tú mereces ser feliz con Haelena- comentó la Reina, haciendo que el otro se sonrojara. - eso también lo sabemos todos, puedes pedir su mano, lo autorizo-.
Jacaerys no quería hacerlo. No quería opacar la tristeza de su hermana y de su tía al proponer algo así, quería esperar a que todo se calmara, que todo estuviera mejor.
- Deben hablar de esto a solas, hermano- le dijo Visenya, levantándose del diván. - pero yo también lo apruebo, merecen ser felices. La tía pasó por mucho, sufrió mucho por Aegon, merece a alguien que la quiera en serio- le tocó el hombro a su hermano, antes de salir lentamente de la habitación, sosteniéndose la parte baja de su espalda con la otra.
La princesa decidió irse a acostar un rato, estaba muy cansada y se sentía hinchada, el dolor de espalda había estado yendo y viniendo desde la mañana, también sentía el abdomen contracturado, como si estuviera rígido.
Antes de ir hacia su habitación, pasó a ver a Aemond. Se sentó en una silla a su lado, contemplándolo mientras dormía.
- Parece que habrá boda- le dijo. - finalmente. Podría ser doble incluso, todo depende de la voluntad de Lucerys- continuó, explicándole lo de Rhaena y cómo ambos parecían gustarse. - Estos bebés ya ni me dejan descansar, están enormes y...-.
La princesa sintió algo raro bajo sus ropas, cuando fue a fijarse encontró sangre y bastante líquido. Se asustó, sabiendo lo que significaba - los bebés llegarían pronto.
Se tomó el trabajo de limpiar la escena lo mejor que pudo, retirándose así de la habitación de Aemond y yendo rápidamente hacia su habitación, con algo de dificultad.
Esto no podía saberse, los bebés no podían nacer ahora.
No sin su padre.
* * *
Holaa! Gracias por el apoyooo! En verdad aprecio mucho que les esté gustando la historia. Aparezco aquí también para avisar que no estoy publicando tan seguido porque tengo muchas cosas que estudiar :( debo rendir una evaluación para pasar de año que es lit de los 2 años de carrera que voy haciendo #miedo pero seguiré publicando lo más que pueda estos días! Ténganme paciencia :) gracias por todoo!!
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La Danza de las Espadas - Aemond Targaryen
RomanceEn un universo distinto, uno en el cual Rhaenyra fue capaz de engendrar un vástago legítimo con Leanor: Visenya Velaryon, la tercera hija del matrimonio. Prometida a Aemond Targaryen, tiene como propósito unir las dos familias y formar una alianza p...