4- Itachi

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Shisui estaba molesto, la alarma decía que alguien entró en nuestras oficinas, las que alquilamos recientemente en medio de la ciudad.
Primero envío mensajes a cada uno de nuestros primos y también a nuestro hermano. Luego llamó al que aún se encontraba en el almacén, y tenía acceso a las computadoras.
Izuna respondió de inmediato, ya estaba de camino a la agencia.
El tiempo pasaba y no teníamos noticias de lo que había pasado.
Tras hablar con Obito, u enviarlo a investigar, mí hermanito soltó un suspiro pesado, lleno de frustración.

—Es una mierda cuando estás trabajando y llegan alertas a tu móvil, diciendo que hay intrusos en tu puta oficina.— Resoplo por lo bajo. No quería que la esposa y los hijos del diputado lo escuchen.

—¿Qué carajos dijo Izuna?— solté entre dientes. La familia estaba en el asiento trasero del blindado que iba manejando.
Mí hermano a mí lado reviso su tablet enlazada a las oficinas y al almacén.

—Todo está bien en casa, el allanamiento fue en la oficina.
Movió la pantalla en su regazo para que pueda ver de costado. Una mujer dejaba una sillita con un bebé en el recibidor, se largó y unos minutos después, entraron Madara y Sasuke. 
Nuestros primos se hicieron cargo del bebé y hablaron entre ellos. Seguro preguntándose qué mierda es todo esto.

Shisui cerró la aplicación. Y miro hacia la ruta, aún nos quedaba un largo tramo al aeropuerto.

Una foto de los seis antes del último despliegue, decora su fondo de pantalla. Estábamos con nuestra ropa camuflada y las caras pintadas, pero llenas de enormes sonrisas, como si no estuvieramos siendo enviados a una zona de guerra.
Sacudí los recuerdos. Hay lugares en el pasado a los que no me apetece volver.

—Claramente esa mujer no leyó la marquesina que informa que somos una agencia de seguridad privada, no una puta guardería.— Resopló.

Shisui seguía con la tablet. Aún no llegábamos al aeropuerto. Revise los espejos, nadie nos sigue, todo está en orden. Hay un grupo más de seguridad que se adelantó y ya está revisando el aeropuerto en busca de cualquier peligro.
El diputado se metió con la gente equivocada, y ahora su familia tiene que salir del país para poder vivir tranquilos. Sin ser acosados.

Miro a mí hermano menor, sus dedos son rápidos, siempre nos gustaron las computadoras, papá dijo que hiciéramos lo que nos gustaba, así que mientras Obito hacía deportes, Shisui y yo nos íbamos a clases de programación. Antes de terminar la secundaria, ya éramos técnicos informáticos.

Puede acceder a los archivos desde cualquier lugar con la pequeña tablet que lleva siempre encima.
Está directamente enlazada a nuestro hogar y nuestro trabajo.
También está encriptada y solo alguno de nosotros puede desbloquear la mierda que tiene dentro.

Mí hermano navega por los programas, hasta que me dice por la bajo: —El coche de Madara se mueve al almacén. La moto de Izuna está camino a una dirección que no tengo registrada. El coche de Obito se mueve hacía otro lugar, camino al centro.— Estudia el mapa de la ciudad, y los puntos rojos que se mueven, indicando la posición de nuestros primos y hermano.

—Sea lo que sea que esté pasando—miró brevemente  a Shisui, —lidiamos con eso cuando terminemos con esto.— Mí hermano asiente, de acuerdo conmigo. Segundos después sacude la cabeza.

—Un bebé...— suelta una risita ahogada.— ¿Quién lo dejaría con nosotros? No tenemos ni idea de que hacer con uno de esos.— Está vez soy yo quien asiente y sonríe de lado.

Diablos. La última vez que un bebé estuvo involucrado en mí vida, fue cuando la zorra con la que me acostaba, trato de que reconozca la bendición de otro tipo. El niño era rubio como un rayo de sol. Donde yo tengo el cabello negro. Su piel era blanca como la leche, dónde yo soy más moreno. Aún recuerdo esos ojos verdes que ni siquiera se parecían a los míos, negros o incluso los de ella, marrones.

"Misión: Bebé" Sakuharen 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora