🌱•Liberosis•🌱

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¿Jamás han sentido el deseo de que las cosas y situaciones les importen menos?

Pues Minho sí, a la edad de 5 añitos se consolaba a sí mismo cuando algo malo pasaba diciendo que pudo haber sido peor, que hay gente a la que le ocurren cosas peores, que lo que le pasó a él no es tan malo. Pero la verdad está muy lejos y lo sabe, es jóven, pero lo sabe inconscientemente; sabe que cada persona tiene sus propios líos y no se debe huir de los mismos, aunque quedarse a afrontarlos suene aterrador.

Hoy su papá lo castigo por comerse la mitad de la ración de arroz de su hermana. Le dijo que era un gordo insaciable y debía dejar de ser tan egoísta. Minho se enojó tanto porque el arroz siquiera era delicioso, nada más lo comió porque tenía hambre y no hay otra cosa, su hermana no volvía hace cinco días, de cualquier forma la comida se iba a terminar echando a perder. No dudó en recriminarle a su padre esto, a él no le tenía miedo como a su mamá, se animaba a retarlo.

Y así es como terminó encerrado en la letrina de afuera, a unos metros de la casita de madera donde vivía. Olía horrible, ese lugar lo usaba su papá y los albañiles que traía a beber a su casa. Quería llorar, pero hace mucho aprendió que no ganaba nada con llorar, como la vez que lo hizo cuando uno de sus hermanos mayores lo empujó a un charco por diversión y se raspo las rodillitas con 3 añitos, más que consuelo, lo que ganó fue una buena paliza de su mamá por ensuciarse ya que no había plata para pagar la cuenta del agua y se quedaron sin el servicio.

"Complicas todo, Minho." Le dijo ella, luego trató de que el corte en su labio por la bofetada que ligó deje de sangrar tanto. El niño de 3 años simplemente bajó la cabeza entristecido, comprendiendo a la fuerza cada palabra de su madre. Apenas entendía porqué no lo quería, pero intentaba no pensarlo todo el tiempo.

Ahora encerrado en esa inmundicia, Minho pensó que pudo haber sido peor, su papá pudo pegarle como otros días, o bien ser su mamá la que lo atrapó. Entonces, esto no era tan malo. Se levantó del suelo de tierra y se limpió las manos en el pantalón, odiaba estar sucio o tener la ropa sucia, pero no le quedaba de otra porque no lo dejaban usar el agua, había que ahorrar para el lavarropas y éste se encendía solo a la noche. Empujó la puerta de la letrina, probando si estaba abierto o su papá lo cerró de afuera, estaba a medio cerrar, afortunadamente podía salir por un huequito entre la cadena y la traba. Se escabulló por dicho espacio y se deslizó como una lagartija.

Una vez afuera, respiró aire fresco y salió corriendo del patio de su casa hacia el parque. Iría a pedir limosna por ahí, después compraría caramelos en la tienda de Don Descansito, como solía llamarle al viejo caradura de Park Yuseen. Sacó sus bolsillos del pantalón hacia afuera para dar una imagen más pobre y se sentó en la plaza donde iban los niños a jugar con sus padres. Observó a las familias felices dando paseos de la mano, había amor y cariño en sus miradas. Desearía tener un recuerdo de sus padres viéndolo de esa forma, pero no tiene ninguno. A decir verdad, tampoco recuerda haber recibido un abrazo como la niña que esta mirando justo ahora, a la tonta se le cayó un chupetin al suelo y se largó a llorar, su mamá la alzó en brazos y en vez de gritarle, le dio un besito.

Desvió su vista de la escena y se puso a jugar con la tierra de sus zapatos y un palito del suelo. Hizo caritas enojadas o tristes sin darse cuenta, no podía dibujar una carita feliz. ¿Por qué?

-Hola, mi mami dice que te de esto. Tómalo. -La voz chillona de un niñito le hizo levantar la mirada.

Un rubio de mejillas regordetas y ropa abrigada le extendía su manito con guantes. Minho puso la suya debajo y el desconocido soltó un par de monedas. Sonrió haciéndose el bueno e inocente muchachito, y el contrario tomó asiento a su lado.

-¿Como te llamas? -Preguntó.

Minho se encogió de hombros sin querer responder. Era descortés, claro, pero no recibió muy buena educación y las palabras como amabilidad, respeto, agradecer, amistad, no existían en su vocabulario. Por supuesto que no es su culpa, es culpan de quienes lo criaron y crían así.

-Yo soy Han Jisung. -Respondió solito el rubio al ver que no obtenía una respuesta. -Me gustan los caramelos de banana, tengo algunos en mi carterita de nuez. ¿Quieres?

Eso sí llamó la atención de Lee, caramelos eran igual a principios esenciales de todo niño. El dulce que pocas veces podía disfrutar sin que sus hermanos le quiten todo. Olfateo al desconocido con recelo, olía a perfume de bebé limpio y a Minho le gustaba porque le gustaba lo limpio; Jisung estaba limpio.

-Toma, come. -Volvió a decir el nene compartiendo los dulces que sacaba de su nuez.

Minho abrió uno y se lo metió a la boca sin más, disfrutando de sobremanera el gusto del mismo al derretirse en su boca. Tenía caries por doquier, pero no le importaba aunque duela.

-A-a. -Jisung lo interrumpió negando con la cabeza y el dedito. -Tienes que decir gracias cuando alguien te invita algo. -Corrigió poniendo cara de sabiondo.

-Gracias mi culo. -Respondió Minho pensando en las veces que su padre respondía eso.

El niño abrió en grande los ojos y las mejillas se le colorearon de enojo. Todo enfadado, se levantó indignado del suelo frío y miró al pobre castaño a los ojos.

-Eres un irrespetuoso, espero que cuando nos volvamos a ver pienses en este error que has cometido. Adiós. -Dijo y se fue con pasos firmes, desapareciendo al llegar con su mamá para irse del parque.

El pequeño Lee se mofó de la cara graciosa que hizo el rubio y siguió comiendo los caramelos de banana sin dejar de pensar en él. ¿Que clase de niño tonto era ese? Le daban ganas de golpear su cara.





AVISO: Me eliminaron la cuenta "Duraznito1997" asi que perdí la mayoría de mis fics.

Esto pude salvar

Sin Medias || Minsung [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora