¿Qué quieres hacerme ahora?

171 9 4
                                    


Casa de Reika Kitami


—Nami... dijiste que íbamos a ver la película... —murmuró entre risas nerviosas. Kozono le había dicho que quería ver alguna película bélica que fuera lo más gore posible. Reika le dijo que sólo tenía una peli mala y antigua, pero a los veinte minutos, la otra ya le devoraba el cuello—. Ya te ha aburrido esta peli... ¿verdad?

—Yo traeré una que me gusta mucho el próximo día —le susurró sonriendo, retomando los besos y chupetones allí. Reika cerró los ojos y suspiró, empezando a excitarse con los besos de la morena. Realmente sabía besar, sabía cuándo succionar fuerte o despacio para darle esas cosquillas tan erógenas. Y tenían toda la tarde libre para hacer lo que querían. Quería hablar de otros temas serios, como lo que Hiroko le había desvelado acerca de su familia, pero en aquel momento, Kozono estaba siendo experta en priorizar una potente libido sexual dentro de ella. Volteó el cuerpo un poco más hacia ella y bajó la mano a su pecho, tomando ella la iniciativa por primera vez. La otra ni siquiera pareció notarlo, estaba volcada en su cuello aún. Reika introdujo la mano por debajo de la camiseta ajustada de su compañera y seguidamente tras la copa del sujetador, presionando despacio con la mano. Kozono despegó sus labios de su cuello y suspiró, sintiéndola.

—Eso es, tócame...

Reika estaba descubriendo un mundo con ella y una de las cosas que más le sorprendían era que le gustaba dar placer. No tenía experiencia alguna en el sexo más allá de que lo que Kozono le había enseñado. Y como vinculaba la penetración y los juguetes a algo muy doloroso, prefería dar placer o quedarse en los frotes. Quitó la mano de su pecho y llevó ambas tras su espalda, abriéndole el sostén. Le levantó la camiseta, y Kozono se separó unos segundos para ayudar a quitársela por encima de la cabeza. Antes de que Reika hiciera nada, también la despojó muy rápido de su camiseta rosa de animalitos de colores, y le abrió el corpiño por el cierre delantero, desnudándola de cintura para arriba en igualdad de condiciones. Se irguió sobre el sofá y se le acercó comenzando un beso en la boca. Reika se lo correspondió, notando cómo la iba tumbando lentamente sobre el sofá. Siempre Kozono era la que tomaba un rol dominante. Siempre era la que empezaba, y siempre la que decidía qué harían en el sexo. Muchas veces acababa completamente desnuda y sometida, mientras que ella salía sin apenas una mancha. De pronto, mientras sus bocas se desgastaban, un ladrido continuado se oyó a su lado. Reika abrió los ojos asomándose un poco y vio a Byto ladrándoles a las dos con su vocecita de bebé, había logrado tirar la correa al piso.

—Quiere que le paseen, mírale...

Kozono miró al perro y sonrió, pero como si ni siquiera la hubiera escuchado, retomó los besos sobre su cuerpo enseguida. Empezó a bajar. Reika tragó saliva. Habían hecho muchas cosas, incluso la había hecho practicarle sexo oral varias veces. Pero parecía que por primera vez le tocaría a ella recibirlo. Se desplazó hasta sus muslos y los besó y lamió, abriendo los ojos y comiéndosela con la mirada mientras la degustaba. Reika se puso nerviosa enseguida y alzó un poco la cabeza, mirando hacia el techo. Emitió un quebrado gemido al sentir cómo empezaba a chuparla y lamerla entre las piernas, raspando sin fuerza su clítoris. Kozono sentía que podría correrse sólo de verla y disfrutarla. Le miraba el coño con lujuria, nunca había visto uno con vello rubio, y se volvía a pegar una y otra vez a ella, moviendo en círculos varias veces la lengua. Los gemidos de Kitami la encendían y cada vez iban a más. Kozono balbuceó excitada y le metió tres dedos de golpe, haciendo que la chica arqueara un poco la espalda y jadeara lastimera, pero pronto aquellos dedos salieron húmedos y gangosos por los fluidos, y comenzó a penetrarla hasta el fondo con ellos, sin detener las lamidas sobre su clítoris.

Dominancia enfermizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora