Parque retirado

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El plan de Hana tuvo que retrasarse más de lo que ella quería, debido a la inesperada carga de trabajo que Nami le tenía preparada todas las tardes. No recordaba haber estado tan saturada ni agobiada los días donde estuvo ausente... y ahí se dio cuenta de que tenía una buena mentalidad para los negocios. Muchas de las propuestas que Nami hacía guardaban detrás conocimientos en dirección empresarial, seguramente impartida por sus familiares y en su propia casa. A fin de cuentas, era una mafiosa en potencia aprendiendo de los mejores, y le tocaría en algún momento lidiar con partes del negocio del clan Kozono o Inagawa. En lo referente a la Academia, se dio cuenta de que pretendía enfocar sus plazas a alumnos con capacidades por los cielos, para poner el nivel a la altura sólo de las mejores universidades. El objetivo era aumentar la demanda de las solicitudes. Hana agradeció que le hubiera tocado el año en que aquellos cambios aún no verían la luz.

Cuando llegó el viernes, día de Educación Física durante dos horas seguidas, tocaba pista. Hana no aguantó ni dos vueltas completas. En su lugar, dejó de correr y sacó el móvil. Llevaba toda la semana hablando con Nami. Era seca por teléfono, y notaba que quería mantener las distancias, pero eso era porque aún no se le había insinuado. Entonces, Hana estaba segura de que daría resultado.

Pero ya llevaban tiempo hablando. Consideraba que, aunque fuera poco tiempo, a juzgar por sus respuestas y los audios que se compartían, había una amistad. Y a Nami le gustaba mucho mantener las apariencias, así que no le daría gratuitamente una mala contestación. Hana decidió pasar al siguiente nivel, que era el de decirle que le gustaba. Parte de ella no mentía. Había algo muy atrayente en Nami, algo más mental que físico, y que sentía que en un chico no iba a hallar jamás. Pero era difícil desglosarlo, porque no había conocido a personas como ella. Le pidió quedar tras las clases a solas, y Nami, que se quedó "en línea" mirando por largo rato el mensaje, le reaccionó finalmente con un pulgar arriba.


Dos horas más tarde


Será cabrona... me estoy congelando. 

Hana maldecía a Nami por hacerla esperar. Hacía ya bastante rato que debían de haberse visto, pero llevaba casi media hora de reloj perdida sin que Inagawa diera señales de vida. Al final, por fin, la vio a la vuelta de la esquina, caminando tranquilamente hacia ella. Al igual que ella misma, se notaba que estaba recién duchada, llevaba el pelo largo algo húmedo y el chándal recién sacado de la lavandería de la academia, de color granate con los pantalones a juego.

—Nami, ¿es que te ha ocurrido algo? —le dijo, aunque calmó el tono enseguida. No quería enseñar su verdadera cara tan rápido. Le convenía que la siguiera viendo tontorrona y tímida, adjetivos que según le había contado Aki, eran los que llamaban la atención de "esa perra".

—Me han entretenido a la salida, disculpa. ¿Todo va bien, Yoshida?

—Ah... sí... todo... todo bien, sí. Es que... verás... me... me gustaría hablar contigo en privado. ¿Conoces algún lugar un poco más cerrado? Donde no pase la gente y eso...

Nami parpadeó, sin dejar de mirarla quieta.

—Podemos ir al parque retirado que hay al oeste. Allí hay bancos, no sé.

—Pero cerrado... como... no sé, ¿ese parque tiene aseos?

—... sí.

Nami no pudo evitarlo. Su instinto le decía que le gustaba a la chica, y que por eso actuaba así... y que eso era lo que quería decirle. Aunque no dejaba de notar la situación extraña. Por suerte o desgracia, eso ya poco importaba. Era una chica tonta, con la cara bonita y un cuerpo muy normal, pero no le importaba tener sexo con ella y luego seguir su vida. Con Mochida fue, en su día, el mismísimo primer día el que le metió mano. Claro que Mochida tenía, como Kitami, un cuerpo exuberante que la volvía a loca. Ésta otra estaba saliendo de la niñez y tenía un cuerpo sin gracia, largo y escuchimizado que no le decía nada.

Dominancia enfermizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora