Visenya abrió sus ojos lentamente, tenía frío y se sentía débil, encontró a Aemond junto a ella, con un par de cunas detrás de él.
Se había quedado dormido, con ambos brazos abrazando el cuerpo de ella, se sonrió sin querer despertarlo - le recordaba a sí misma cuando se quedaba dormida sobre él, no pudo evitar alzar su mano para acariciar su cabello, extrañaba como se sentía tenerlo tan cerca.
Aemond reaccionó al toque de su esposa, despertando lentamente para encontrar su mirada con la de ella.
- Amor- le dijo él, abriendo sus ojos. - despertaste- pero todo aún parecía un sueño.
Él había sentido lo mismo también, todo este tiempo. Extrañaba muchísimo a Visenya, y tuvo miedo al encontrarse con la escena que en la que estaba ella dando a luz.
Sabía que esas cosas eran sangrientas, pero ver cómo perdía su fuerza y se desvanecía sin siquiera haber podido ver a los recién nacidos, sin haber podido reaccionar a que él llegaba, fue muy duro ver como los maestres la rodeaban y él se tambaleaba hasta que su hermana logró sostenerlo. Él tampoco estaba bien del todo, pero permaneció preocupado hasta que Visenya recobró la conciencia recién ahora.
- Aemond- murmuró ella. - estás aquí conmigo por fin- sus ojos brillaban.
- No sabes cómo fue- le dijo él, mientras sostenía su mano y la ponía sobre su rostro. - oía todo, te oía cada noche cuando venías a contarme tu día, oía tu llanto, oía cuando Jacaerys venía a pedirme que me recuperara pronto para estar para ti, pero no podía moverme, no podía contestarte, no podía decirte que estaba bien-.
- ¿Jace te visitaba?- preguntó ella, algo sorprendida y el asintió en respuesta. - no sabes que paz me traía irte a ver, ansiaba llegar a ti para contarte qué había hecho- le corrían lágrimas por las mejillas. - pensé que te había perdido-.
- Estoy aquí ahora, eso es lo que importa- contestó él, poniendo su frente contra la de ella, viviendo el momento tan esperado, dándole un pequeño beso tierno. - y no sólo me tienes a mí, tienes a otras personitas que quieren estar contigo también-.
Aemond tomó en sus brazos a los dos bebés que estaban cubiertos con una manta hermosa, era roja y estaba bordada con hilo dorado, en honor a la casa de sus padres.
- Tenemos dos hijas preciosas- le dijo Aemond, dándole a Visenya las dos pequeñas princesitas para que sostuviera en su regazo. - sus dragones han nacido también, serán tan fuertes como su madre-.
Visenya no paraba de sonreír al contemplar a las pequeñas.
Eran perfectas, no podía creer que sostenía en sus brazos a sus dos pequeñas, teniendo a su esposo allí con ellas, meciéndolas con cariño. Era exactamente cómo le había dicho su madre, tenerlas con ella le traía una paz inexplicable, sentía cómo si el tiempo se detuviera con ellas ahí, cómo si nada más existiera.
Se parecían entre ellas, pero no eran gemelas idénticas - ambas princesas tenían el cabello plateado, pero una de ellas lo tenía ondulado como su madre y la otra lacio como su padre.
Sus personalidades también parecían distintas, la de cabello ondulado estaba dormida tranquilamente mientras que la del lacio no paraba de moverse y hacia puchero de vez en cuando. Aunque el tiempo diría cómo serían las pequeñas.
- Esta sí que se parece a ti- le dijo Visenya, señalando a la de pelo ondulado, mientras ambos las miraban perplejos, como hipnotizados por ellas.
Todos sus pequeños movimientos les llamaban su atención, poder contemplarlas de esta manera era único.
- ¿Pensaste en nombres ya?- le preguntó el príncipe, rompiendo el trance.
- Había pensado que si teníamos una niña le pusiéramos Aenya, como Aemond y Visenya- le dijo ella, sonriéndole a su esposo. - pero no pensé dos nombres de niña la verdad-.
- Me encanta la idea de Aenya, creo que va con la de pelo lacio, qué es la mayor. Quizás la otra... podría tener un nombre que ya exista en la familia- sugirió Aemond. - podríamos ponerle Alyssa-.
- Creo que le gusta- dijo Visenya, viendo cómo la pequeña de pelo ondulado hacía una mueca con su cara, mientras sus dos padres las miraban con amor.
Se oyó un golpeteo en la puerta, acto seguido entró Daemon.
- Visenya, ya has despertado- dijo él. - ¿cómo te encuentras?-.
- Bien, cansada pero bien- le dijo ella, viendo cómo su mirada estaba fija en las pequeñitas, fue entonces que lo invitó a acercarse - conoce a la pequeña Aenya y Alyssa-.
Daemon parecía como si le fuera a caer la baba, había pasado muy mal cuando ella estaba en sus labores, tanto así que cuando se enteró que había perdido el conocimiento acudió rápidamente al palacio y prácticamente amenazó a los maestres de muerte para que la ayudaran, gritaba que salvaran a su hija a los gritos pelados, pero no se expondría a contarle ese suceso a Visenya, no se vulneraría de esa manera.
Mirando a las pequeñas él también entro en el trance, no pudiendo ocultar su felicidad de que habían nombrado a la más pequeña después de su madre, Alyssa.
- ¿Podemos entrar o qué?- se oyó detrás al pequeño Viserys.
- Pasen, conozcan a sus sobrinas- dijo Visenya, invitándolos a entrar.
Jacaerys con Haelena, Lucerys con Rhaena, Baela, Aegon, Viserys y hasta los pequeños de Haelena vinieron a verla.
La habitación se llenó rápidamente y Rhaenyra no tardó en llegar tampoco.
Todos tomaron su turno para ver a las pequeñas, trayéndoles regalos, cargándolas, felicitando a los padres y también celebrando que Aemond estaba mejor.
- No sabes lo feliz que me has hecho con estas preciosuras de nietas- le decía Rhaenyra, mientras sostenía en sus brazos a Aenya mientras que Daemon mecía a Alyssa.
Todos rodeaban a los nuevos padres y a las pequeñas, Aemond no había experimentado sentirse en familia de esta manera. Los ojos de su esposa brillaban, él no podía creer que la tenía cerca, no se había sentido así de feliz en su vida.
Tener a sus pequeñas, sostenerlas en sus brazos por primera vez, fue la mejor cosa que le había pasado en su vida entera - claramente, también haber conocido y casarse con el amor de su vida también había sido un momento hermoso en su vida, pero ver a esas pequeñas que eran de ellos, que se parecían a los dos, con sus pequeñas muecas y sonidos que emitían, era perfecto.
- Tenemos que decir de todas maneras que lo más épico que ocurrió en esa habitación no fue la llegada de Aemond, no- decía Haelena. - fue cuando recibió a la pequeña Alyssa-.
- Espera, eso no lo recuerdo- comentó Visenya, confundida.
- Lo que pasa es que la partera y el maestre fueron a atender a Aenya y... nada, continuó el proceso- explicaba Aemond, con sus palabras. - yo me acerqué y nació Alyssa, fue mágico tenerla en mis brazos, sostenerla de esa manera. Pero luego te desmayaste y todos nos asustamos, por suerte estás bien ahora- acarició la cabeza de su mujer.
Parte del relato había omitido de todas maneras, esa acción tan heroica había matado a Aemond de miedo. No sabía que estaba haciendo, su hija casi se le cae de las manos porque estaba cubierta en líquidos viscosos, pero aún así había sido una experiencia buena.
- Gracias por eso, amor- le dijo su esposa. - temo que hayas visto esa escena-.
- Sí, por lo menos no viste la previa- comentó Jacaerys. - eso quedó para nosotros- se cruzó de brazos.
Aemond no terminaba de entender, pero Jacaerys pretendía exponer a su hermana más que a nadie, aún tenía sus resentimientos sobre el estado de salud y el parto de ella.
- Bueno, tenemos que estar tranquilos, lo que pasó pasó y ahora estamos todos bien- dijo Rhaenyra. - tu hermana tuvo sus razones, también es entendible. Tu cuándo dejaste de intercambiar cartas con Haelena lloraste como un mes así que...-.
Jacaerys se avergonzó, enrojeciéndose mientras que Haelena lo codeó suavemente, todo el resto soltó una carcajada.
Continuaron bromeando hasta que los demás se fueron yendo, pronto solo quedaban Rhaenyra y Haelena con los nuevos padres, las pequeñas ya se encontraban algo incómodas.
- Creo que tienen hambre- dijo Visenya, reconociendo la necesidad de sus hijas. - yo.. esto...-.
Fue entonces que su madre y su tía la asistieron, explicándole cómo debía hacerlo y ayudándola sosteniendo a las pequeñas, junto las matronas que estaban cerca de ella.
- Princesa, ¿está segura que usted quiere darles de lactar?, ¿no prefiere que una de las encargadas lo haga?- sugirió la matrona.
- No, quiero darles de mi pecho- dijo la princesa, confiada de que todo saldría bien.
Luego de varios intentos, las dos pequeñas lograron prenderse y Visenya estaba feliz a más no poder, Aemond acariciaba el cabello de su esposa, también feliz de ver esta escena tan hermosa.
- Crecerán grandes y fuertes, como su madre- decía Aemond.
La pareja entonces quedó a solas, mientras que las pequeñas terminaban de comer, fue entonces que Aemond se puso a Alyssa al hombro, meciéndola y sacándole el provecho mientras que Visenya hacía lo mismo. Luego Aemond se sentó con ambas en brazos, contándoles historias en valyrio de los dragones y las hazañas de Aegon el Conquistador, las pequeñas fueron cerrando sus ojos y pronto estaban dormidas.
Visenya admiraba todo perpleja, siempre había pensado que él sería buen padre, pero todo esto era hermoso de ver. Un hombre tan fuerte, tan valiente, viéndose así tan vulnerable. Derretía el corazón de cualquiera.
Luego las matronas se llevaron a las bebés a su nueva habitación, cerca de la de sus padres, dónde todo estaba decorado perfecto para ellas.
- ¿Cómo te sientes?- le preguntó Visenya a Aemond. - despertar después de tanto tiempo no debe ser fácil-.
- La verdad es que me siento fuera de forma, me duelen las piernas cuando camino y apenas puedo sostener a las pequeñas, los maestres me dijeron que debería recuperarme con mucho ejercicio- le dijo Aemond.
- Mencionaron algo sobre... bueno... ¿volar en dragón?- preguntó Visenya, algo temerosa por la respuesta.
Sabía que Aemond amaba a los dragones, amaba volar en ellos y lo hacía sentir poderoso. Por muchos años su destreza como jinete fue lo que lo hizo sentirse valorado por su familia, aunque raramente lo reconocían.
También entendía, por las pequeñas acciones que había visto, que el estado físico de su esposo no era cómo el de antes - había adelgazado, perdido bastante masa muscular y se notaba cuando emitía pequeños quejidos al moverse que tenía dificultades que antes no - todo era racional teniendo en cuenta que había estado casi 8 meses en coma.
- No saben si podré hacerlo otra vez- dijo Aemond, visiblemente triste.
Visenya invitó a su esposo a sentarse junto a ella en la cama.
- Tardaste 8 meses en despertar, no esperes recuperarte de tanto descanso en un par de días- le dijo su esposa. - sé que si lo intentas podrás, yo misma te ayudaré-.
Hicieron contacto visual, se sentía tan mágico como siempre.
- Volarás en Vhagar, volaremos juntos cuando te recuperes. Los maestres cuidarán de ti pero tienes que hacerles caso si quieres mejorar- le dijo su esposa.
- Sí, sí. El mismo caso que les hiciste tu cuando entraste en labor de parto- bromeó Aemond.
- Es diferente- se justificó Visenya. - no quería tenerlas sin ti, tuve que limpiar mi propia sangre del piso para que nadie descubriera que estaba en labor, fue bastante horrible la verdad-.
- Pero ahora estamos juntos, eso es lo que importa- dijo él. - ya estaré mejor y también tu-.
- Yo estoy excelente- dijo ella, defendiéndose. - estoy sangrando, sí, pero estoy impecable-.
- Deberías descansar- le dijo su marido.
- Tu también, no inventes excusas- le dijo ella. - ven conmigo-.
Aemond se metió en la cama, ambos se cubrieron y se sostuvieron.
- Deberías haber visto cómo quemé a los traidores que te atacaron- le decía ella, mientras acariciaba su cabello gentilmente. - ahora soy la Comandante de la Guardia Real, deberías ver cómo me respetan-.
- ¿Alguna vez te había dicho lo mucho que te amo?- le dijo Aemond, mirándola directamente. - todo lo que haces, incluso a esas pequeñas, es perfecto. Nunca pensé que me casaría con una mujer tan especial como tú-.
Ella se sonrió, dándole un beso.
- Yo tampoco pensé que me casaría con alguien tan perfecto como tú- le dijo ella, acurrucándose en su pecho.
Se extrañaban, extrañaban sostenerse, corresponderse. Fue así que se quedaron dormidos en los brazos del otro, agotados por el día que tuvieron, recién entendiendo cómo era ser padres primerizos y todavía de mellizas.
Todo había mejorado, al fin se tenían el uno al otro.
* * *
POR FINNN! Ya di mi examen (ojalá me haya ido bien plis) y ahora les traje nuevo capítulo. Ojalá me haya quedado mejor :( lo escribí en varias veces, prometo que el siguiente será mejor.
Gracias por leer!
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La Danza de las Espadas - Aemond Targaryen
RomanceEn un universo distinto, uno en el cual Rhaenyra fue capaz de engendrar un vástago legítimo con Leanor: Visenya Velaryon, la tercera hija del matrimonio. Prometida a Aemond Targaryen, tiene como propósito unir las dos familias y formar una alianza p...