🥀•Lost•🥀 13

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Las noches en el hospital eran las más frías y escalofriantes. El silencio resonaba en los oídos de quienes permanecían en las camillas inmóviles, sin voz ni movimientos, para los que más aguantaban enrealidad. Los seres queridos que se quedan descansando cerca con la esperanza de que los heridos o enfermos se recuperen, saben que ellos no son los que sufren realmente, solo los que acompañan el sufrimiento en alma.

Una vez Bangchan termina de ordenar algunos informes de chequeos diarios, se permite descansar en su silla de escritorio con los ojos cerrados, totalmente agotado. Su mente no para de charlarle, repitiendo constantemente las cosas que ya sabe; "Minho necesitaba tu ayuda, si hubieses actuado más rápido, no estaría internado en terapia intensiva, dependiendo de cablerios para seguir viviendo." La mente en ocasiones podía jugar papeles importantes, tales como ser la voz sincera que te carcome por dentro.

Felix dijo que debían ser pacientes, es verdad, pero él pudo intentar ayudar a Minho mientras tanto en otras cosas, no dejarlo solo a su suerte esperando que no le pase nada malo hasta que la policía pueda interceder. Otro tema aparte, los policías dieron muchas vueltas en tomar la denuncia y la respuesta obviamente no fue nada rápida como debía. Definitivamente la cabeza de Bangchan era todo un lío de tanto pensar en esas cosas.

En cierto momento, una corriente de aire frío le recorre la espalda de la nada, se pone rígido abriendo los ojos con rapidez. Observa las ventanas y la puerta encontrando todo cerrado. ¿De dode salió semejante ráfaga? La pregunta lo deja inquieto, tanto que tiene un sentimiento, un impulso que lo hace pararse de su silla y salir de la oficina para comprobar como esta Minho. A medida que camina por el largo pasillo, empieza a aumentar la velocidad de sus pasos, siente que algo está mal por alguna razón.

"PIII" Suena la alarma de emergencia en el altavoz. "Se requiere inmediatamente presencia de doctores en la habitación 13"

Ni bien escucha el número, la garganta se le seca por completo y se le corta la respiración. Esa era la habitación de Minho y estaba sonando la alarma de emergencia, la cual, cabe decir, suena solo en casos de que el paciente esté demasiado inestable y no pueda ser controlado de la forma fácil. No importa que, corre lo más rápido que puede, choca con algunos residentes en el camino y aún así no se detiene, solo quiere llegar.

Ve entrar un par de doctores antes, todos van con prisa. Se apura y entra por fin al cuarto donde se encuentra con un grupo de profesionales intentando reanimar al pequeño Minho.

-¡1, 2, 3. Despejen!

Bangchan cerró los ojos, sosteniendose por la pared, sentía que las fuerzas se le iban del cuerpo.

-¡Otra vez. 1, 2, 3, despejen!

Uno normalmente piensa que un niño nace para bendecir a las personas que lo recibían como un obsequio de Dios, incluso si vienen de imprevisto, de todas formas una vez se acepta tenerlos es porque algo tienen como objetivo en la vida...pero Minho...Minho no era un obsequio, él era un beso de Dios, uno efímero que vino a la tierra por un periodo de tiempo muy corto.

-¡Lo perdemos, aumenten la frecuencia!

Un beso de Dios es aquel angelito que llena de luz pocos corazones que llegan a conocerlo en verdad, vienen por curiosidad a conocer a las personas, se mezclan y te hacen pensar que van a estar ahí por siempre, pero en cuanto encuentran un corazón al que puedan llenar de amor, lo llenan y deben volver al cielo.

Minho tenía que partir, estaba llegando tarde a tomar el tren, no quería ser el último.

-Es suficiente. -Anunció uno de los doctores que se esforzó por evitar que se vaya.

Pero para Bangchan no podía terminar ahí, no quería que Minho se fuera para siempre sin haber conocido el amor verdadero y la calidez de una familia. Él tenía que intentarlo al menos, intentar cumplir esa promesa que se hizo a sí mismo y al pequeño.

Con rapidez empujó a su colega, intentando reanimar el pequeño corazón que aún merecía latir un poco más. Era la decisiva, la ultima oportunidad antes de que el oxígeno deje de circular y se acabe.

-¡1, 2, 3. Despejen! -Avisó tomando por sorpresa al médico más anciano. Todos lo miraban como si estuviera loco, pero no se rendiría fácilmente. Una lágrima rodó por su mejilla buscando una señal de esperanza que parecía no querer llegar. -¡Minho, sé que puedes hacerlo! Vamos pequeño.

El tren en la parada se alejaba cada vez más, Minho escuchó una voz llamándolo de algun lado, un poco aturdido retrocedió sobre sus pies y abandonó la estación. Ese día, no era su día de partir.

-Tenemos pulso otra vez. -Dijo una enfermera con voz sorprendida.

Nadie podía creerlo.

Bangchan negó repetidas veces en silencio, las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos empañando su vista cuando intentó acercarse a la camilla donde yacía el cuerpo del infante respirando con normalidad. Nunca antes agradeció tanto poder escuchar los pitidos del latido de alguien en la pantalla.

-Gracias, gracias por quedarte. Eres un buen niño. -Susurró acariciando su rostro con recelo.

-Será una noche difícil para el niño. Algunos enfermeros van a tener que quedarse haciendo guardia para asistirlo si es que vuelve a tener un paro.

-Yo me voy a quedar personalmente, haré guardia lo que reste de la noche.

Los enfermeros asintieron sin más, saliendo de la habitación poco después de un rato. Bangchan suspiró con los ojos cerrados, sentía un gran alivio y temor al mismo tiempo. Juntando sus manos se puso a rezar a su Dios, rogando que la noche pase rápido y sin percances de nuevo.

Sin Medias || Minsung [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora