Capítulo 12

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- ¿Qué le pasó?- preguntó Aemond al maestre.

Habían recogido a la princesa y dejado que la atiendan los maestres, Aemond también se había encargado de enviar un cuervo pidiendo la pronta presencia de la heredera Rhaenyra Targaryen, anunciando que Viserys I había sucumbido a su enfermedad.

Decidió no decirle nada respecto a lo que había sucedido, de nada serviría preocuparla en su trayecto, ya sería bastante para asimilar respecto a la muerte de su padre para también entender que su hija había caído inconsciente.

Los peores escenarios pasaban por la cabeza del príncipe. ¿Acaso Aegon había alcanzado a herirla?, ¿pero cómo fue entonces que logró vencerlo?. Temía que ella no despertara, temía que estuviera enferma como Viserys o aún peor, que muriera.

Desde el interior de la habitación, yacía la princesa. La habían arropado, Aemond se había encargado de limpiarla y vestirla con ropa de descanso. Retiró y limpió su armadura, también cuidó que Hermana Oscura fuera enfundada otra vez y guardada junto con las pertenencias de Visenya. 

De pronto, comenzó a abrir los ojos, mientras veía figuras borrosas a su alrededor. Podía reconocerlas. Haelena y sus hijos estaban cerca de ella, contemplando cómo descansaba, alborotándose al ver que abría sus ojos. Podía ver a una figura poco clara a la distancia, era Aemond, que aparentemente estaba hablando con un maestre.

- Otto, Alicent- fue lo primero que dijo. - ¿dónde están?, ¿han llamado a mi madre, está... está en camino?- preguntó, preocupada.

- Visenya- murmuró Haelena. - Aemond, ¡despertó!-.

- Amor, gracias a los siete que estás bien- dijo él.

- Prima Senya- decía el más pequeño de los niños, obteniendo una sonrisa de su prima.

- Otto y Alicent están encarcelados, ya mandé un cuervo solicitando la presencia de Rhaenyra- le contestó Aemond, no olvidándose de lo que había preguntado su esposa.

- Me alegro mucho de que estés bien, sobrina- sonreía Haelena, mientras sostenía su mano.

- Yo... lo siento mucho por todo lo que pasó- Visenya dijo, razonando que había asesinado a su hermano y esposo.

- No tienes nada por lo que disculparte- le aseguró ella. - todo lo que hiciste fue lo que tenía que hacerse-.

- Creo que es mejor que Visenya descanse, toda esta pelea debe haberla dejado exhausta- sugirió Aemond, haciendo que el resto se retirara.

Los pequeños de Haelena abrazaron gentilmente a su prima, mientras ella acarició sus cabezas, dándole un beso en la frente a la pequeña princesa. Agradeció a Hae por haberlos traído, ella también se despidió y prometió volver pronto, dejando a la pareja sola.

- Sé que fue una locura lo que hice- dijo Visenya.

- No... es que, la hazaña fue perfecta, Vhagar respondió a tus comandos, tu entraste imperiosa, hermosa en verdad, luciendo tu armadura y empuñando a Hermana Oscura como la auténtica Reina Visenya- dijo, parecía que le brillaban los ojos de recordarlo. - tu no sabes el miedo que sentí mientras peleabas contra Aegon-.

- Estaba cantado que le ganaría desde un principio- dijo ella, orgullosamente.

- Mira, eso no lo tengo tan claro- dijo Aemond, algo molesto.

Visenya frunció el ceño, sin terminar de entender.

- No estabas en tus plenas capacidades, no sé ni cómo hiciste para convencer a Vhagar de llevarte, a mi casi me quema vivo cuando la clamé- dijo él. - podrías haber muerto-.

- Bueno, pero estoy aquí, viva, entera... creo- dijo ella, viendo que esto no conseguía convencer a su esposo. - estoy a salvo, Aemond. Además Vhagar literalmente voló a mí, ni tuve que hablarle para que me dejara subirme a ella, sólo me olisqueó y me tendió su ala-.

- Eso tiene bastante sentido- dijo Aemond, mientras que Visenya aún no terminaba de entender.

- ¿Por qué tiene sentido?, ¿había hecho eso antes?- preguntó ella.

- No te hagas la tonta, Visenya- dijo él. - ella supo-.

- ¿Supo qué exactamente? Sé más explicativo, ya me estoy frustrando- dijo ella, algo enojada.

- Supo que llevabas a nuestro hijo en tu vientre, Visenya- dijo él.

- ¿Eh?, ¿cómo?- ella realmente no entendía nada. - ¿estoy embarazada?- le preguntó, confundida.

- Pero... ¡ustedes siempre saben antes! ¿No te habías dado cuenta?- ahora era Aemond el que no entendía.

- No, lógicamente no. ¿Es en serio?- dijo ella, llevando su mano a su vientre. - ¿esperamos un bebé?-.

- ¡Sí!- dijo él, ahora contento. - yo... pensé que tu sabías y que habías hecho todo eso sabiendo tu estado, por eso... por eso me enojé, en serio, lo siento- dijo él, abrazando ahora a su esposa, mientras se le caían las lágrimas. - no que no fuera una demencia toda la situación de todas maneras- protestó.

- Espera, ¿entonces la sangre...?- preguntó ella, temerosa. - ¿está bien nuestro bebé?-.

- El maestre me dijo que fue una advertencia, el estrés del momento o lo que fuera hizo que casi lo perdieras- le explicó Aemond. - dijo que era importante que descansaras y que no montaras en dragón por ahora, igual le pediré que te lo explique personalmente más tarde-.

- Estoy contenta de que todo está bien- dijo ella, también lagrimeando. - aún más feliz ahora que sé que seremos padres-.

- Fuiste muy valiente en enfrentarlos, Visenya- le dijo él. - no dudé de que le ganarías a Aegon, nada más... esto me asustó mucho. Yo quiero que todo salga perfecto, que tú y nuestro bebé estén sanos siempre- acarició su rostro y luego puso una mano sobre su pequeño vientre abultado. - Vhagar ya sabía cuando te olió, supo que tenías que protegernos-.

- Tu también fuiste valiente, peleaste contra Sir Criston y saliste victorioso- le contestó ella. - seguro que a nuestro bebé le encantará oír estas historias-.

Visenya y Aemond compartieron un hermoso momento, riéndose de cómo todo había sucedido, de cómo a Visenya le faltaban sus sangres pero ella aún no asociaba, notaba sus pechos más tensos, ambos no podían creer cómo ella no había aprendido nada de sus Septas. Probablemente crecer sin hermanas mujeres había contribuido a su falta de perspicacia en torno a reconocer los síntomas del embarazo.

Continuaron hablando de lo que habían sentido en la pelea, también de cómo Visenya consiguió escaparse de los aposentos, sin dar mucho detalle de como robó la dragona de su esposo, y cómo juntó valor para irrumpir en Pozodragón.

- ¿Así que mi familia está viniendo?- preguntó Visenya, impaciente porque llegaran.

- Sí, vendrán pronto, llegarán mañana por la mañana- explicó Aemond. - les contarás todo lo que pasó, por favor no omitas la parte dónde rompiste la ventana y tampoco cuando te diste cuenta que Hermana Oscura pesaba más de lo que pensabas-.

Ella sonrió, todo había terminado.

Ya no existían los verdes y los negros, ahora sólo estaba su familia.

No podía esperar a que su madre, Daemon y sus hermanos llegasen. Quería contarles todo, omitiendo también la parte donde le dio miedo saltar de la ventana al lomo de Vhagar, claramente también la parte donde la nube de polvo la hizo toser y tener que contener la respiración hasta que se disipara. 

- Tienes que descansar ahora, Visenya- le dijo su esposo, mientras la cubría con sus mantas. - el maestre dejó ese té para ti, dijo que te fortalecería a ti y al bebé-.

Ella asintió, tomando la taza y bebiéndolo.

- Ven conmigo- le hizo un lado en la cama, ansiosa por poder recostarse junto a él. - despiértame por la mañana, para recibir a mi familia, ¿sí?- le pidió.

- Claro, ahora descansa- le dijo, y le dio un beso corto, dejando que ella descansara.

Acarició su cabello hasta que ella se durmió, sabiendo que tenía que cumplir con una última misión antes de descansar junto a su esposa.

Se escurrió de la cama, intentando no despertarla. Comprobó una última vez que ella continuara durmiendo, fue así que salió de la habitación despacio y sin hacer mucho ruido.

Emprendió viaje a Pozodragón, para ir a visitar a alguien que lo esperaba. Fue entonces que la vio, tan hermosa como siempre, con sus bellísimos ojos verdes.

Era Vhagar, tenía que ver a Vhagar.

- Viejita mía - le dijo, en valyrio, acercándose. - salvaste a mi esposa y a nuestro bebé, te quiero agradecer por eso- la dragona se mostraba reticente a sus palabras. - bueno, está bien, te pido disculpas por haberte gritado antes por haberlos llevado a pelearse contra los verdes, es que tenía miedo que algo les pasara -.

La dragona se acercó a él, mirándolo sabiendo que ella tenía razón, como si estuviera aceptando sus disculpas pero no rindiéndose tan fácilmente.

- Ahora vamos a tener que cuidarla especialmente, no podrá montar en dragón de mientras - dijo, y eso también lo oyó el dragón de ella, que yacía aún encadenado en el fondo.

Aemond se dio cuenta de eso y se acercó.

- Sé que no tenemos mucha confianza, déjame desatarte - le dijo al dragón, mientras se acercaba. 

Tragó grueso. Estaba claro que imponía miedo, mas que por el tamaño, era por su actitud. Estaba a la defensiva, lo miraba de arriba abajo, como si no dudase en arrancarle la cabeza si pudiera.

- Escucha, no te haré daño. No soy como ellos, te liberaré. Es más, pronto traeré a Visenya a visitarte - decirle eso fue como las palabras mágicas para ganarse su confianza.

Aemond logró desatarlo, pudo ver las heridas que tenía en sus patas. Había intentado ir hacia su jineta, había intentado soltarse pero no había podido. Sintió lástima por la criatura.

- Gracias por cuidarlos - les dijo a los dos, haciendo paso para retornar hacia al palacio.

Pero antes, vio que la dragona permanecía cercana a un pequeño especie de nido. Aemond no podía creer lo que veía: Vhagar, por primera vez en un largo tiempo, por lo menos desde que él era su jinete, había puesto 4 huevos. Se sonrió, pensando que uno de esos pertenecería a su bebé cuando naciera, montaría en dragón tal y cómo su madre lo hacía, con gracia y astucia. 

Retornó a los aposentos, cuidándose de hacer ruido, emocionado por luego contarle a Visenya de la nidada nueva de Vhagar.

Se cambió de ropas, dejando su parche colgado, avanzando lentamente y acostándose al lado de Visenya, que aún yacía durmiendo tranquila.

- ¿A dónde fuiste?- le preguntó, entre-dormida, para sorpresa de Aemond.

- A cumplir con una última misión antes de poder venir a descansar con ustedes- dijo él.

- Ustedes- dijo ella, riendo adormecida. - suena bonito- se acomodó para continuar descansando.

Aemond se acostó con su esposa, contemplando su belleza antes de irse finalmente a descansar.

Era perfecta, una princesa hermosa y valiente. Podía recordar felizmente verla pelear contra Aegon con su astucia y habilidad, cómo había volado en Vhagar. Parecía la auténtica conquistadora. Recordó cuando le dijeron que se iba a comprometer con ella, también cuando le dijeron que estaba viniendo a Desembarco del Rey - Aemond siempre tuvo expectativas, pero fueron ampliamente superadas al conocerla.

Una mujer tan fuerte, con tanta energía. Feroz, determinada. Pero a la vez gentil, cariñosa, considerada con él. Estaba seguro de que sería buena madre a sus hijos, ya podía imaginárselos corriendo por el palacio, creciendo con todos sus tíos y primos, con su abuela Rhaenyra - serían amados. Les daría la vida que él no pudo tener, sería el mejor padre para ellos.

Pero ahora por fin podía descansar tranquilo, sabiendo que todos los que le causaron daño estaban muertos o a la espera de un juicio. Su hermana haría justicia por todos, sería una buena Reina, tal y cómo decía Viserys.

Ahora serían una gran familia, cómo siempre tendrían que haber sido. 

Viserys estaría contento si pudiera verlos.

La Danza de las Espadas - Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora