「 𝐉𝐮𝐥𝐢𝐨 𝟐𝟎𝟏𝟔 」

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Leah

La alarma sonó a eso de las ocho y quince de la mañana. Me levanté sin ánimos, sin ganas de nada. Pero no podía hacer más que levantarme de la cama, ya que los gritos de mi padre no cesaban.

— Leah, despierta a tu hermana.—Comentó el monstruo -mi padre- quien desde la muerte de mi madre se ha convertido en un alcohólico agresivo.

Me quite el pijama y me puse un buzo mínimo tres tallas más grandes que yo, junto a una remera ancha de mi banda favorita. Fui hasta el cuarto de mi hermana -un año menor que yo- quien dormía plácidamente. Me acerque lentamente y la desperté en voz baja.

— Vamos Tanya, despierta.—La moví un poco hasta que reaccionó.— Ven, vamos a vestirte.

Saque uno de sus outfits favoritos y lo doble sobre la cama, la lleve a la ducha y la ayude con su largo cabello, rubio y lacio igual que el mío y el de mi madre. Ambas éramos idénticas a ella, excepto que Sam tenía los ojos de mi padre, pero estos no irradiaban más que amor.

Al terminar, bajamos al comedor a desayunar y una vez terminado, tomé las llaves del coche, ya que debía dejarla en la escuela de artes, a la cual asistía todos los sábados.

Mientras tanto mi padre rondaba por la casa como un guardián, su mirada irradiaba odio y su rostro estaba lleno de ira sin razón aparente. Pero no dijo ni una sola palabra, solo nos vio marchar y se fue a encerrar en su habitación.

Odiaba que me pareciera tanto a mi madre, odiaba el recuerdo de ella, odiaba mi existencia y la ausencia de mi madre. Por eso cada vez que llegaba borracho me golpeaba. Me culpaba de su muerte, que era envidiosa y quería reemplazarla. Eso le hacía enfadar, era irremplazable y lo tenía más que claro, yo no quería usar su lugar, su muerte no fue mi culpa.

Mi madre murió de cáncer. Sabia que no merecía cargar con la culpa ni aguantar el daño, pero de todas formas sentía que merecía esos golpes, los gritos y malos tratos. Aunque todos me decían lo contrario, pero siempre creí que no lo entendían.

Luego de conducir por unos minutos, llegamos a la escuela y mi hermana se despidió de mi con un beso en la mejilla.

— Suerte en tu día.—Grité desde el coche antes de marcharme. Ella sonrió y se despidió agitando la mano.

Luego de eso, pase a tomar un café para hacer la hora antes de ir a buscarla. Me negaba a volver a casa y quedar sola con la bestia. Así que di un par de vueltas en el coche y luego pase a retirarla del lugar.

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Esta noche saldríamos de compras, ambas nos arreglamos en el único baño de la casa y jugueteamos al mismo tiempo, luego elegimos combinar outfits y -según ambas- nos veíamos divinas, eso nos hizo reír al modelar una junto a la otra. Al terminar, nos escabullimos por la puerta trasera y tomando el coche nos dirigimos al lugar.

Era increíblemente inmenso, lleno de gente, tiendas y bares por todos lados. Pasamos a beber unos tragos, mi hermana se pidió un juego y sin darnos cuenta nos dieron las tres de la madrugada, así que era hora de volver a casa, pero un pequeño accidente ocurrió justo después de que mi hermana conciliara el sueño, y perdí el conocimiento.

De pronto estaba en casa, atada y con los ojos vendados, la bestia estaba borracho y furioso por tener que traernos desde la escena del accidente. De pronto sentí sus pesados pasos dirigiéndose al cuarto de mi hermana. Podía escuchar sus gritos, desesperados por ayuda, pero nadie llegaba. 

Así pasaron días, o así se sintió, como una eternidad. Los gritos cesaron de un momento a otro, fue entonces cuando escuché que se acercaba a mi habitación, abuso de mí tal y como hizo con mi hermana. 

"Relato Nocturno"

"Debí preferir el silencio, debí reprimir mis pensamientos, pasar por alto aquellas dudas e ignorar la voz en mi cabeza, pero ya era demasiado tarde para arrepentirme. Y podría haberme reprendido por horas, pero fui bruscamente interrumpida, pues aquel tenue tarareo había pasado de ser un problema a distancia, a ser un susurro grave y pesado junto a mi oído. Quedé paralizada, como un animal consumido por el miedo, mi cuerpo había dejado de responder. Sin embargo estaba atenta, atenta a cualquier roce o al mínimo contacto. Y, siendo sincera, aun no sé si en aquel momento temía más por mi muerte o por el hecho de mantenerme con vida por mucho más tiempo, pero ahí estaba, inerte, rezándole a quien sea que pudiese salvarme, aun sabiendo que nadie llegaría.

Pero aun así, lo esperaba, a medida que bajaba su mano hasta el mentón a poco centímetros de mi cuello, mi mente jugaba conmigo, haciéndome creer que alguien entraría por alguna parte a rescatarme, pero nadie lo hacía. Así fue como tuvo el tiempo suficiente para bajar hasta mis hombros, recorrer mis muslos y aflojar con rudeza las cuerdas en mis tobillos, y aunque tuviese la libertad de mover mis piernas, no podía ver en donde estaba para golpearlo y ni siquiera tenía la fuerza suficiente para intentarlo. Su mano era grande y áspera, tenía la capacidad de cubrir por completo mi rostro, y siendo realistas, también de romperlo si es que así lo deseaba. Para mi sorpresa y agrado no lo hizo, al contrario, lo acariciaba de vez en cuando, mientras tarareaba esa horrible melodía una y otra vez, que más que eso, solo era un intento. No sabía si se trataba de mi nerviosismo, o el impacto me había afectado demasiado, ya que solo escuchaba quejidos y lamentos que simulaban una canción infantil, que por más que intentara recordar, no podía reconocerla."

De pronto comenzó a cantar una canción, aquella que mi madre adoraba, su favorita sin duda. Pero en aquel momento no logré descifrarla, estaba casi inconsciente. Estaba viviendo sin duda una pesadilla, pero como todo mal sueño, tuvo un fin.

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Tenía apenas 17 años cuando ocurrió. Mientras que mi hermana tenía 16. Y tenía 18 cuando decidí contárselo a Oliver, mi mayor error. Pues algo dentro de mi sabía que escribiría al respecto y por supuesto que lo hizo. De allí su manuscrito más famoso "Relato Nocturno", pero agregando cierta ficción y un final que ojala hubiese sido cierto. 

Pero todo, cada detalle sobre el abuso eran reales, eran mi prueba de lo que había pasado, mis recuerdos mas dolorosos estaban por toda la web. Y la gente le halagaba por escribir algo así de impactante, llamativo e intrigante.

Todos los que pasaban junto a mi no lo sabían, no sabían nada. Solo sabían decir que Oliver tenia potencial, que era un gran escritor, por eso me lleve el manuscrito, me pertenecía. Y aunque me hubiese gustado, yo no lo maté.

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N/A: Capitulo corto que hace la conexión del famoso manuscrito con la historia de una de nuestras protagonistas. Un capitulo algo fuerte que refleja lo que muchas personas han pasado, porque como mencione alguna vez, es solo ficción para otros y una realidad para algunos.

Un abrazo y espero que les guste la historia.

Oculto en el HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora