Los lores habían arribado a Desembarco del Rey, algo escépticos por la coronación de la nueva Reina. Habían sido recibidos por Daemon, mientras que todos los chicos estaban alineados en una fila. Todos prestaron sus respetos a ellos, incluidos a Visenya y Aemond, aunque les resultaba sorpresivo encontrarlo de este bando. Visenya tomaba su mano, para que no se sintiera incómodo con las miradas confundidas del resto de los lores.
Todos sabían que estaban unidos en matrimonio, pero no pensaban que él fuera a decantarse por los negros.
- Ya estoy harta de que te miren así- murmuró Visenya, mientras continuó saludando al resto de los lores.
- Calma, ya se les pasará- le reaseguró su esposo, entendiendo que sería un proceso para todos entender su afiliación.
Pero ella continuó mirando mal a cada cual que susurraba, que lo veía mal. Todos estaban hermosos vestidos, luciendo los colores de la casa Targaryen, negro y rojo. El Septon Eustace, aquel que intentó coronar a Aegon, aceptó ser el oficiante de la coronación de la Reina en esta ocasión, entendiéndose que el derecho legal ahora le correspondía a ella.
- Lores- anunció Daemon. - como muchos sabrán, el reinado de Aegon II se extendió por poco tiempo. Los verdes conspiraron para usurpar el trono que legalmente le perteneció siempre a la primogénita de Viserys, Rhaenyra, a quien le juraron lealtad-.
Todos oían atentamente.
- El usurpador fue derrotado en batalla por la princesa Visenya Velaryon, con el apoyo de su esposo, el príncipe Aemond Targaryen- explicó Daemon. - Otto, por ser traidor a la corona, será ejecutado. Es el destino que les espera a cualquiera de ustedes si traicionan a nuestra Reina- dijo, sin vergüenza. - ahora sí, Septón Eustace- le dio paso al septón, para que concretara la esperada coronación.
El septón tomo un jarro dorado, que tenía agua en su interior, pronunció las palabras ceremoniales, mientras sus hijos miraban con admiración.
Fue entonces que tomó la corona, aquella que había ostentado el Rey Viserys y se la dio a Daemon. Daemon tomó la corona y la apoyó sobre la cabeza de su esposa, todos aplaudieron y festejaron. La Reina procedió a sentarse en el trono de Hierro, dando una imagen digna de pintar en un cuadro.
- ¡Larga vida a la Reina Rhaenyra Targaryen, primera de su nombre, Reina de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, señora de los Siete Reinos y protectora del reino!- anunció Daemon.
- Es el Rey consorte más tierno de la historia- dijo Visenya, contenta por verlo tan emocionado, mientras aplaudía.
- Mamá es Reina, no puedo creerlo- decía el pequeño Viserys, que corrió a abrazar a su madre.
Todos sus hijos estaban felices de verla coronada, al fin Reina oficialmente. El palacio estaba decorado con los banderines con la insignia y colores Targaryen, Visenya se había encargado de que todo quedara perfecto.
Pronto, se dio comienzo al banquete, mientras que todos los lores comían y celebraban en honor a la nueva Reina.
Mientras tanto, la Reina mandaba sus primeros decretos. Otto sería ejecutado por la mañana, en frente a toda la ciudad, condenado por traición a la corona. También tenían que anunciar una mano de la Reina y también un Lord Comandante de la Guardia Real - Rhaenyra había pensado que para el último cargo su esposo sería perfecto, había pensado en colocar a Corlys como su mano, para unificar la casa Velaryon también. Pero aún tenía una noche para pensarlo, además que debería discutirlo con Daemon, que seguro tenía algún consejo que darle respecto a eso.
- Todo esto es posible gracias a ti, hija- le dijo Rhaenyra a Visenya, sonriente. - como te dije, te recompensaré por eso-.
- No hace falta, madre. Es mi deber proteger a nuestra familia, defender y ser leal a la Reina- le contestó ella.
- No sé que hice para merecer hijos tan perfectos- dijo Rhaenyra, mirando a todos sus hijos, contenta.
- Fuiste buena madre, hermana- le contestó Aemond. - los criaste y educaste bien, eso fue lo que hiciste-.
- Siento mucho lo de Alicent- dijo la Reina, en contestación a lo que decía su medio hermano. - estoy segura que ustedes serán buenos padres y marcarán la diferencia con sus hijos-.
No pudo evitar evocar el recuerdo de como cerró la puerta.
- Gracias, madre- le contestó ella, acariciándose el vientre.
- Uy la hermana con sus hijos- dijo Aegon. - imagínate, si a nosotros nos cuidaba y no nos dejaba dormirnos tarde- reían.
Todos cerraron la noche con el banquete, mientras los lores se retiraban y quedó finalmente la familia real por su cuenta. Compartiendo historias, festejando contentos.
Luego de finalizado el banquete, cada cual fue a sus aposentos.
Rhaenyra le contó a Daemon sobre Alicent, expresando la preocupación por su salud, mencionando que era mejor tapar las ventanas para que no pensara en tirarse.
- Ella casi me ataca, de verdad perdió la cabeza como dicen- decía Rhaenyra, algo preocupada.
- Tu sabes que nunca la tuvo muy bien en su lugar- contestó Daemon. - ¿qué piensas hacer con ella?-.
- No lo sé- contestó la nueva Reina. - por ahora creo que es mejor mantenerla encerrada, dudo que podamos convencerla de jurarme lealtad-.
Jacaerys y Lucerys hablaron de lo felices que se sentían de que su madre fuera coronada, pero también de lo linda que estaba Haelena esa noche (Jacaerys no podía ocultar sus sentimientos).
- Haelena estaba hermosa hoy de noche, su vestido le quedaba perfecto- Jacaerys decía, mientras parecía que babeaba.
- Hermano, ¿en serio te gusta?- le dijo el otro. - ¿crees que tienes una chance con ella?-.
- No lo sé en verdad, aún sigo sin ser prometido y soy el heredero al trono, pronto me tendré que casar- dijo Jacaerys. - estoy seguro de que madre me dejará elegir, y ella no parece una mala opción-.
Mientras tanto, Haelena escuchaba en secreto, sonrojándose desde la puerta de su habitación. Quizás las cosas buenas se estaban avecinando, sería su momento de ser feliz.
Los hermanos más pequeños, Aegon y Viserys, jugaron a los caballeros tirándose manotazos hasta que el sueño los cansó y finalmente se durmieron.
- Hoy ha sido agotador- dijo Visenya, entrando a los aposentos. - pero por lejos uno de los momentos más épicos de mi vida-.
Su esposo le sonrió, preparándose para irse a dormir.
- Peleaste por esto, amor. Merecías ver a tu madre en el trono, ella merecía convertirse en Reina- le dijo él, mientras que ella deshacía su peinado.
- Hablando de lo que uno merece, tengo muchas ganas de comer más pastel- admitió ella.
- Pero... ya guardaron todo en la cocina- dijo su esposo, pero al ver la mirada no tan contenta de su esposa prosiguió - lo que me ordene, princesa-.
Ella sonrió, esperándolo en la cama acostada con su vestido de cama, ansiosa por comer un rico trozo de pastel. Las hormonas del embarazo la tenían loca, cambiaba de emoción rápidamente, tenía antojos de comer cosas dulces.
Su esposo, siempre que podía, la asistía en lo que necesite - estaban ambos preocupados por la salud de este embarazo pero a la vez emocionados.
Entonces allá fue Aemond, sigilosamente haciéndose camino hasta la cocina, vestido literal con su ropa de dormir. Esperaba que nadie lo encontrara en estas condiciones, hasta se había quitado el parche, no estaba presentable para que lo encontrara alguno de sus sobrinos o quizás la Reina, pensar en eso le dio un poco de miedo y comenzó a apurarse.
Logró llegar a la cocina, encontrando rápidamente el pastel que su esposa requería, tomándolo entero y cubriéndolo con unas cajas que convenientemente encontró cerca, ella estaría feliz de recibirlo.
- Bueno, bueno... ¿acaso es Aemond el traidor?- escuchó una voz que lo sorprendió.
Alzó la cabeza, para encontrarse con tres miembros de la guardia real, que parecían estar interrogándolo.
- ¿Qué se les ofrece?- preguntó Aemond.
- Es bien fácil. Traicionaste a tu Rey y mataste a nuestro Lord comandante- dijo uno de ellos, visiblemente enojado. - nada más queremos hablar contigo-.
- Saben que cualquier traición a la Reina se paga con la muerte- dijo Aemond. - mañana ejecutarán a Otto por traidor, justamente-.
- Eso no pasará porque venimos a rescatarlo- mencionó uno de ellos. - vamos a liberarlo junto con la Reina-.
- ¿Ustedes y quién más?- preguntó Aemond. - no podrán contra el resto de la guardia, los despedazarán-.
- Eso no importa ahora, llegaremos de sorpresa, no nos esperarán- dijo uno. - tu no les dirás nada-.
- Yo soy leal a mi Reina- contestó Aemond. - y como dijeron, maté a su Lord comandante, no dudaré en acabar con ustedes tampoco-.
Entonces los otros decidieron atacarlo, sería una batalla cuerpo a cuerpo, los guardias tiraron sus espadas - todo para hacerlo ver más equitativo y porque no tenían la intención de asesinar al príncipe, sólo darle una golpiza.
- Que sea una pelea justa- dijo uno de ellos, al tirar su espada.
Entonces Aemond atacó, pudiéndose defender bastante bien, golpeando severamente a un guardia pero fue entonces que los demás fueron a defenderlo.
Los dos se lanzaron hacia el príncipe, Aemond continuó golpeándolos, dejándolos heridos de todas maneras hasta que uno consiguió darle un golpe en la cabeza a Aemond, que hizo que se mareara y perdiera coordinación, escuchando zumbidos en sus oídos.
Pensó que todo esto no ocurriría si tuviera a su dragón consigo, los quemaría en un instante.
Intentó golpear al resto, siendo capaz de acabar con uno de los tres, ahorcándolo en el piso violentamente hasta que otro lo tomó del pelo, llevándolo hasta el piso también, rematando con otro golpe en la cabeza que le quitó la conciencia, no dudaron en finalizarlo todo golpeando al príncipe que yacía en el piso, apenas pudiendo abrir los ojos, con sangre brotándole de la boca y de su cabeza.
- ¿Qué hemos hecho?- dijo uno de los guardias, al ver cómo habían dejado al príncipe. - morirá-.
- Defendimos a nuestro verdadero Rey, imbécil- le contestó el que quedaba, escupiendo sangre. - ¿acaso no eres suficientemente fuerte? Debemos ir a rescatar a Otto antes de que encuentren a este, vamos-.
Se retiraron dejando al príncipe agonizante en el piso.
* * *Visenya se preguntó porque tardaba tanto, tenía hambre y muchísimo antojo, no podía aguantar más tiempo. Se decidió entonces a irlo a buscar, por más arriesgado que eso fuera. Se vistió decentemente y fue hasta la cocina.
Encontró una escena horrorizante.
Era Aemond, tirado en el suelo, golpeado y herido. Yacía su cuerpo en un charco de sangre, estaba inconciente.
- ¡Aemond!, ¡guardias!- gritó, corriendo hasta su esposo. - no me hagas esto, por favor no te mueras- le dijo, fijándose si respiraba, podía sentir el aire entrar y salir de su nariz, exhaló en alivio pero al ver toda la sangre contempló lo peor. - ¿qué te han hecho?, ¡que le hicieron a mi marido!- gritó, desesperada, aferrándose a las ropas ensangrentadas de Aemond.
La guardia real arribó en el sitio, enseguida buscando al culpable y llamando a la Reina.
- No puede ser, no puede ser- decía ella, sosteniéndolo en sus brazos, manchando su vestido y sus manos de sangre. - ¡traigan a un maestre!-.
El maestre llegó rápidamente, junto con la mismísima Reina y Daemon también.
- ¡Hija! ¿qué pasó?- dijo Rhaenyra, sin entender la escena.
- Atacaron a Aemond- dijo su hija, con lágrimas en sus ojos. - no para de sangrar, está muy mal-.
El maestre enseguida asistió al príncipe, evaluando la extensión de las heridas, viendo de dónde provenía el sangrado. Ordenó que lo llevaran, debían atenderlo rápidamente para asegurarse de que viviera.
- Lo golpearon severamente, princesa- le explicó el maestre. - tendremos que evaluar cómo son sus heridas y tratarlas, es mejor que nos lo llevemos-.
Visenya asintió, dándole un beso en la frente a su marido antes de que se lo llevaran.
- ¿Quién le hizo esto?- dijo ella, con lágrimas en sus ojos, hirviendo de ira. - ¡que lo encuentren y lo mataré con mis propias manos!-.
- Calma, Visenya- le decía Daemon, conteniendo a la princesa. - los encontrarán pronto-.
Otro guardia real llegó a la cocina, con noticias.
- Han atrapado a dos guardias que pretendían ayudar a que Otto escape- explicó el guardia. - confesaron que fueron quienes golpearon al príncipe, además de que ocultaron un cadáver de un guardia que murió en la pelea-.
Aunque sea se había defendido pensó Visenya.
- Enciérrenlos, los ejecutaremos junto a Otto por la mañana- ordenó Rhaenyra.
- No- dijo Visenya, oponiéndose a su madre. - no merecen vivir un segundo más, los mataré ahora, frente al resto. Tienen que aprender lo que significa traicionar a la corona y atacar a un príncipe, así a ninguno de estos se les ocurrirá cometer el mismo crimen-.
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La Danza de las Espadas - Aemond Targaryen
RomanceEn un universo distinto, uno en el cual Rhaenyra fue capaz de engendrar un vástago legítimo con Leanor: Visenya Velaryon, la tercera hija del matrimonio. Prometida a Aemond Targaryen, tiene como propósito unir las dos familias y formar una alianza p...