「 𝐀𝐠𝐨𝐬𝐭𝐨 𝟐𝟎𝟏𝟎 」

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Oliver

Aquel día, los padres de Oli tenían una cena en casa de sus abuelos paternos, a la cual -debido a su horario escolar- no alcanzaba a ir, por lo que debía quedarse solo en casa. Esos eran los planes hasta hace un momento, pero Eri sugirió ir juntos para enseñarle algo.

Oliver tenia 15 años cuando perdió su virginidad, algo que para él no significo nada más que una aventura y respuestas a las curiosidades de los jóvenes de su edad.

Pero, luego de que Eri se marchara se sintió vacío. Gracias a ello, su amistad se torno un poco más lejana pero no demasiado. Pues no fue algo de una única vez, hasta que Olí lo detuvo.

—Eri, esto no puede continuar así.—Confesó finalmente Oliver. Estaba cansado de tener relaciones vacías sin un sentimiento de por medio.— Lo siento.

Eri se puso algo triste, era evidente, pero inesperado. Después de todo Oli creía que esta sentía lo mismo, aquel vacío en su pecho, el dolor de no sentir amor mientras lo hacían. Hacerlo solo por placer, y aún más importante, a escondidas de su mejor amigo Kei.

Quiero que olvides todo, no necesito tu compasión. ¿Esta bien?.— Confesó Eri. Y al terminar de vestirse, se dirigió a casa, triste y vacía.

Oliver se recostó en su cama, está vez sólo. Se quedó mirando el techo y puso su mano en su pecho. Su corazón estaba acelerado, tenía ganas de llorar pero no tenía razones para hacerlo.

— ¿Qué es este sentimiento?—Pensó. Pero no lograba comprenderlo.

El día pasó y Oliver comenzó a jugar con Oso, su mejor amigo dentro de esa inmensa estructura llamada hogar. Se sentía solo, triste, pero al mismo tiempo acompañado y feliz.

Esa tarde escribió un texto, un texto llamado "Suicidio Amoroso". Y lo publicó en una famosa red social en donde habían varios lectores y escritores novatos como él.

Triunfó. Pero no de la forma en que quería.

****

ERIKA

Cuando Eri volvió a casa, noto que su padre estaba nuevamente borracho.— ¿Por qué a mí?—Pensó. Y entro sin hacer ruido a su habitación, esta vez, cerrando con pestillo.

Eri se recostó y comenzó a llorar. Se sintió usada, usada hasta que se aburrieron de su cuerpo. Su corazón se sintió roto, porque nunca fue amada. Nunca fue correspondida incluso luego de entregarse por completo.

— ¿Por qué no me lo dijo antes?—Se cuestionó, mientras las lágrimas no paraban de salir de sus cristalinos ojos cafés.

Se pasó tarde y noche llorando, al día siguiente faltó a clases debido a que sus ojos estaban hinchados y su rostro aún estaba completamente rojo.

Le faltaba el aire, se sentía devastada, pero en el fondo sabía que Oliver jamás le correspondería. Pues no sé mostraba interesado por ninguna chica de su salón. ¿Qué la haría a ella especial?

Se dejó caer en la cama, tomó su almohada y cubrió su rostro. Esa tarde Eri no comió, apenas durmió y con suerte lavo su rostro para que pasará la hinchazón.

¡DING DONG!

Llamaron a la puerta. Era Kei, quien esperaba fuera. Sabía que algo andaba mal, así que decidió ir a visitarla de sorpresa.

Hey, ¿Qué tal...—Al ver el aspecto de Eri quedó boquiabierto y fue tomado por la remera para atraerlo dentro.

No es un buen momento Kei...—Confesó. Drake la tomo y le dio un fuerte y acogedor abrazo.

No necesitas contarme que pasó, pero aquí estoy por si lo necesitas.* —La contuvo un momento mientras lloraba. Luego le sugirió que se arreglará, la llevaría a dar una vuelta, pesé a qué se negó un par de veces, terminó por aceptar.

****

Eran las cinco con veintitrés, Eri lucía más tranquila y bella como siempre la había visto Drake.

¿Vamos por un helado? O por algo que desees. Te comprare todo, acaban de pagarme.—Sugirió.

Eri aceptó el helado, ambos se sentaron a comerlo en un banquillo cerca de la plaza central.

Drake miraba a Eri como quien mira la luna, sus ojos brillaban y no podía apartar la mirada. Hasta que Eri lo notó y se vio obligado a mirar a otro lado.

****

Drake fue a dejar a Eri a su casa y luego camino hasta la suya mientras prendía un cigarrillo. Eri le ordenó que lo dejará, Kei prometió que sería la última cajetilla que consumiría. Ella le creyó.

OLIVER

Sin siquiera notarlo, había pasado toda la tarde solo en su habitación. Le había hablado a Kei pero este no respondía. Dejó salir un sonoro suspiro y se levantó de golpe. Sus padres habían llegado y estos notaron su tristeza.

— ¿Estas bien pequeñín?—Cuestionó su madre. Él solo corrió a sus brazos y negó con la cabeza.

— ¿Qué hay de cenar?—Preguntó. Y se separó de los brazos de su madre.

— Tarán!—Exclamó mientras dejaba a la vista dos cajas de pizza con extra queso.

Eso significaba que no hubo tiempo de preparar algo decente, significaba que papá se enfadaría, significaba que otra vez discutirán.

Oliver sin embargo comió 3 trozos de pizza junto a un vaso de soda y luego subió a su habitación.

— Uno...Dos...Y...—Comenzaron los gritos.

Mamá era una mujer ocupada, no siempre tenía tiempo para preparar una cena "decente". Pero papá era un abusador, siempre encontraba razones para atacarla verbal y físicamente. Eso hacia que Oliver le guardara cierto odio y rencor. Sin embargo, era su padre, quien le daba el dinero, la única razón por la que le obedecía en todo.

Pero un día se hizo una promesa -sacar a su madre de esa horrible casa lejos de papá- que esperaba cumplir.

Desde entonces ahorraba el 70% de lo que su padre le daba. Todo con la finalidad de conseguir lo suficiente para escapar. Y mientras escuchaba los gritos, aquella promesa resonaba en su mente.

Entonces se le iluminó el foco, cómo podría sentir amor si en casa solo habían guerras. No podía corresponder a nadie, siquiera a Eri, ambos vivían vidas miserables y juntos quizá sería lo mismo o peor.

No quería eso para Eri, no quería reflejar a su padre con Erika, no lo merecía. Sentía que merecía más, alguien fuerte como Drake que pudiera protegerla, así se sentía.
Pero él también necesitaba a Kei, tanto como podría necesitarlo Eri.

Los gritos cesaron, por fin había vuelto la paz en casa. Oso como siempre estaba abrazado a Oliver y ambos se acomodaron para poder dormir, cómo siempre, para esperar la mañana siguiente, sin saber lo que le esperaría.

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* N/A todxs necesitamos un Drake en nuestra vida.

Oculto en el HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora