🌱•Liberosis•🌱 2

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Dolía, dolía mucho. Minho se retorcía de dolor de estómago en su desabrida cama (un colchón en el suelo). Amaneció de esa forma, en la noche tuvo fiebre y en la mañana vomitó un líquido amarillo a falta de comida. Hace tres días que venía alimentándose de caramelos que compraba en la tienda, lo habían privado de comida de verdad porque se escapó del castigo en la letrina, aunque no fue su papá el que lo atrapó y mandó al frente, sino uno de sus hermanos.

Tenía la frente empapada en sudor y la ropa le olía horrible por ensuciarse con el vómito. Como pudo, con sus pocas fuerzas, se levantó una vez más del colchón y caminó al baño para echar lo mínimo que tenía. Si seguía así, probablemente se deshidrate o desmaye en cualquier momento. Necesitaba ayuda urgente, que alguien lo atendiera. Era tan solo un niño de 5 años que no podía mantenerse en pie.

Bajó las escaleras a duras penas, medio arrastrado sinceramente, y buscó a su papá para pedirle que lo deje en el hospital cuando se iba a trabajar, él iría solito al médico, ese era su plan. Pero no encontró a su papá por ningún lado, su mamá no era una opción, así que fue a buscar al primer hermano de los ocho, el que tenía 15 años. Tal vez Chanyeol pueda ayudarlo si es que no estaba ocupado en su trabajo de medio tiempo.

-Yeollie. -Soltó con voz apagada, logrando llamar la atención del mayor.

-¿Minho? -El pelinegro volteó hacia el chiquillo notando su estado enfermizo. Rápidamente dejó sus libros con los que trataba de estudiar y corrió a alzarlo en sus brazos. Entonces también notó las costillas marcadas del infante. -¿Qué te pasa? ¿Te sientes muy mal?

-Quiero...quiero ir al médico. ¿Me...dejas allá? -Preguntó medio cerrando los ojitos por el cansancio.

Chanyeol mordió sus labios con impotencia, él no podía hacer mucho para ayudar a sus hermanitos. Sabía que sus padres eran unos infelices irresponsables de mierda, pero también era menor de edad y todos estaban bajo la custodia de los adultos. Los servicios sociales no servían para nada, en su barrio ni se gastaban en llegar para evitarse problemas y fingir que todo estaba bien. Agarró a su hermanito enfermo contra su pecho y fue a la cocina para lavarle la carita y darle agua.

-Por favor, bebe un poquito de agua, por favor. -Intentó que Minho tome el líquido, pero al pequeño no le pasaba nada por la garganta.

De repente, el teléfono empezó a sonar y Chanyeol tuvo que atender ya que no había otro hermano cerca. Era su mamá, ella le pidió que le llevara un cambio de ropa al trabajo rápido. Chanyeol le dijo lo que estaba pasando, pero la única solución que recibió fue un cruel "tapalo con unas mantas y déjalo en su cuarto que duerma, debe ser maña". Claro que se veía obligado a aceptar lo que ella indicaba, pero simplemente por conciencia propia no podía hacerlo. ¿Como dividirse en dos? Que una parte le lleve la ropa a su mamá y que la otra cuide de su hermanito. Dios, ayudalo.

-Bueno, vamos a ir al hospital, Minho. Te voy a poner ropa limpia y te voy a dejar allá en la guardia, me voy a ir hasta el trabajo de mamá y después vuelvo contigo para que te revisen ¿bien?

El niño asintió entendiendo poco y nada el plan. Su hermano lo cambió de ropa como dijo, colocandole las zapatillas sin medias porque no tenía más pares limpios, le puso un gorrito de lana en compensación, y salieron rumbo al hospital más cercano. En el camino Minho devolvió saliva dos veces a lo que Chanyeol sintió lástima por él. Esperaba que no sea nada grave.

Al llevar a las puertas del lugar, bajó a su hermanito y lo dejó medio sentado en las sillitas de recepción, procurando que Minho lo miré a los ojos y no se duerma allí mismo antes de irse.

-Te prometo que vuelvo enseguida, peque. Si te preguntan con quién estás, dices que fui al baño y ya. -Indicó antes de irse.

Los minutos pasaban en el reloj de la pared. Minho se sentía muy mal, horriblemente mal, se recostó contra las sillas negras de plástico y jugó con sus dedos tratando de no cerrar los ojos porque pensaba que se iba a morir. Fue entonces que vio un bulto completamente blanco acercándose. Enfocó la mirada y se dio cuenta que era el mismo rubio del parque. Oh no, ¿que debía hacer? Lo iba a ver todo sucio y enfermo, con olor a vómito. Las mejillas se calentaron, no sabe si de fiebre o vergüenza, aunque lo más probable sea lo primero.

Sin Medias || Minsung [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora