「 𝐀𝐠𝐨𝐬𝐭𝐨 𝟐𝟎𝟏𝟎 」

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ERIKA

Mientras que Oliver sacaba buenas calificaciones, para Erika todo resultaba el triple de complicado. Las matemáticas se le daban fatal, Historia era aburridísima para ella y para qué hablar de Ciencias y Literatura.

Su familia vivía en una casa extremadamente pequeña, de apenas un piso. La cocina quedaba junto al comedor y junto a este estaba el living. Las habitaciones estaban en la parte trasera y apenas una fina pared dividía su cuarto del de sus padres. Allí, las discusiones eran diarias, por dinero, por sus calificaciones, por su comportamiento, por lo pequeña que era la casa, por su trabajo, porque si y porque no. Eso le generaba estrés y cero ganas de llegar a casa, por eso agradecía tener a Drake y a Oli en su vida.

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-¿Irán directo a casa?-

Preguntó a ambos chicos delante de ella. Ambos se miraron con lástima y sonrieron. Oliver debía hacer sus deberes y Drake estaba castigado otra vez. Eso solo significaba una cosa, volver a casa temprano.

Lo siento, pronunciaron ambos a medida que se despedían, mientras que en la cara de Eri no podía ocultarse cierta decepción y molestia. «¿Por qué debía volver a casa? apenas eran las tres y cuarenta de la tarde, aún podían quedarse al menos una hora más con ella.» O eso pensaba.

Tomó sus cosas con cierta rabia y caminó lo más lento posible, llegó a eso de las cuatro y treinta, pues se sentó un momento en un pequeño parquecito que quedaba de paso.

No quiero llegar a casa. -Suspiro y una vez frente a la puerta de entrada, la abrió y camino fuerte y derecho hacia su habitación. No quería ver a nadie, siquiera a sus padres, así eran los días solitarios de Eri, cuando sus amigos la abandonaban.

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De pronto, sintió como el miedo se apoderaba de ella, noto que su madre no estaba y su padre acababa de llegar del trabajo, venía furioso, lo supo de inmediato por sus fuertes pisadas y la forma en que cayó el maletín al piso.

- ¡Erika! ¡Rachel!-

Grito, pero no obtuvo respuestas, fue entonces que los pasos se acercaban lentamente a su cuarto y temblando de miedo se escondió bajo la cama.

-Sé que estás aquí...

Tomó sus pies y la arrastró para luego golpearla. Ese día Erika se sintió herida, no por los golpes, no por el daño, se sentía herida porque ninguno de sus amigos se cuestionaba porqué odiaba ir a casa.

Al día siguiente Eri falto a clases, y así fue durante el resto de la semana, prefirió esconderse en su cuarto y llorar, llorar por todo, por lo sucedido, por lo ignorada que se sentía, hasta que Oliver llegó a casa.

« Mierda. » -Pensó para sí. No podía salir así como estaba, pero de todas formas lo hizo.

Ho...-Fue interrumpido por un abrazo, fuerte y lleno de tristeza.

Prefirió no decir nada y solo consolarla, pero quería saber el porqué de aquel repentino llanto.

Eri lo hizo, le confesó lo ocurrido aquel día y los días siguientes a ese. Pero solo le pidió una cosa a cambio.

-No se lo digas a Drake.

Oliver jamás había visto a su mejor amiga tan seria y decidida, por lo que claramente optó por guardar el pequeño -simbólicamente hablando- secreto. Ambos volvieron a abrazarse y Oli se despidió antes de que llegaran sus padres, pues así como ella resultaba ser una mala influencia, Oli también lo era para los padres de Eri.

Eri volvió a la escuela, a Drake le habían dicho que se debía a un resfriado y el secreto quedará entre ella y Oli, hasta donde Eri quería creer.

- Oli...

-Dijo Eri con la voz temblorosa.- Estaremos siempre juntos, ¿Verdad?

Oliver asintió y le dio un abrazo de esos que curan hasta el alma. Se sintió en casa, protegida, amada. Desde aquel día se dió cuenta de que ya no veía a Oli de la misma forma, ya no era un simple amigo como Drake, ella lo veía como algo más complejo, algo que ni ella entendía.

Fue así que un día, las paredes finas no solo le permitía escuchar disputas entre sus padres, sino que escuchaba todo tipo de cosas, incluido su intimidad. Eri no era una niña, sabía lo que hacían y le daba curiosidad comprender porque lo hacían.

Desde entonces, miraba a Oli con otras intenciones, quería invitarlo a casa o que el la invitará a ella. Las chicas de su edad ya habían pasado por eso, ya tenían experiencia pero Eri jamás sintió la necesidad, hasta que sintió esa conexión con Oliver.

****

- Vayamos a tu casa hoy, necesito enseñarte algo.-

Dijo Eri mientras guardaba sus cosas. Sabia que Drake debía ir al trabajo por un problema que había ocurrido así que solo serían los dos está vez.

- Está bien, es demasiado importante?

Cuestiono. Claro que lo era, para Eri lo era. Su primera vez estaba por ocurrir con el chico del que estaba enamorada. Si todo salía bien, por supuesto.

Al llegar a casa, Eri dirigió a Oliver hasta su cuarto, esté sin comprender nada, se sentó en la cama y la observó mientras cerraba la puerta. «Habrá sucedido otra vez...» Pensó preocupado. Y de pronto, Eri dejo caer su falda al piso, luego desabotono su blusa y se acercó a Oli, quien seguía sin entender nada.

- ¿Q-que ocurre Eri?-

Pregunto tembloroso. No por miedo, sino que un espasmo le recorrió el cuerpo al verla de esa manera.

Al llegar junto a el, comenzó a desabrochar su camisa y luego su pantalón, pero esté la detuvo.- Eri...

Pero no pudo evitarlo, aquel beso despertó un instinto en Oliver que hasta el desconocía. Y así, a temprana edad, ambos recorrieron sus cuerpos, conocieron cada parte del otro, sus puntos débiles, la satisfacción, se desearon con todas sus fuerzas hasta terminar. Ambos se quedaron agitados, mirando al techo y con una sonrisita de oreja a oreja.

Pese a ello, Oliver no sentía nada más que amistad, lo que había ocurrido era algo de una sola vez y no sé repetiría, o eso esperaba él. No porque le disgustara, sino mas bien sabía que estaba mal y conocía los riesgos.

- Será nuestro secreto.-

Dijo Eri, y por supuesto que lo sería. Si Drake se enteraba, la posibilidad de que su amistad continuará como si nada, era casi nula.

****

Luego de que Eri se fuera, Oli ordenó su habitación y se recostó como si nada hubiera sucedido. Pero por otro lado, cuando Eri llegó a casa, su padre reconoció un extraño olor en ella y podía notar como sus piernas temblaban.

Lo sabía, era demasiado obvio, pero antes de que pudiesen decir algo, corrió a su habitación y se encerró. Cuando todo termino, es decir, cuando sus padres por fin se durmieron luego de discutir, fue a tomar una ducha y desconoció su tacto. Aún podía sentir a Oliver recorriendo sus caderas, cintura y abdomen.

Finalmente limpio su cuerpo de cualquier rastro y se fue a dormir, a esperar el día siguiente.

Oculto en el HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora