El tiempo en el palacio pasó rápidamente, los festejos por su nacimiento se concretaron y Aemond se aseguró (a pesar de estar aún recuperándose) de mirar mal a todo aquel lord que osó hablar de qué habían nacido dos princesas y no un príncipe, como el resto anhelaba.
Muchos les trajeron regalos, también festejando la mejoría del príncipe Aemond, que muchos daban ya por muerto. Visenya también se encargó de mirar mal a aquellos que hacían comentarios respecto a eso, pero muchos lores habían sido respetuosos, brindando por la salud del príncipe y de las princesas recién nacidas.
Los maestres aún asistían a Aemond, mandándole ejercicios y terapias para que su condición física mejorara. Oír que no podría montar en dragón lo había devastado, con lo mucho que le gustaban los dragones, con lo feliz que se sentía al volar en Vhagar. Su pasión en la vida era volar, había nacido para eso. El destino, los Siete o quién sea ya lo había probado al negarle su dragón de nacimiento, había tenido que reclamar a Vhagar por su cuenta, enfrentándose luego a la furia de Baela, Rhaena y el ataque de Lucerys, había pagado con su ojo por volar y estaba dispuesto a sacrificar más cosas aún por perseguir su sueño.
Luego de los festejos, Aemond dedicó todo su tiempo a entrenar y trabajar su cuerpo, cambió su alimentación y mejoró su estilo de vida, dejó de beber tanto vino y empezó a pasar tiempo también en Pozo Dragón, no volando sino teniendo conversaciones con su dragona, esperando que verla le otorgara la fuerza necesaria para fortalecerse.
Sus tiempos libres los pasaba con su esposa y sus hijas, a quienes quería profundamente y de quienes no se olvidaba jamás. Ver a las pequeñas crecer también le daba fuerzas, cuando empezaron a decir mamá y papá, también cuando enseñarles valyrio desde tan pequeñas dio sus frutos, pero por lejos el mejor momento de las pequeñas fue su primera interacción con sus dragones de nacimiento.
- Están listas yo creo- dijo Aemond, entusiasmado.
- No lo sé, a penas pueden caminar- decía Visenya. - no sé qué tan buena idea podría ser esto-.
- Amor, son suyas. Son crías también, no les harán daño- Aemond explicaba. - además estaremos con ellas-.
Fue entonces que Visenya accedió y allí partieron a Pozo Dragón. Las pequeñas estaban acostumbradas ya a a viajar por tierra, en el camino yacía una en los brazos de cada padre, Aemond no podía parar de mirarlas.
Eran su luz, también a pesar de todo lo que sucedía ellas lo llevaban adelante. Cuando jugaban con sus muñecas (en especial aquellas que les hacía Haelena), cuando lloraban hasta que su padre las mecía en su regazo, cuando se quedaban dormidas en sus brazos.
Compartir esas experiencias con Visenya, el amor de su vida, hacía que todo fuera más llevadero.
Cuando llegaron a Pozo Dragón las niñas inmediatamente despertaron, cómo si supieran lo que estaba a punto de pasar. Los guardias los recibieron, algo sorprendidos de verlos con las pequeñas, pero obedecieron sus comandos de cualquier manera.
Trajeron a los pequeños dragones, que tenían el tamaño de un pequeño cachorro aún (como los de Daenerys cuando recién nacieron), aunque crecían rápidamente. Para cuando las princesas los montaran, seguro serían tan grandes cómo Syrax, o eso intuían los guardias respaldados también por Aemond, quien aseguraba que estas bestias volarían a la par de Vhagar y Aurion.
- Estos pequeños crecen rápido y también crece su apetito, ya casi que se pueden alimentar por su cuenta- decían los guardias, mientras que los príncipes admiraban a las dos criaturas.
El primero de ellos era rojo, a Visenya le recordaba a Caraxes, pero tenía una corona de escamas como la de Syrax, echada hacia atrás y unos ojos celeste brillantes, parecidos a los de Dreamfyre, este había nacido en la cuna de la mayor, Aenya. El otro, muchos discutirían de decir que era el más bonito, era un ejemplar único - sus escamas tenían un color celeste profundo casi plateado, muchos dirían que se parecía a Sylverwing, aquel dragón montado por la Reina Alysanne - este correspondía a la más pequeña, Alyssa.
No parecían crías en verdad de Vhagar y de Aurion, siendo Vhagar una dragona de color bronce con reflejos azules verdosos, mientras Aurion parecía una versión más pequeña de Balerion el Terror Negro, Visenya siempre anhelaba con que llegara a ser del tamaño de su antepasado, y que tuviera tanto éxito en batalla y gloria cómo aquel supo tener, aunque muchos decían que había sido tan grande y bravo por haber nacido en Valyria y sabían que eso mismo había dado lugar a incidentes como el de la princesa Aerea, del que tan poco se sabía.
Llegó el momento de que las pequeñas interactuaran con sus dragones, sus padres las dejaron sobre el piso del lugar aún algo escépticos, mientras que ambas se levantaron y caminaron lentamente hacia sus dragones, sin demostrar tener miedo. Cada una fue hacia el que había nacido en su cuna, cómo si ya hubieran forjado un vínculo con sus pequeñas bestias.
La siguiente escena llenó de amor a todos los que estaban presentes; los dragones restregaron sus cabezas sobre las pequeñas, Alyssa llegó incluso a abrazar a su dragón mientras le balbuseaba cosas que sólo ella entendía mientras que Aenya tomó la nariz del suyo haciéndolo estornudar, era una escena hermosa de ver y conmovió a todos.
Más tarde todos se enteraron de la historia de cómo las pequeñas conocieron a sus dragones, aunque todos expresaban preocupación por el dragón que había sido de Aegon, Sunfyre. El dragón había sufrido la muerte de su jinete, pero aún se encontraba sin nadie que lo montara. Nadie aún sabía, pero pronto el dragón sería reclamado por una de las jinetes más poderosas que la historia recordaría - Rhaena Targaryen, pero aún faltaba tiempo para que ese hecho se concretara.
Más allá de que todo parecía ir bien, las rebeliones en el Reino no tardaron en llegar y las pésimas noticias se oyeron un par de días más tarde de unos mensajes recibidos por los maestres.
Eran pequeños lores los que creaban problemas, esos mismos que habían declarado a Aemond muerto también pensaban que Rhaenyra no debería ser Reina por el mero hecho de ser mujer, y menos ahora que los Dioses habían favorecido al Tuerto trayéndolo de la muerte - muchos también decían que en este sueño el mismísimo Aegon se le había aparecido, declarándolo como el príncipe prometido, de quién sería la canción de Hielo y Fuego. Más allá de que los detalles del estado de Aemond no habían sido revelados a la población, también los mismos decían que había despertado gritando "¡Será mía!" en Valyrio, aludiendo a la canción justamente; mientras que otros discutían y sostenían que el príncipe había despertado en silencio, tomando la espada en sus manos y que su personalidad había cambiado, que ahora era más frío que antes y estaba determinado a conquistar el Reino.
Parecía que la falta de detalles había dado a que todos sacaran conclusiones distintas.
Era cómo si fuera un Dios para estos lores, y las ideas se contagiaban, los mitos crecían y lo único que querían era venerar al Rey que tendría que haber sido, y para ellos no era tarde para re-establecer el órden sucesorio, así que ya tramaban avanzar hacia Desembarco del Rey, no sin antes juntar hombres capaces para pelear junto a ellos.
- No puedo creer que piensen eso, si me vieran en este estado dudo que sigan diciendo que soy el príncipe prometido- bufó Aemond.
A Aemond en verdad no le interesaba sentarse en el trono, ver cómo su hermano había huido de esa responsabilidad al principio - también no respetando la ley hereditaria, no ser libre de pasar tiempo volando, tener que encargarse de cuestiones densas y no poder pasar tiempo con su familia - él quería tener una familia grande, quería tener tantos hijos cómo Alyssane tuvo, criarlos mejor y tener un pequeño ejército de príncipes y princesas - sin tener que pensar en quién se sentaría después que él en el trono, ni en que fueran los mejores monarcas. Quería vivir tal y cómo vivía ahora, sólo que pudiendo montar en dragón, claro.
- No importa lo que piensen en verdad, aquí lo que tenemos que hacer es erradicar la rebelión antes de que se vuelva más grande- dijo Daemon, firme.
- Necesitaremos usar nuestros dragones para imponer miedo y si eso no funciona...- decía Jacaerys.
- Arderán- terminó de decir Visenya. - yo volaré en Aurion, llevaré también tropas a pie para imponer miedo, soy la Comandante después de todo, tengo que encargarme de este asunto-.
En este tiempo se había encargado de fortalecer a la guardia, hacerse valer también, ella no tenía dudas que sería una capaz adversaria de esta rebelión y haría valer la ley del reino.
- Lo mejor sería que se llevaran a alguien por tierra, yo...- Aemond intentó decir, sintiéndose inútil pero a la vez culpable de que la rebelión también se tratara de él.
- Tú deberías descansar y cuidar de nuestras pequeñas, cuando vuelva yo me encargaré de ayudarte a entrenar. Los guardias ya se quejaron de que empuñas bien la espada de madera y que más de uno ha sido herido por tu parte, te falta recuperarte aún y dudo que sea buena idea llevarte con nosotros a erradicar esta rebelión- le dijo Visenya, y fue entonces que Aemond entendió y se convenció a si mismo de que lo mejor sería quedarse.
Aemond de todas maneras se quedó en el salón, ayudando a todos a planear cómo enfrentarían a los rebeldes en esta oportunidad, estando algo emocionado de luego recibir entrenamiento por parte de su esposa. Muchos lo tildarían de menos hombre por eso, pero no existía mayor honor para él que la Comandante, alguien tan fuerte como su esposa, lo ayudara a entrenar.
Luego de pasar una tarde entera planeando sus acciones, moviendo figuritas en torno al mapa y recibiendo la opinión de todos los presentes, todo había concluído.
- Entonces, resumiendo- dijo Lucerys. - mamá, Visenya y Daemon irán volando, Jace y yo iremos por tierra cuidando y comandando a las tropas en su nombre, el plan es negociar primero y si eso no funciona, Dracarys-.
Todos estuvieron de acuerdo, fue entonces que los preparativos comenzaron.
- Tendremos que agilizar, esto debe erradicarse cuanto antes- dijo Rhaenyra. - enviaremos cuervos diciéndoles que si no declaran lealtad, serán enfrentados por nuestras fuerzas-.
Ahí comenzaron los intentos de negociar con los rebeldes, aunque no se obtendrían respuestas de estos mensajes, dándose a entender que habían elegido pelear entonces.
Visenya dio la órden de que los soldados se prepararan para enfrentar la situación, también dándoles información respecto a los lores que eran rebeldes y los tamaños de su flota también. Eran pequeños, con pequeños castillos también, si en verdad no aceptaban arrodillarse ante la Reina su destino estaba cantado.
No era la primera vez que un gobierno Targaryen enfrentaba algo similar, cómo Aegon el Conquistador con sus guerras para establecer su dominio sobre los Siete Reinos, que terminaban afirmando su reinado con fuego y sangre. Ellos no tenían miedo de recurrir a ese recurso si no se arrodillaban, pero sí todos los líderes temían ser recordados como aquel sangriento Rey, Maegor I, quien quemó y mató a muchas más personas de las que lo merecían, mientras que su hermano Aenys I cometió el pecado inverso, dejando pasar dichas rebeliones y demostrándose cómo débil ante su pueblo, acabando con su reinado antes de tiempo todo por no ser tan fuerte cómo su padre.
Esta pelea reafirmaría el reinado de Rhaenyra y les daría a entender a todos los lores, sean grandes o pequeños, de Invernalia hasta Dorne, que ella era poderosa y su reinado sería próspero después de todo.
La lucha que había tenido Visenya contra los verdes había valido la pena, que este reinado estaba destinado al éxito, eso tenían que demostrarles a estos lores que se rehusaban a creer, que osaban cometer traición contra la corona.
* * *
hola!! perdón que desaparecí pero volví! pasé mi examen ;) me encargué de celebrarlo ya y ahora con este tema de las fiestas estuve algo ocupada, pero volví con toda y estaré escribiendo más capítulos pronto.
gracias por el apoyo!!
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La Danza de las Espadas - Aemond Targaryen
RomansaEn un universo distinto, uno en el cual Rhaenyra fue capaz de engendrar un vástago legítimo con Leanor: Visenya Velaryon, la tercera hija del matrimonio. Prometida a Aemond Targaryen, tiene como propósito unir las dos familias y formar una alianza p...