Capítulo 35

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POV Lucas

Su cuerpo se sentía extremadamente caliente y estaba seguro de que ya no era por lo que sea que el profesor le había administrado unas horas antes, no, claro que no, el calor se debía a los movimientos sugerentes de la lengua de Tyler que se enroscaba en la punta de mi polla lamiendo como si fuera su dulce favorito, no conforme con eso Adam paseaba la suya sobre toda mi longitud a intervalos con mi saco, sentía que en cualquier momento explotaría de placer, Roberto me había inclinado previamente y se encontraba en este momento preparándome lamiendo mi entrada mientras hundía dos de sus dedos en mi interior.

Me sentía ansioso por ser llenado y mi piel cosquilleaba con hambre de ser tocada por todas partes, ellos se veían sexys así inclinados alrededor de mi dándome una imagen pecaminosa de sus cuerpos ligeramente perlados por una capa de sudor y los sonidos que salían de sus bocas al probarme sólo aumentaban el volumen de los míos, nadie aquí era amante al silencio, todos éramos ruidosos y agradecido estaba yo por eso, no había nada más placentero que escuchar a un hombre gemir o jadear a causa tuya.

Mi hambre era tal que no dudé en separarme un momento de ellos con la respiración pesada y darme vuelta para poder quedar frente a Roberto quien había quedado arrodillado cerca del respaldo de la cama.

-Acuéstate y déjame montarte, por favor.- Rogué tomando su nuca acercando su boca a la mía en un beso húmedo sin importarme saborearme en él. Fuí correspondido al instante y no dudó en acatar mi súplica colocando su cabeza en las almohadas y acostándose a todo lo largo de la cama, la imagen era digna de ser fotografiada, el cabello de Roberto ya húmedo por el ambiente acalorado había hecho que sus mechones se llegarán a su frente de manera sexy, sus pupilas estaban evidentemente dilatadas y recorrían mi cuerpo desnudo con clara apreciación que inflaba mi ego a niveles inimaginables.

-Ven aquí cariño, te haremos sentir bien.- Me dijo al tiempo que tomaba mi cintura y me colocaba sobre su abdomen tenso acariciando mis costados y sonriendome con claras intenciones de pecar.

-Lo sé, confío en ustedes. -Me incliné un poco mordisqueando su barbilla y él alineó su polla con una mano dirigiendola a mi entrada húmeda por la preparación anterior.

Sentí las manos de alguien más colocar un poco de lubricante que ayudaría aún más a la causa y girando mi rostro un poco pude ver qué se trataba de Adam, el castaño ayudo a que la dureza de Roberto entrara más fácilmente sacándome un siseo de placer puro con corrientes de energía fluyendo por todas mis terminaciones nerviosas, pero no sólo eso, él amasó mis glúteos besando mi espalda haciéndome estremecer entre los brazos del pelinegro, era una dulce tortura.

Roberto me guiaba mientras lo montaba con movimientos pausados dejándome sentir cada centímetro de él en mi interior, era maravillosa la sensación que tenía cada que uno de ellos me tomaba pues sentía que era lo correcto, me trataban con tanto cariño aún dentro de la perversión que era imposible no perderse de lleno en ese sentimiento.

Sus manos se apretaban en mis caderas como si estuviera conteniendose y era algo que yo simplemente no toleraria, quería todo de ellos así que apoyé mis manos en su amplio pecho y tomé el control de los embistes dejándome caer con fuerza hasta sentir a Roberto en lo más profundo de mi, los gemidos salían sin reservas de mis labios entreabiertos y el sonido del choque húmedo solo encendía aún más mi piel.

-Eso es bebé, déjale saber cuánto te gusta tenerlo dentro de ti. -Murmuró Adam a mi espalda colocándose a horcadas sobre Roberto con las piernas a mis costados, desde esa posición su erección se rozaba de manera tentativa entre mis glúteos y al mismo tiempo donde Roberto y yo nos uníamos, era simplemente espectacular.

Adam rodeó mi cintura con uno de sus brazos ayudándome a cabalgar con un ritmo que se me antojaba sublime y con la mano libre golpeaba su polla contra mis glúteos, a mi lado Tyler se inclinó tomando mis pezones y acarició su propia erección, Roberto apartó una de mis manos de su pecho y la llevo a su boca chupando mis dedos de manera sensual lamiendo entre ellos con lametazos largos y húmedos, mis ojos entrecerrados por el placer disfrutaban del sonrojo en sus mejillas causadas por el calor y mis oídos escuchaban los candentes gemidos y gruñidos bajos que llenaban la habitación.

Internado para ninfomanos (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora