10- Obito

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Golpeó suavemente la puerta, cuando mí hermano pequeño abre, puedo ver las ojeras bajo sus ojos.

—Estuviste toda noche en la computadora.— Resopló.

Shisui se encoje de hombros y me ofrece una media sonrisa.

—Tenia que ver hasta donde se extienden los tentáculos del monstruo que enfrentamos.

Asentí. Sabía que iba a ponerse con eso de inmediato.
Es como es él, curioso, inquieto, tiene que saber todo.
De esa forma puede anteponerse a cualquier escenario. Un maldito genio estratega, Issac no se queda atrás, ambos son brillantes.

Palmeó su espalda y le digo: —Desayunemos.

Luego lo deje para que se prepare y se una a mí en cuanto esté listo.

Saco unos huevos del refrigerador y los empiezo a batir. Enciendo la cafetera, meto unas cuantas rodajas de pan en una asadera al horno...

Madara debe estar dormido, no me detuve a revisar su habitación cuando salí de la mía.
Le tocó cuidar a la bebé anoche. Y luego de bañarla y lidiar con todo el lío de caca en el que nos metió a la madrugada, sabía que estaría agotado.

Sentí curiosidad y me dirigí a su dominio.
Cada uno de nosotros tenía su espacio privado. Así lo habíamos diseñado y trabajamos con cada decorador para conseguir lo que mejor nos funcionaba.

Abrí la puerta y vi que había movido su cama.
La bebé estaba entre su cuerpo y una almohada que la protegía de golpearse contra la pared si se giraba.
Estaba despierta, chupando su dedo pulgar.
Una pequeña sonrisa se marcó en su carita cuando me vio.

Me acerque lo más sigiloso que pude, pero a un marine entrenado no se lo sorprende con la guardia baja.

—Ya estaba por llevarla a la sala. Tiene hambre, de nuevo...— soltó un gemido, acompañando la voz ronca de recién despierto.

—No te preocupes, descansa unas horas más, lo tenemos controlado.— No estaba muy seguro, pero mí primo no necesitaba saberlo.

Levanté a la bebé y de inmediato sentí su pañal lleno.
Las voces desde la sala eran cada vez más, por lo que mis primos ya estaban levantados.

Mad murmuró un "gracias", cansado, y giró hasta esconder el rostro entre las almohadas.

Salí de su dormitorio con la chiquita en brazos.
Había notado la fatiga, incluso su respiración rápida y a veces dificultosa. Síntomas de el coso ese que la afectaba. Esperaba que Kakashi respondiera pronto.

Anoche, después de dejarla con Mad, me encerré en el dormitorio y busque información sobre la condición de la pequeña.
Me preocupaba lo que habían leído los chicos en esos archivos.

Ver las marcas y las pruebas en el cuerpo de la bebé mientras Mad la bañaba, fue un detonante. Leer los documentos era una cosa, pero verlo.
¡Joder!
Había tenido que levantarme y entrenar un poco, solo para sacarme la ira del cuerpo.

La computadora con los archivos, las imágenes, los videos, del pendrive no ayudo en nada a mí estado irritable. Cada vez que pensaba en lo que habían estado haciendo, sentía que hervía nuevamente.

—¿Ese malvado te dejó a un lado? Apuesto a que extrañabas estos pectorales. Son mucho más cómodos para dormir que el colchón de Madara.

La cría mostró su sonrisa, como si entendiera algo de lo que yo le decía. Probablemente lo hacia.

—Da-da...— balbuceó. Luego chilló entusiasmada y trato de jalar el colgante que llevaba en mí cuello.
Una simple cadena de plata, con el anillo de mamá y el de papá.
Los habíamos recuperado de sus cuerpos. Y mis hermanos no tuvieron problemas en que me los quede.
De los tres, se puede decir que yo era quien más se apegaba a los recuerdos y las cosas materiales.

"Misión: Bebé" Sakuharen 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora