Capitulo 41

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POV Lucas

Un puchero se hizo presente en mis labios al escuchar la estridente carcajada que soltó mi madre al escucharme decir que el internado me había cambiado y que ya era un jovencito reformado.

-Ya cariño, no bromees así conmigo.- todavía se dió la libertad de limpiar una lágrima que se le había escapado de la risa haciéndome sentir más indignado. No confiaba en el proceso, era obvio-. Yo sé que el internado tiene buenas referencias de gente que salió de ahí pero tampoco son Jesús para obrar un milagro Lucas.

Un jadeo sorprendido salió de mi al escuchar las palabras de la mujer de poca fé que se hacía llamar mi madre y clavé el tenedor con rencor en el bistec que estábamos cenando.

-Pues creelo, ya han pasado horas desde que llegué y no he tenido ni siquiera un solo pensamiento impuro.- aseguré con la barbilla en alto y le di un mordisco a la carne.

Okey, eso no era cierto, minutos antes había estado fantaseando con el reencuentro que tendría con mis chicos y planeando nuevas formas de poner en acción varias de mis actividades BDSM, sabía que Roberto también era un poco fanático de eso y podía ver claramente los roles que cada uno estaba abierto a tomar, pero mi madre no tenía porque saberlo así que no diría nada sobre ello.

-Claro, claro, entonces cuéntame cómo te fué ahí para que tuvieras este tan ¡Oh, grandioso cambio!- se burló y le dió un bocado a su propio platillo.

-Eso es confidencial ¿sabes?- conteste con un asomo de sonrisa y obligandome a poner una expresión de sufrimiento, con la mano en el pecho. -No por nada nos mantienen aislados de la sociedad -puse el dorso de mi mano sobre mi frente y heché la cabeza hacia atrás.- privados de los privilegios de nuestro hogar.

Ella soltó un bufido y tomó mi mano libre sobre la mesa con una sonrisa y un brillo extraño en sus ojos.

-Te extrañé hijo, no estoy tan segura de ese cambio que mencionas pero al menos espero que las cosas sean mejores para tí.

Un nudo se formó en mi garganta mientras mis ojos se sentían llorosos de pronto y apreté su mano correspondiendo la sonrisa

Así fué como supe que había llegado el momento de hablarle sobre ellos, ella había estado conmigo en los momentos más difíciles y sabía que si no era capaz de sincerarme con ella (sin llegar a ser tan explícito) no sería capaz de hacerlo con nadie. Era quien me sostuvo firme cuando estuve a punto de caer debido al bullying infringido en mis colegios anteriores.

-Entonces- aclaré mi garganta y recé un padre nuestro en mi interior, irónico, lo sé.- Resulta que en ese internado conocí gente genial mami, eh, incluso pude conseguir una relación.- Sonreí tratando de verme inocente y ella llevo sus manos a su boca emocionada, nunca había tenido una relación antes y era algo que ella quería por mi. -De hecho, es gracioso, ahora tienes tres yernos que estarán encantados de conocerte.

Sus manos cayeron sobre la mesa y varias emociones cruzaron por su cara dejándome como espectador de cada una de ellas, vino la sorpresa, dió paso a la confusión, la preocupación y de último el entendimiento.

-Tks, quien diría que estar enamorado finalmente te haría cambiar de hábitos- soltó con simpleza y siguió cenando dejándome pasmado por unos segundos hasta que rodeé la mesa y la tomé en brazos besando sus mejillas, la felicidad recorría todo mi cuerpo y sentía que se debordaba.

Ella se rió entre mis brazos y me rodeó la cintura con los suyos, era apenas unos centímetros más baja que yo y sus mechones castaños apenas más claros que los míos hacían cosquillas en mi nariz.

Internado para ninfomanos (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora