39- Shisui

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Dos semanas y el maldito de Yakushi transformó nuestro gimnasio, en un puto laboratorio. Trato de no mirar al rededor, es insano, no quiero ni pensar en la mesa que montó con todas las mierdas que solicitó, lo mantenemos encadenado por el tobillo, y se le permite moverse al rededor de la mesa con frascos y drogas que está probando hasta dar con la fórmula que detenga el deterioro degenerativo de Sarada.

Los turnos para vigilar y presionar al imbécil son un asco.

Verlo hacer pruebas, y resoplar porque no puede acceder a su sujeto de prueba, no hace más que provocarme ganas de matarlo.
Si no fuera porque lo necesitamos, ya lo habría hecho.

—¡ES IMPOSIBLE!

Resople, mientras él cabrón hacía su berrinche número mil.

— Lo conseguirás, lo sé, porque aprecias tu vida.— Escupí sin despegar mis ojos de la pantalla de mí notebook.
Al igual que mis hermanos, me gustaba sentarme al pie de la escalera para vigilar al científico durante mí turno.
Y también vigilaba otras cosas en el piso de arriba a través de mí pantalla.
Como una sexy pelirosa que había dicho que lavaría la ropa. Insistió en tomar un día, sobre todo porque ella misma tenía mucha ropa acumulada para lavar.
Izuna la había acompañado a buscar cosas a su casa y para decirle a la bruja de su madre que pasaría un tiempo con nosotros, ayudando con Sarada mientras teníamos al molesto huésped forzado.

Ignore los lamentos de Yakushi, quería seguir mirando a Saku. Ella estaba bailando, mientras Sarada aplaudía desde su corralito. La maldita cosa tenía rueditas y ahora que se quedaba sentada solita, habíamos empezado a dejarla mucho ahí dentro, cada día sus piernitas tomaban más fuerza. La había visto tratando de ponerse de pie. Ni siquiera tenía los ocho meses. Era tan pequeña y a su vez tan lista. Sus balbuceos ya tenían más coherencia que las conversaciones de Izuna ebrio.
Ahora que lo pienso, desde que la niña está con nosotros, mí primo casi no bebe nada, Sasu tampoco abusa de los analgésicos. Todos estamos más tiempo en la casa, juntos.
No es que antes no fuéramos unidos, pero la pequeña y luego la pelirosa, nos convirtieron en una verdadera familia. Me gusta como se siente.

Veo a Obito entrar al lavadero, pienso que va a bajar a reemplazarme, pero se detiene hablando con Saku.
De pronto, ella está sobre una de las máquinas que no está funcionando, mí hermano le lleva las manos a la espalda y la somete, ella se ríe de algo que él dice y empiezan a besarse.

Las cosas se calientan rápido cuando Saku está cerca, no podemos evitar desearla. Hasta ahora, solo tuvo algo íntimo con Sasu y con Mad.

—Me voy, espero que tengas buenos resultados con eso.— Señalo los frascos sobre su improvisado laboratorio, o mejor dicho, nuestra vieja mesa de patio.

—Ya tengo resultados, pero si no puedo probarlos, es casi imposible saber si estoy en el camino correcto.— Escupe mordaz.

Sonrió de lado y dejo la notebook en el escalón antes de acercarme, sin que se lo espere le doy un golpe seco en medio de la cara.
Gime y cae sobre su trasero.
Me pongo de cuclillas a su lado, mientras lo tomó firme de la nuca y acerco su ensangrentada nariz a mí rostro.
El olor metálico de la sangre me es indiferente luego de tantas malditas misiones con los marines.

—Puede que creas que estás a salvo, pero no olvides que tengo tus pelotas en un puño. Piénsalo mejor antes de usar de nuevo ese tono conmigo.

El idiota asiente, mientras lo dejo tirado en el suelo y subo las escaleras con mí notebook.

—Estan dando un espectáculo a nuestra pequeña.

Me acerco a mí hermano y lo arranco de los brazos de Saku.

"Misión: Bebé" Sakuharen 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora