Capitulo 49

411 34 5
                                    

POV Tyler

-¿Joven qué? -pregunté parpadeando tratando de alejar más el ligero aturdimiento que me envolvió. Quizá había oído mal.

La enfermera me dió una mirada extraña y luego a su alrededor hacía los demás. Todos tenían diferentes expresiones.

Roberto parecía congelado, Lucas sonreía como si hubiera ganado la lotería y Adam parecía querer ser absorbido por la tierra a la vez que un sonrojo cubría sus mejillas e inclusive la punta de sus orejas. Las madres del último par parecían conmocionadas y yo empecé a pensar que tal vez no había escuchado mal.

Ay dios, ay dios. Quizá estaba a punto de levitar y volar hasta el cielo ¿Había escuchado bien? ¿Joven Harrison?

-Joven Harrison -confirmó la enfermera viendo su portapapeles como si ella también empezará a dudar de sus propias palabras.

-Sí... Yo... Éste ¿Cuál fué la pregunta?

Una risa baja me hizo mirar a Lucas frunciendo el ceño ¿Qué le pasaba? ¿Sabía algo?

-Oh sí ¿la pierna ya no le causa molestias?

-Nop, de hecho, me siento mucho mejor ahora. Gracias -respondí tratando de mantener mi voz calmada y mi alma dentro de mi cuerpo.

-Okey, más tarde vendrá el Doctor, con permiso.

Ella se retiró a paso ligero como si no hubiera dejado una bomba de información en la habitación y entonces la madre de Adam se puso de pie. Su aspecto pulcro intimidandome un poco.

-Tú -señaló a Adam con el dedo-. Tenemos que hablar. Ahora mismo -lo instó cuando él no se paró de inmediato.

-Voy, voy.

Ellos salieron del lugar y un peso cayó en mi estómago. ¿Lo haría alejarse de mi? Parecía caerle bien antes, quizá yo había malentendido las señales y realmente me despreciaba.

Lucas intercambió una mirada con Roberto y él fué a pararse detrás de la puerta con él oído pegado a la madera mientras el castaño pasó su mano de mi cabello a mis manos.

-Joven Harrison ¿Eh? Suena medio pretencioso pero me gusta.

-Vaya.

Dí un respingo al escuchar la voz de la madre de Lucas. Por un momento había olvidado su presencia inmerso en la preocupación y mis propios pensamientos.

-Mami, no te compliques, sigue comiendo. Anda anda.

Ella le dió una mirada divertida a su hijo y ambos empezaron una plática ligera.
Roberto soltó un bufido de diversión por cualquier cosa que escucho del otro lado y luego miró en mi dirección. Su sonrisa se convirtió en una cariñosa y se instaló a mi lado.

Antes me había preocupado su reacción a mis heridas e incluso llegué a pensar que ya no me encontraba atractivo después de ese tiempo separados y luego encontrarme roto, magullado. Como un juguete viejo listo para desechar. Lucas calmó esos pensamientos haciéndome saber que Roberto sentía culpa, algo que yo no comprendía pues para mí todos ellos eran mis salvadores y el único culpable venía siendo mi padre.

El toque de un brazo rodeando mis hombros me sacó de la ensoñación de nuevo y sonreí hacia mi chico. Estiré la mano hacia sus mejillas y dejé un beso en sus labios antes de recostarme en su pecho.

De alguna forma sentir su presencia a mi lado calmó un poco la incertidumbre y pude relajarme lo suficiente escuchando de fondo el murmullo bajo de las voces de Lucas y su madre a la par que sentía las leves caricias que me daba el pelinegro en el cabello.

Internado para ninfomanos (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora