Capítulo #35

18 3 0
                                    

Alex no me ha hablado desde que llegó, se nota que está molesto. Yo también estoy molesta con él por pensar que me gusta Marco, así que si esta vez no me habla, yo tampoco lo haré.

Estamos en las canchas de fútbol, en clase de educación física. De nuevo todos van a jugar fútbol, pero esta vez solo los que quieran jugarán. Mientras estoy sentada mirando el partido de las niñas, se me acerca Héctor, me saluda y se sienta a mi lado. 

—Cecy, ¿qué pasa entre Alex y tú?

—¿Por qué preguntas?

—Pues no se hablan.

—Él no me habla desde ayer.

—¿Por qué?

—Porque cree algo que no es.

—¿Qué cosa?

—No te ofendas, pero no quiero decirte.

—Es que mira, si él está mal contigo, no quiere jugar fútbol, y eso afecta al equipo, ¿entiendes?

—Ese no es mi problema.

—El equipo no, pero Alex sí, es tu novio. Deberías hablar con él y arreglar sus problemas.

—Yo no pienso hablar con él ni arreglar nada porque yo no hice nada. Es él el que piensa que a mí me gusta Marco, y eso no es cierto.

—Te dije que tuvieras cuidado con Marco.

Héctor no me cae tan bien, siento que es muy entrometido, le gusta quedar bien y no trata tan bien Nidia, aun sabiendo que ella está enamorada de él. Héctor es un arrogante.

—Dejame en paz tú también, Héctor —me levanto—. Mejor iré arriba —me doy la vuelta, camino a los escalones, los subo y me voy al salón.

Pasan unos minutos desde que estoy sentada en mi banco, dibujando en mi libreta. Entra alguien, pero no me doy cuenta de su presencia, hasta que hace ruido porque se le cayó algo. Alzo mi mirada y veo ahí a Alex, buscando algo en su mochila. Lo veo, me mira, pero no nos hablamos, aunque seamos los únicos en toda el aula. Bajo mi mirada, pero no por pena, sino para seguir con mi dibujo. Todo está en completo silencio, hasta que Alexis decide hablar.

—¿Le haces otro de tus dibujos a Marco?

Lo escucho con total claridad, pero prefiero ignorarlo.

—¿Es otro corazón con sus iniciales o esta vez es con su nombre completo?

—Nada de eso, Alexis.

—Alex, Cecy tiene razón —entra Marco—, ella no me hizo ese dibujo, fui yo el que anotó nuestras iniciales en él. El corazón ya estaba hecho, yo lo que hice fue ponerle las letras, no fue ella.

Alex lo mira.

—Te dije claramente que no te quería cerca de Cecy, Marco —dice serio.

—Perdón, Alex, pero Cecy me gusta.

Rueda los ojos.

—Se nota que eres un gran amigo, ¿no?

—Alex...

—Dejame solo con Cecy, Marco.

Marco da un suspiro, da media vuelta y se va.

—Cecy... —Alex se acerca a mí, pero yo no quiero hablarle—, perdóname, yo pensé que...

—Pensaste que me gustaba Marco y que yo puse eso en el corazón. No confiaste en mí, Alexis.

—Perdón, bonita —se arrodilla en el piso—, no volverá a pasar.

—Es que no me gustó cómo me hablaste ayer y hoy.

—No vuelve a pasar, Cecy, te lo prometo.

—Mmmm... ¿ya no crees que me gusta Marco?

—No, y perdón por llegarlo a pensar.

—Te perdono, Alex, pero sigo molesta.

—Lo sé, Cecy, y no sabes lo mal que me siento al saber lo tonto que me porté contigo.

—No te digas así, no eres tonto.

—Te hablé mal, eso me hace un tonto.

Toco su cara y le sonrío.

—No eres tonto, eres listo y muy lindo.

—Tú también eres lista y hermosa.

Beso su frente y le sonrío.

—¿Me prometes que nunca más vas a volver a desconfiar de mí, Alex?

—Te lo juro, bonita.

—Entonces todo está olvidado.

Me da un beso en la mejilla.

—Te quiero, mi Cecy, te quiero mucho.

Yo sonrío mientras él sigue besando mi mejilla.

—¿Quieres ir por unos helados? —me pregunta.

—El profesor nos va a regañar si no regresamos a la cancha.

—Solo vamos por el helado y regresamos a la cancha.

—Bueno, así sí.

Estira la mano para ayudarme a levantarme, la tomo y me alza hasta quedar cerca de él.

—Eres tan bonita —con una de sus manos acaricia mi cara.

—Tú eres muy guapo, Alex.

La yema de sus dedos recorre por toda mi cara. Me hace cerrar los ojos y así disfrutar mejor de sus caricias. Con la misma mano me toma de mi mejila izquierda y me besa en los labios.

—Estoy tan enamorado de ti... —me dice cerca de mis labios.

—Yo también de ti, Alex.

Me sonríe mientras acaricia mi cabello.

—Ahora vamos por tu helado, bonita.

—Que sea de chocolate —sonrío.

—No puedes comer helados de leche.

—Sí puedo.

—No, no puedes.

—¿Quieres ver que sí puedo, bebé?

Sonríe y luego se ríe un poco.

—Okey, okey, solo porque me dijiste “bebé” vamos por tu helado de chocolate —me toma de la mano y salimos del salón.

Alex y yo compramos dos helados. Uno de chocolate para mí y uno de vainilla para él. Después nos vamos otra vez en las canchas, en donde siguen nuestros compañeros jugando fútbol. Alex y yo noa quedamos cerca de los que están en la banca, pero recargados en la pared mientras comemos el helados y nos miramos y sonreímos sin decir nada.

Marco está a un lado de nosotros, hablando con uno de nuestros compañeros. Nos ve de vez en cuando, pero parece apenado por lo que pasó. Alex y yo tratamos de no tomarle importancia, aunque ambos nos damos cuenta de sus miradas.

—¿Hoy te puedo acompañar en el transporte a tu casa? —me pregunta Alex.

—¡Nada me haría más feliz! —sonrío de oreja a oreja.

Él también sonríe.

—Quisiera que algún día nos fuéramos caminando tú y yo solos, así el camino es más largo y hablamos más.

—Estaría bien, pero no me dejarían. Si tú crees que tu mamá te trata como bebé, es porque no es conocido cómo me trata mi papá y mi hermana.

—Algún día podríamos intentar que nos dejen ir solos, ¿te parece?

—Intentaré, mas no te prometo nada.

—Con que lo intentes está bien, bonita.

Me recargo en su hombro. Besa mi cabeza y pasa su brazo por mis hombros. Yo sonrío por estar así con él.

Me encanta estar así con él.

Mi Primer Amor©✔ Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora