Prólogo

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Un error, una terrible locura.
Los corredores de la base, grises y oscuros, se iluminaban con una línea roja por ambos lados, la alarma no paraba de sonar, haciendo maravillas con mí pánico y mis nervios, mientras yo seguía corriendo.

Jesús... si me atrapan estamos perdidas.
—Shhh, tranquila... Todo va a estar bien.

Arrulle el pequeño bulto en mis brazos y me escabullí por el túnel que había descubierto, cuando busque la mejor manera de escapar de este infierno.

Darme cuenta que la empresa para la que trabajaba era una pantalla, una tapadera de algo tan oscuro y maligno, me enfermo el estómago.

Yo quería ayudar a salvar vidas. Lo que estaban intentando hacer en este lugar, no era así.

Mí estómago se revolvió con la ola de recuerdos que azotaron mí mente.
La imágen del túnel frente a mí se volvió borrosa por las lágrimas y me obligue a ir más rápido. Escapar. Era todo lo que podíamos hacer.

Tras revisar los planos y trazar la mejor ruta. Encontré un túnel  sellado. Estaba tras un panel, que no fue sencillo de quitar. Los pernos viejos y demasiado agarrados, encima tenía que volverlo a colocar, de manera floja para poder removerlo rápido.
Había ideado un sistema tan infantil, usando cinta adhesiva y un cordón. El panel flojo, volvía a su sitio con solo un suave tirón de la cuerda.
Lo descubrirían tarde o temprano, pero esperaba estar muy lejos cuando eso sucediera.

El escape fue difícil, y por momentos creía que mí corazón iba a salir de mí pecho.
Humo, gritos, alarmas. Era como vivir una película de terror.
Lo planeé por tan pocos días que se sentía improvisado, lleno de cabos sueltos.
Sin dudas sabrían que fui yo, por lo que me buscarían, y me matarían, pero en lo único que podía pensar era en poner a la pequeña a salvo.

Lo primero fue esconder los archivos robados del proyecto, solo tenía minutos para hacer las cosas, rente un lugar donde pasar la noche cerca de la agencia. El sitio seguro donde dejaría a la niña.
Sabía que no podía protegerla sola. Lo único que estaba amo alcance era detenerlos, retrasarlos, robar su trabajo y  a su último sujeto de prubas. Solo podía sacarla, y encontrar quien cuide de ella.

Pensé que tenía más tiempo. Creí que estaban realizando pruebas aún, pero la orden de reiniciar y corregir las fallas, solo podía significar una cosa: la niña ya no era útil.
Iban a terminarla, como sus anteriores experimentos.
Las náuseas me golpearon. Las imágenes del horror, que nunca olvidaría.

Mí tobillo se doblo, casi llegando al final del túnel, subir la vieja y oxidada escalera hacia la alcantarilla fue un desafío que no había anticipado.
Estaba tan fuera de uso, que apenas se sostenía de la pared.
Eran unos jodidos tres metros, y caer con la pequeña en brazos no era una opción.
Saque equilibrio y fuerza de dónde no sabía que podía.
Salí a un callejón, respiré el olor fétido de la basura, apilada a pocos metros donde los contenedores estaba llenos y rebalsando.
Tuve una arcada y  me tomo toda la fuerza de voluntad no vomitar.

Este lado de la ciudad, estaba lleno de fábricas y talleres. Aún así, había varios complejos de departamentos donde una persona decente, dudaría de vivir.

El fuego ardía en un alto barril de metal, un viejo cubierto de cartones con una botella a medio tomar, estaba dormido, o muerto, no podía estar segura.
Lo ignore y fui hacia el último contenedor. Detrás, había escondido un pequeño bolso para mí y la pequeña.
Mí última compra de la noche previa al escape, había sido lo que estaba en este bolso.

Me coloque la mochila de transporte, que dejaba libres mis manos, luego vestí a la bebé, arrojando todas las etiquetas de la ropa nueva en una bolsa junto con mi guardapolvo blanco.
Metí a la niña en la mochila y ajuste las correas.
Sus ojos negros me miraron, llenos de inteligencia.
Su boquita pequeña hizo un mohín.

"Misión: Bebé" Sakuharen 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora