「 𝐒𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝟐𝟎𝟏𝟔 」

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La agente Karol cito a Leah. Pues un cabello de ella apareció en la escena del crimen y la llamaron de inmediato.

— Así que mintió, Srta. Monti. Usted fue la última en ver a la víctima con vida. ¿Qué hicieron? ¿Qué dialogaron?—Preguntó dejando su expediente en la mesa.

— S-solo tuvimos sexo. Y a eso de las dos de la madrugada me fui de su casa. Pero yo no lo maté.—Dijo con voz firme.

— Supongamos que fue así. Pero entonces, ¿por qué mintió?—Puso ambas manos sobre la mesa y la miro directamente. Tenía los puños de la camisa arremangados, el último botón abierto dejando a la vista su clavícula y unos pantalones tiro alto hasta la cintura.

El ambiente era tenso y silencioso, hubieron varias pausas entre las preguntas y respuestas, pausas eternas que parecían no terminar nunca.

— N-no...Mentí. Tenía miedo, si? Me culparían si sabían la verdad, pero yo no hice nada.—Sollozo al terminar la frase.

La agente le ofreció un pañuelo y está limpio su nariz. Era una perfecta actriz, pero algo más ocultaba, quizá y solo quizá, ella se llevó el manuscrito.

— Te sonará de algún lado, "Relato nocturno".—La chica pareció ponerse a la defensiva.

— ¿C-Cómo sabe de ese manuscrito?—Preguntó sin entender nada.

— Es lo único que falta en la escena del crimen. Ni un solo manuscrito más por lo visto, solo... Ese.—Dijo señalando su bolso.

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Padres

Los padres de Oliver seguían afligidos tras la noticia. Y cómo no estarlo, se trataba de la muerte de su único hijo, con apenas 21 años, toda una vida por delante.

Estos se separaron luego de la muerte de su pequeño, pero seguían consolandose mutuamente a medida que pasaban los días.

2 meses habían pasado, y por fin tenían 2 sospechosos. Leah Monti y Rick Parker. Aunque la madre de Oli sospechaba cada día más de Drake, la mala influencia del grupo.

— Tú, tú lo mataste!—Gritó eufórica mientras golpeaba el pecho de Kei. La madre parecía una desquiciada, loca. Así la veía la gente en la sala de espera de la comisaría.

— Señora, le ruego que se calme y deje en paz al muchacho.—Sugirió un guardia mientras gentilmente la tomaba de las muñecas y la sentaba en una de las sillas.

— Señorita McFallen, yo...—Las lágrimas comenzaron a salir sin que lo notase.— Yo no lo maté.—Dijo y luego se marchó del lugar.

Mientras tanto, la Madre de Kei seguía consumiendo drogas, pero al menos ya no violentaban su cuerpo gracias a qué Kei le daba una paga mensual para que dejara de hacer esa clase de "trabajos".

Kei sentía pena por su madre, cuando la vio entrar a la comisaría estaba en los huesos, no la veía desde hace un año, pues el dinero se lo enviaba por correo y no le gustaba ir de visita a ese horrible lugar al que alguna vez llamo hogar.

— Ha pasado tiempo, mirate, ya eres todo un hombre mi pequeño Drake.— Su garganta y su voz se fueron apagando a medida que hablaba, seco las lágrimas de su hijo y así mismo, el seco las de su madre.

— Si que ha pasado tiempo.—Sonrió mientras las delicadas y frías manos de su madre acariciaban sus mejillas.

La madre de Kei reconoció al padre de Oliver y se escondió tras su hijo. Tenía miedo, un miedo genuino a qué se aprovecharán de ella nuevamente.

Kei se descontroló e intento golpear al padre de Oli, pero fue interrumpido por un guardia. Luego de esto, fue encerrado 24 horas y fue enviado a casa con su madre, quien se quedó esperándole todo el día.

Mientras tanto, los padres de Eri apenas se presentaron una vez a testificar. — Era un buen muchacho.—Decían.

Erika no podía creer lo que estaba escuchando, después de todas las veces que lo corrieron de su casa por ser la "mala influencia" del grupo.

****

Karol

El interrogatorio terminó y la agente recuperó el manuscrito. "Relato Nocturno".
Por fin lo tenía en sus manos y por fin tenía a un potente sospechoso en su lista.

Mientras leía el manuscrito fue interrumpida por el agente Smith.— Felicidades, encontraste el manuscrito.—Y se lo quito de las manos.— Ahora dime, ¿Qué descubriste?

—Lo miró boquiabierta y como una niña hizo un puchero.— Ah~—Suspiro.— Tuvieron sexo y dejó la casa a las dos de la madrugada sin más. Eso fue lo que dijo.

— ¿Y le creíste?—Comenzó a echar un vistazo al manuscrito.— Si que tenía potencial, era un blanco fácil. Quiero decir, para aquellos escritores sin esa narrativa llamativa.

El silencio acogió la sala. El ambiente era cálido y tenso, lo que había dicho, "un blanco fácil" abría la lista de sospechosos a ciento de personas. Pero tenían a dos principales, eso era un avance.

Decepcionada por no lograr nada más, se estiró en su silla y luego se puso de pie.

— Iré a dar una vuelta, ¿Vienes?—Preguntó y Jorge Asintió.

Después de un rato, llegaron a la casa de la víctima, Karol ya lo sentía como su segundo hogar. Adoraba pasar horas leyendo sus manuscritos y textos que habían por toda la casa.

— He de admitir que me ofrecí en este caso porque conocía a la Víctima.—Confesó Karol.

Anonadado, Smith la miro sin entender el porqué le contaba esto, pero la siguió escuchando.

— Mi hija, Arhia. Se suicidó luego de leer uno de sus escritos.—Solto un suspiro y miro a Jorge.— En fin, me sorprendió cuando escuché su nombre en la comisaría, por lo que me ofrecí para atender el caso. Ahora entiendo porque lo admiraba tanto, escribía bastante bien, ¿No crees?

— Lo lamento.— Dijo para luego adentrarse en la casa. La conocía bastante bien, ya que también había venido un par de veces a leer manuscritos y buscar información útil.

— Esta bien, no le culpo. Él también la estaba pasando mal. Recordó uno de sus textos.—Tomó una de las hojas del piso y comenzó a leer en voz alta.

18 de octubre

"Hoy me he sentido solo, ni Drake ni Erika han venido a clases, justo hoy que venía con el alma hecha pedazos. En fin, a veces eres tú y solo tú contra tus problemas y el mundo."

Era un niño apenas cuando escribió "Suicidio Amoroso" y Arhia era solo una niña cuando se suicidó junto a su novio.

— ¿No le guardas rencor? Digo, por uno de sus escritos tu hija... Ya sabes...—Se quedó en silencio antes de terminar la frase. La agente Karol solo negó con la cabeza y lo miro sonriendo con lágrimas en los ojos.

— Al final de cuentas, igual tuve culpa. La dejé de lado y no noté las señales.—Limpio sus mejillas y continuó.— Después de todo, no puedes culpar a alguien del suicidio de otro.

Oculto en el HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora