28- Sakura

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Fue una noche hermosa. Y la cama olía a Madara...
Y no tuve sueños, por suerte, porque mí vergüenza habría sido eterna si gemía en sueños llamando a alguno de ellos.

Desperté una sola vez cuando Sarada lloró a la madrugada y Obito entro de inmediato con la mamadera preparada.

Me la entregó y se fue para que pudiéramos seguir durmiendo, le di su leche y luego de pasearla un poco, se volvió a dormir, con su manito sujetando el cuello de la remera que tenía puesta. No pude ponerla en la cuna así que me lleve a la chiquita conmigo a la cama.

Me despertaron los murmullos a mí espalda.
Me quedé quieta, respirando pausado mientras escuchaba lo que decían y trataba de identificar las voces.

—Deberíamos esperar a que salieran de la habitación. No está bien que estemos aquí.— Ese sin dudas era Sasuke.

—Le quitas la diversión a la vida. De verdad hermano, ¿estás seguro que no se olvidaron algo en tu trasero? ¡Ouch!— y ese era Izuna.

—¿Esperar a qué se levante y perdernos esa maravillosa vista?— gruñó Itachi.

—Ella se va a enojar y te va a golpear. Y te lo vas a merecer.—Resoplo Sasu. Luego sentí que la sábana subía por mí pierna.

Supuse que tenía el trasero al aire. No era pudorosa, pero Sasu tenía razón. Iba a golpear a Itachi. O quizá encuentre otra forma de vengarme. Podría poner sus pelotas azules. Eso le dolerá lo suficiente.

—De verdad hermano. Le quitas la alegría y la diversión a la vida.— mascullo Izuna.

Otra voz se sumó.

—¿Siguen dormidas? Esa pequeña apestosa nos levanta todos los días al amanecer y ahora lleva más de dos horas de sueño extra.

Contuve la risa ante las quejas susurradas y claramente indignadas de Shisui.

—Dejen que duerman todo lo que quieran. Vamos a la sala.— insistió Sasu.

Escuché los pasos y luego la puerta que se cerraba.
Abrí mis ojos y mire a Sarada, ella abrió sus ojitos lentamente y me sonrió.

—¿Los estabas escuchando pequeña tramposa?— su sonrisa se hizo aún más grande. Y balbuceó algo en su lenguaje de bebé.

— Vamos a desayunar y luego volver locos a esos chicos.

Me dirigí al baño, lave mí rostro y mis dientes. No tenía cepillo pero encontré uno de repuesto en el cajón del tocador.

Hacer todo con Sarada en brazos fue un desafío, pero lo conseguí.

Salí del dormitorio y me moví a la sala, Sasuke estaba sin remera, enjuagando unos vasos. Izuna estaba sentado frente al monitor, con Itachi a su lado, tampoco llevaban remeras y mis ovarios latieron de emoción.

Obito entro desde el garaje.
Parece que hoy era el día de andar semi desnudos.
Shisui lo seguía. Solo llevaban unas bermudas oscuras.

No me iba a quejar. Ni loca lo haría. Quería saltar sobre sus perfectos y hermosos cuerpos.

—Buen día, ¿dónde está Mad? — Era el único que no veía por ningún lado.

—Hola preciosas.— Sasu fue el primero en caminar hacia mí, me beso la mejilla antes de robarse a Sarada.—Tu desayuno se enfrió.— le dijo con un toque en la nariz. La pequeña chilló divertida.

—¿Se te pego la almohada?— se burló Itachi.

Recordé que había estado mirando mí trasero y sonreí de lado.

"Misión: Bebé" Sakuharen 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora