Escuchó unos ruidos ajetreados, cómo buscando cosas en los aposentos. Se limitó a abrir su ojo, para ver qué sucedía. Era ella, su esposa, con el pelo suelto y sin peinar, buscando algo en la habitación.
- Buenos días, princesa- murmuró Aemond, desde la cama. - ¿qué buscas?-.
- Em... sigue durmiendo yo me encargo, no te preocupes- dijo ella, mientras revoloteaba toda la habitación, buscando encontrar algo. De repente paró, suspiró y se volteó hacia la cama.
Verlo así, en la cama, sin camisa y alborotado. Hizo que su corazón latiera más rápido por un segundo, pero luego recordó su tarea.
- Necesito vino- le dijo, algo avergonzada.
- ¿Ya, tan temprano en la mañana?- preguntó él, asombrado.
- No, Aemond, no es para eso- dijo ella, ya algo frustrada de estar buscando. Él la miró, confundido. - mira... no queda bien que en la noche de bodas yo no haya sangrado, prefiero que piensen que lo hicimos y yo era virgen antes de otra cosa-.
El rió.
- Es un detalle inteligente de tu parte, la verdad- explicó él. - pero las criadas sabrán la diferencia al limpiarlo, no te preocupes tanto-.
- No me preocupo... nada más... mira no quiero que tu madre piense más cosas de mí- admitió, con vergüenza.
- Prometimos dejar de pensar en esas cosas, Visenya- le dijo él. - ¿qué hará?, ¿anulará el matrimonio?, ¿cortará nuestras cabezas?-.
Ella suspiró.
- Tienes razón, quizás no debería preocuparme tanto por eso- le dijo, sentándose en la cama. - es raro estar en un lugar cómo este, no termino de entender el juego de autoridades, cómo funcionan las cosas-.
- Es difícil- le dijo él. - pero como te dije, debemos hacer esto a nuestra manera. Volemos, ¿quieres? Así te podrás distraer-.
Ella asintió.
- Debería cambiarme primero- le dijo ella. - o siquiera peinarme-.
- ¿Puedo intentarlo?- preguntó él.
- ¿Qué?, ¿peinarme?- dijo ella, casi riendo. - ¿puedes en serio peinarme?-.
- Oh, princesa, yo me peino sólo todas las mañanas- dijo él, orgulloso como si fuera un gran logro (aunque en verdad lo era, su cabello siempre lucía perfecto). - la gente dice que hago un buen trabajo-.
- Hazlo entonces- le dijo ella. - pero mis ondas son mucho más rebeldes que tu cabello lacio, te lo advierto-.Se sentó en el tocador, mientras que Aemond tomó el peine y comenzó a cepillar el cabello. En verdad lo hacía bien, le tiraba incluso menos que cuando lo hacían sus criadas. Aemond intentó trenzarlo, pero su intento falló un poco, entonces decidió atarlo a medias, dejando lucir sus ondas sueltas, pero se dio cuenta que eso tampoco funcionaría. Antes de rendirse, lo cepilló una vez más.
- Lista- le dijo él.
- Espera, ¿no pretendes que salga así, no?- le dijo ella. - con mi cabello suelto nada más-.
- ¿Y qué? Te ves bonita así- le dijo él, haciendo que se sonrojara pero intentara ocultarlo.
- Si tu dices- le respondió, encogiéndose de hombros.
* * *
Una vez las criadas le dieron su nuevo vestido, Visenya se aseó y preparó para comer algo antes de emprender vuelo nuevamente con Aemond. Comió algunas frutas y pastelitos junto a él, dándose cuenta de que era un hombre simple a la hora de desayunar, tomando unos panes nada más y comiendo sólo eso.
- Estaba pensando que quizás deberíamos escoltar a mi familia en dragón hasta Roca Dragón- le sugirió ella. - ellos se van hoy, podría ser buena idea-.
- Mira, yo siempre estoy a favor de hacer lo que tu plazcas, pero dudo que la Reina nos deje alejarnos de Desembarco del Rey justo en este momento- le explicó él. - de todas maneras, claramente iremos a visitarlos seguido, no pretendo alejarte de ellos ni tampoco que nos alejen terceros de tu familia-.
Ella asintió, le parecía razonable lo que planteaba.
- Entonces me gustaría pasar la mañana con mis hermanos, podríamos volar de noche- le dijo ella. - así podré despedirme-.
¿Despedirse? Le costaba entender a Aemond el peso de esas palabras. Si él fuera el que tenía que irse lejos de su familia, no tendría el menor reparo en molestarse con esas tonterías. Pero entendía que para ella significaban mucho, así que acompañaría a su esposa en esta ocasión.
Se encontraron afuera con los príncipes, que parecían practicar esgrima con espadas de madera. Jace estaba criticando las habilidades de Luke, diciéndole que era muy lento y que precisaba ser más tenaz.
- Quítate Jace, sabemos que la tenaz aquí soy yo- dijo ella, tomando una espada de madera y uniéndose a sus hermanos.
- Aemond- murmuró uno, mirando al esposo de su hermana con poco agrado.
- Jacaerys, Lucerys- saludó Aemond. - somos familia ahora, espero podamos llevarnos bien-.
Los chicos no hicieron mayor gesto de aceptación hasta que se toparon con la mirada amenazante de Visenya, que, a pesar de ser la menor, siempre llevaba las de ganar. Fue entonces que asintieron, como dejando pasar una rivalidad que tardó años en forjarse por una simple frase.
Visenya y sus hermanos practicaron por lo que se sintió como poco tiempo, llegando incluso Aemond a unirse a la práctica, una vez los hermanos de Visenya se dieron por vencidos, sólo quedaban Visenya y su esposo en la arena.
- ¿Tienes miedo?- dijo él, mirándola a ella, con su postura perfecta sosteniendo la espada de práctica.
- Tu deberías tenerlo- le dijo, y comenzó a mover su espada.
Bloquear sus aciertos era difícil, tenía muchas más fuerza de lo que aparentaba para ser tan pequeña en tamaño. Era ágil, tan ágil que era difícil para Aemond predecir su siguiente movimiento y responder efectivamente. Tanto así, que después de pocos minutos, ella logró quitarle su espada tras un golpe feroz.
Sus hermanos aplaudieron fuertemente, festejando su triunfo.
Se sonrió, mirando la cara asombrada de su esposo. Continuó peleando, Aemond esquivaba bien a pesar de estar en desventaja, pero eso no duró mucho. Ella hizo un movimiento que parecía angélico, dando una vuelta en su lugar hasta que la espada termino a centímetros del cuello de Aemond.
Por fuera, sus hermanos festejaban, pero Aemond estaba a segundos de que se le cayera la baba. No sólo era difícil que lo vencieran, sino que era difícil que lo cautivaran de esa manera. Una mujer tan fuerte, tan tenaz y sobretodo hábil, corría la sangre de la conquistadora por sus venas.
- Te dije que te vencería- le dijo ella, orgullosa. - igual peleaste bien, debo concederlo-.
- Parecen llevarse bien- comentó Luke, mientras que ellos continuaban su charla. - puede ser que mamá no haya tomado una mala decisión al sugerir casarlos-.
- No digas eso, Lucerys. Aemond es cruel, no tardará en serlo con ella también- le dijo Jace, ferozmente. - fue una idea terrible casarlos y peor aún irnos a Rocadragón dejando a Visenya a merced de estos bárbaros- tiró la espada de madera, retirándose del lugar de entrenamiento.
Visenya miró la tempestuosa salida de su hermano, contemplando la posibilidad de seguirlo, ya prediciendo cual era el problema.
- Déjame a mi, hermana- Luke dijo. - sabes cómo es él-.
Visenya asintió, tornándose a Aemond con cara preocupada. Quizás no sólo temía extrañar a sus hermanos pero también tener que lidiar con la Reina y su actitud. Tenía claramente al Rey para protegerla, pero su estado de salud empeoraba cada vez más.
Su madre le había comentado que la Reina le estaba dando leche de amapola para mantenerlo tranquilo, tal potente remedio sólo se utilizaba en estos casos, cuando ya no quedaba más para aliviar su sufrimiento.
- Estaremos bien, Visenya- le dijo él. - dudo que alguien se quiera meter con una persona que pelea de esta manera-.
Ella le sonrió, pero no tardó en volver a sentirse preocupada. La protección que le brindaba Aemond era relativa, Aegon era su hermano mayor y a pesar de que era inhábil y ella podría derrotarlo rápidamente, no dejaba de ser el primogénito de la Reina. Ella no demostraba amar a sus hijos pero sí protegerlos, cómo si fueran de su propiedad nada más.
Visenya sintió un calambre en el bajo vientre, emitiendo un pequeño sonido de queja al sentirlo.
- Visenya, ¿estás bien?- preguntó Aemond, preocupado. - llamaremos al maestre de inmediato-.
- No, no- dijo ella. - es mi sangre, llegó- dijo, algo avergonzada.
- Oh, yo... no sé... ¿duele?, ¿mucho?- preguntó él.
- Algo así- contestó ella. - será mejor que me recueste así podré despedirme de mis hermanos en forma más tarde-.
- Claro, yo te acompaño- dijo él. - ¿precisas algo?, ¿hay algo que pueda hacer para ti?-.
Ella negó con la cabeza, mientras que él la acompañó a sus aposentos. Ella se aseó antes de recostarse en la cama, sintiendo calambres como los usuales, sólo algo más fuertes esta vez. Quizá su cuerpo le estaba pasando factura por la tristeza que sentía de tener que ver a sus hermanos irse, o quizás simplemente sería así esta vez.
- Ya vuelvo- dijo Aemond, una vez se aseguró de que ella estuviera recostada en la cama.
* * *
- La sangre, hermana, le llegó su sangre y se siente terrible- dijo él, agarrándose la cabeza, como si su esposa estuviera muriendo. - no... no quería exponerla de esa manera, pero necesito que me expliques cómo funciona eso-.
Ella rió.
- ¿A caso Aemond está interesado por una mujer?- dijo ella, con gesto de sorpresa. El le devolvió una mirada sin mucha emoción. - los maestres usualmente no hacen nada en estos casos, hay té de hierbas, quizás algún saco caliente que pudieras conseguir para aplicar en su vientre-.
El asintió, interesado por aprender, haciendo notas mentales mientras su hermana le decía consejos.
- Imagínate, si eso duele, cómo será parir- dijo su hermana. - horas y horas de contracciones, pujar y sacar al niño de dentro tuyo, eso sí que es duro-.
Por un segundo Aemond tuvo miedo, ¿haría que Visenya pasara por todo ese sufrimiento para darle un hijo? Todos sabían que era natural el trabajo de parto, la sangre y el dolor, pero ya ver a Visenya algo adolorida lo hacía estremecerse, no podía imaginarla en esa situación tan horrible.- Gracias hermana- dijo Aemond, rápidamente retirándose de la habitación y yendo a conseguir los implementos que ella había sugerido.
* * *
Visenya yacía acostada en la cama, descansando. No podía conseguir dormirse, pero estaba recostada cómodamente. Pensaba en sus hermanos, en su esposo, en el Rey enfermo y en la Reina, que parecía expectante, ansiosa por tomar el poder junto a su padre Otto.
- Ya volví, volví- dijo Aemond, que parecía que tenía prisa. - traje esto- dejó en la cama unas bolsas con hierbas. - esto también- dejó un té sobre la mesita al lado de Visenya. - y... bueno, esto- dejó también un jarro de vino, ella emitió una pequeña risita al verlo.
- No deberías haberte molestado en traerme estas cosas, gracias- le dijo ella, con pocas energías. - creo que de todos estos implementos, el vino es el que podrá ayudarme más- destapó el jarro y bebió, cubriéndose la boca después de un trago, intentando que sus gestos parecieran más formales, pero había sido criada entre sus hermanos después de todo.
- El vino de Desembarco del Rey es el mejor- dijo él. - no sé de dónde lo traen, pero es el más dulce-.
Ella asintió, tenía razón en lo que le decía.
- Servirá por ahora- dijo ella. - debería intentar recomponerme para ver a mis hermanos, a pesar de que Jacaerys está enojado conmigo-.
- Conmigo, querrás decir- dijo Aemond. - será difícil para ellos ver a nuestras familias unidas, en cierta manera es complicado para todos-.
- ¿Para ti también?- preguntó ella.
- Tu familia y la mía son distintas, Visenya- le dijo él. - nos criamos de maneras distintas, amamos a los nuestros de maneras distintas. Si yo tuviera que despedirme de mi familia estaría más que feliz de hacerlo-.
Ella sintió tristeza al oírlo decir eso. Sabía que Aegon era pésimo ser humano, una escoria literalmente, pero lo que más triste resultaba era ver el poco amor que sentía su madre por ellos, siendo que Rhaenyra daría su vida por sus hijos, los había criado a todos con tanto amor, tanto respeto.
No podría imaginar lo doloroso que había sido para ellos ser criados de esa forma. Tal vez Aegon estaba torcido por eso también, por haber recibido tan poca atención, tan poco amor, pero quizás mucha expectativa.
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La Danza de las Espadas - Aemond Targaryen
RomanceEn un universo distinto, uno en el cual Rhaenyra fue capaz de engendrar un vástago legítimo con Leanor: Visenya Velaryon, la tercera hija del matrimonio. Prometida a Aemond Targaryen, tiene como propósito unir las dos familias y formar una alianza p...