「 𝐒𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝟐𝟎𝟏𝟔 」

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Erika

Las noches pasaban, y Eri no conciliaba el sueño. Podrían ser las cuatro, las seis o incluso las siete de la mañana, pero se mantenía despierta, con el computador en sus piernas y un correo sin enviar, con dirección a Leah Monti.

—¿Qué se supone que le diga? Hey, ¿Tu mataste a mi mejor amigo?—

Demasiado directo.

"Sabias que Oli murio, ¿fuiste tú?" —No, no tengo pistas, solo sospechas.

Y finalmente optó por algo sencillo y algo directo.

«Hola Leah, soy Eri, la chica de la fiesta. ¿Recuerdas a Oli? Tu compañero de Literatura, esta muerto —Hizó una pausa, escribir eso le partió el alma y un par de lagrimas salieron de su ojos cristalinos.— ¿Sabes algo al respecto? ¿Viste algo luego de seguirlo?

Saludos, Acken.»

No le terminaba de convencer, pero llevaba semanas posponiendo el correo, el cual al ser enviado, fue respondido de inmediato.

¿Ir a un café, contigo? Pff.— Dijo para si.

Pero finalmente acepto. Después de todo, le haría bien darse una ducha y salir de casa, necesitaba provisiones y tenía una excusa para ir por ellas.

****

Hola Eri, ¿Cómo lo llevas? ¿Quieres hablar?— Comentó al ver llegar a la castaña al lugar en donde estaba sentada.

Claro que lo llevaba fatal, sus ojeras y ojos hinchados no podían negarlo. Y si quería hablarlo con alguien no sería con ella, o eso creía, pues al final la conversación fluyó como si nada y terminó contándole lo mal que se sentía.

Ambas se pidieron un café con leche, para hablar como si fuesen amigas de toda la vida. Leah iba bien arreglada, llevaba puesta una falda hasta los tobillos, una remera hasta la cintura y una chaqueta a juego con la falda. Mientras que Eri estaba con un buzo con varias manchas de cloro, una remera 3 tallas más grandes que ella y una sudadera de la misma talla. Iba con la capucha puesta, como si se escondiera de alguien o como si simplemente quisiera esconder su mal aspecto.

—Fuiste la Última en ver a Oliver con vida... Y yo me quedé como una tonta en la fiesta junto a Drake. Dime, ¿Pudiste hablar con él? ¿Notaste algo raro?— Preguntó y dió un último sorbo a su taza de café.

La verdad, es que salí tras de él pero no logré alcanzarlo. Pero justo antes de dar la vuelta, ví a un hombre de mediana edad que seguía sus pasos. Parecía ser nuestro profesor de literatura, por lo que me devolví sin más.— Respondió honesta.

«Él señor Parker, con quién había hablado hace un par de meses atrás no había mencionado nada de eso, ¿Estaría mintiendo o él le oculto parte de la historia?»

La imaginación de Eri se echó a volar. A quién debía creerle. «¿Debía preguntarle al profesor Parker?» Se cuestionó así misma.

Muchas gracias por el café, debo irme.—
Agradeció con la cabeza y se retiró sin más. Debía encontrar al profesor Parker, necesitaba confirmar aquella parte de la historia.

«Mierda, olvide preguntar sobre el manuscrito»— Pensó. Pero ya era demasiado tarde para volver hacia atrás. Ya se encontraba de camino a casa dispuesta a llamar e invitar al profesor a su morada.

****

— Eri, ¿eres tu?—

Preguntó una voz masculina tras de ella. Era Drake, de seguro fue de visita a ver cómo estaba, como solía hacer de vez en cuando.

H-hola.—Respondió nerviosa mientras buscaba torpemente sus llaves.

Las tienes en la mano.—Señaló.— ¿Está todo bien? Luces pálida y nerviosa. No me digas que... Eri, no debiste hablar con esa chica. Te están vigilando, ¿Lo sabías? Si ahora resulta ser sospechosa, te meterá en problemas.

Eri dejó caer las llaves. ¿Estaba siendo vigilada? ¿Desde cuándo?.

Kei recogió las llaves y abrió la puerta, la tomó del brazo y la hizo entrar.— ¿Estás loca? Debiste habérmelo dicho.

No me habrías dejado.—Se quejo.

— Y con justa razón. ¿Te parece que la muerte de Oli es un juego de niños? No Eri, debes madurar y dejar de comportarte como una niña, basta de jugar a la investigadora de homicidios.

Eso hirió a Eri, más que cualquier otra cosa. Aún era una niña, así se sentía en sus apenas 20 años. No comprendía nada de la vida adulta y eso le recordaba a las mil y un veces que sus padres le recalcaban que sería un fracaso si no maduraba.

— Y-yo solo...quería ayudar.—

Dijo entre lágrimas. Drake se acercó a ella y la contuvo en sus brazos, beso su frente y se disculpó.

— Lo siento Eri, también está siendo difícil para mí. No quería regañarte de esa forma.—La soltó un momento y la miro a los ojos.— ¿Quieres té de manzanilla?

Eri Asintió como una niña y fue a sentarse en uno de los sofás que habían en el living. Kei no tardó demasiado y trajo dos tazas consigo. Acurrucó a Eri en su pecho y comenzó a acariciar su cabeza, estaba enfadado, pero creía entender porqué lo hacía. 

****

La tarde pasó, ambos se quedaron dormidos y al despertar, Eri se levantó con cuidado y fue a su habitación por una manta. Cubrió a Kei y se sentó frente a su laptop.

"Sr. Parker,

Le escribo porque ya contacté con Leah y necesito hablar un par de cosas con usted, ¿Será posible vernos mañana en mi apartamento?

Saludos, Acken."

Era consciente de que si Drake se enteraba, de enfadaría aún más, pero sería una charla como cualquier otra, como aquella en el cementerio. «¿Debería decírselo a Drake?» Pensó. Pero sabía que seguiría sin entenderla. Y de pronto, su teléfono vibro, era un mensaje de un número desconocido. Quizá Leah lo saco de su información de correo electrónico.

"NO TE METAS DONDE NO TE LLAMAN

- T"

A Eri le recorrió un escalofrío. ¿Quién era T? Quizá el asesino, ¿Estaba siendo amenazada? Se asomó por la puerta y vio como Drake seguía durmiendo, estaba temblorosa, tiro el celular sobre el escritorio y comenzó a llorar.

—¿Qué voy a hacer ahora? Debería llamar a la policia.— Pensó. Pero podría empeorar todo. Quizá la estaba acechando, quizá sabía dónde vivía, quizá ahora mismo estaba rondando por el sector en el que ya no se sentía segura.

Eri se volvió paranoica y en un intento de calmarse, se volvió a recostar con Kei y logró seguir durmiendo, se sentía protegida, pero Drake pronto se iría. Y estaría sola.

"No te metas donde no te llaman" La frase hizo eco en su mente por varios segundos e incluso despertó de un sobresalto al escuchar ruido en su cocina.

Era Drake, ya era el día siguiente y estaba preparando el desayuno.

— ¿Todo bien?—Preguntó. Y Eri se lanzó sobre él y asintió.

— Si, todo bien.

Oculto en el HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora