「 ♱ 𝕷𝖆 𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖋𝖎𝖊𝖘𝖙𝖆 ♱ 」

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Julio 2016

Eran las cinco en punto cuando Drake les invitó a una fiesta de fin de semestre. Si bien Oliver había abandonado su carrera -Ingeniería Comercial- era siempre considerado en las fiestas, pues era un chico agradable, al menos para un grupo de personas.

La fiesta sería a eso de las diez de la noche en casa de uno de los compañeros de Kei, Oliver no estaba seguro de querer ir, pero para cuando se estaba negando, ya estaba en la ducha preparándose para salir.

A las nueve con cuarenta fueron a convencer a Eri de ir con ellos, la cual como siempre decía mil y un veces que no y terminaba yendo de todas formas.

— Vamos, será una gran noche.—Y si que lo fue. Entre drogas y alcohol, la noche se pasó volando.

Mientras bailaban, las chicas se acercaban a Kei como los mosquitos a la luz. Pero el no estaba interesado, pues la única chica que llamaba su atención estaba bailando con él, Eri.

— Permiso, permiso.—Una chica golpeó a Eri sin querer y se acercó a Oliver.— Hola, no esperaba encontrarte aquí.

— Hey, ¿Qué te sucede? Acabas de empujar a alguien, disculpate.—Gritó Kei. Pero este fue ignorado.

— Tranquilo Kei, es Leah, mi ex compañera de clase, de seguro la paso a llevar sin querer.—Dijo seguro de sí. Pesé a estar pasado de copas.

— L-lo siento.—Dijo Leah y continuó hablando con Oliver.— Hey, el manuscrito. “Relato nocturno” me pertenece. Es MI historia.—Recalcó el “Mi” mientras se golpeaba el pecho con la palma.

Oliver pareció no escucharla y comenzó una discusión con Drake.

— Hey, te estoy hablando.—Insistió Leah. Pero siguió siendo ignorada, hasta que escucho los gritos de ambos chicos y vio como Oliver se marchaba.

Indignada, miro a Kei y soltó un suspiro. Salió tras de él pero iba demasiado rápido, demasiado como para alcanzarle. Y de pronto, vio como su ex profesor de Literatura comenzó a seguirle de cerca.

Esto llamo su curiosidad y decidió seguirlos a escondidas, vio que mantuvieron una conversación -probablemente no muy coherente debido al estado de Oli- y luego dejo a Oliver en paz.

Fue entonces que siguió a Oliver hasta casa y antes de que pudiese entrar, lo detuvo sujetando su mano y le plasmó un beso en los labios. Lo empujó hacia dentro y luego de cerrar la puerta, subió con él a su habitación. Eran alrededor de las dos de la madrugada cuando Leah abandono el lugar.

3:23am

Un intruso se metió en casa, Oliver seguía borracho y se había hecho un corte profundo en las muñecas. Quería llamar a la policía, pero no tenía su móvil. Bajo en su búsqueda y un golpe lo tiró al piso.

— No dejaré que te mates. Pienso hacerlo yo mismo si lo deseas.—Sugirió la voz.

Luego de ver que no respondía, rompió la ventana y escapó del lugar. Sin dejar rastros, sin ser una voz familiar, sin dejar pistas.

4:24am

A eso de las cuatro de la madrugada recuperó el conocimiento, y tambaleándose, con un amargo sabor metálico en los labios y un espeso líquido cayendo desde su frente hacia sus ojos, nublando aún más la poca visibilidad que la luz de luna ofrecía a esas horas de la madrugada, comenzó a registrar la casa en busca de su móvil, no sabía en dónde buscar, la noche anterior fue bastante movida y apenas recordaba si lo llevaba consigo o no. Entre sus recuerdos solo podía pensar en la Fiesta, el alcohol, Leah empujando a Eri, Eri enfadada, Una discusión con Drake, Leah preguntándome algo, Leah tras de él y luego un hombre...

Sin embargo, mientras arrastraba los pies y chocaba con todos los muebles de aquella antigua y anticuada casa, logró recordar que aún había un teléfono local en alguna parte, pero algunos agujeros negros formaban parte de su mente en aquel momento y no lograba pensar con claridad. El comedor, la cocina, el dormitorio tal vez, no estaba, fue entonces cuando llego al living y, junto a uno de los sillones con -Según Oliver- un horrible estampado de flores amarillas, logró ver el aún más anticuado teléfono de la casa, y por fin cuando una pequeña luz de esperanza llegaba a sus ojos, al tomarlo solo logró oír el horrible pitido que señalaba que no había línea, destrozando por completo la poca cordura que le quedaba y su estabilidad, así fue como con sus últimas energías, lanzó el auricular hacia la pared y se dejó caer de rodillas al piso.

¿Qué podía hacer? no podía caminar a la calle y gritar por ayuda, pues para su desgracia -en aquel momento- vivía en una zona bastante aislada de la ciudad, pues según él le daba mayor paz e inspiración, pero ahora necesitaba ayuda, ayuda de esa gente de la que tanto escapaba. De pronto su brazo comenzó a arder, tenía una herida profunda y poco a poco su visión se volvio más borrosa. Ese sería su fin, solo un premio o dos, tenía apenas 21 años, realmente así moriría, como muchos de sus personajes, solo, sin nadie que acudiera a sus gritos ahogados.

A las cuatro con treinta, un extraño entro en casa, no sabía si se trataba del atacante o de alguien más, pero se escondió antes de pedir ayuda, apenas logro ver cómo sacaba uno de sus manuscritos y cayó rendido al suelo.

3 días después...

Los policías llegaron a casa, todo tenía mal olor, y al encontrar el cuerpo no pudieron aguantar las náuseas. La escena era repugnante, había sangre por todo el piso y las heridas de la víctima lucían infectadas.

Uno de sus vecinos se sorprendió al ir a pedirle un favor y que esté no respondiera, así que acudió a la policía.

Luego de eso, llegaron los forenses, dándole como fecha de muerte el 27 de Julio del 2016, a las cuatro con cuarenta de la madrugada.

Revisaron los alrededores, no había pistas por ningún lado. Pero todos se alejaron de la escena cuando la Agente Karol llegó. Era sin duda una de las mejores de su rango, siempre encontraba pistas donde nadie las había visto y descubría al asesino por su cuenta -aunque a veces la emparejaban con Jorge- casi siempre trabajaba sola.

Pasaron 2 meses cuando por fin encontraron algo, un cabello que no era de la víctima, era de un intruso. Leah Monti.

Oculto en el HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora