21 | Púas en la lengua | GoYuu

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Púas en la lengua (Sensorial o Cortejo): Propio de los felinos y Alfas, además de tener colmillos pronunciados sus lenguas poseen púas con los que suelen acicalar a sus compañeros. Sólo el correcto las percibirá como caricias mientras que para el resto es sumamente doloroso por su similitud a las púas. Los omegas también las poseen, pero son menos notorias.

Satoru por primera vez se sintió completo, al ver a la familia que había construido con su pequeño Omega, quien lo aceptaba con todo y sus defectos, porque él consideraba un defecto tener púas en la lengua.


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El Alfa albino nunca se había sentido tan feliz como en ese momento, el saber que ya sería padre era una de las experiencias que pensó nunca podría cumplir porque nunca le había interesado ningún Omega para poder formar una familia, porque tenía un defecto, o eso era algo que sus anteriores parejas le habían dicho porque según a palabras de ellos, el tener púas en la lengua no era algo que fuera muy normal hoy en día, además que en ocasiones solía lastimar a sus parejas cuando compartían besos o el besaba ciertas partes de sus cuerpos.

Era por aquel pequeño defecto que nunca tendría a nadie en su vida, o eso pensó hasta que conoció a ese Omega peli-rosa con olor a duraznos.

La conexión que sintió con el chico fue tanta que prontamente comenzaron una relación en donde cada día podía considerarse mágico, siempre tenía cosas que decirse, siempre pasaban momentos que podían considerarse únicos para ellos. Con el pasar de los meses formalizaron aún más su relación hasta el punto de que la propuesta de matrimonio fue por parte del Alfa y el Omega no podía con tanta felicidad, la luna de miel la pasaron lejos de sus familias y amigos, solo ellos dos disfrutando completamente de su amor.

Durante su luna de miel, ambos entraron en celo, lo que provocó que aquellas noches fueran más placenteras y el deseo de pertenecer crecieran de manera infinita, poco les sorprendió cuando el Omega comenzó con síntomas de embarazo. Conforme iban pasando los días, semanas e incluso meses, Satoru solo se dedicaba a su Omega y a su cuidado, solo le importaba él.

—¿Te pasa algo Satoru-san? —Yūji le preguntó mientras en su rostro se podía ver la clara preocupación que estaba sintiendo por su pareja.

—Estoy bien, solo que sigo pensando que esto es maravilloso — decía mientras que con una de sus manos comenzaba a acariciar el notorio vientre del Omega, quien ya se encontraba a pocos días de tener a sus cachorros.

—No va a ser tan maravilloso cuando los tengamos en brazos — respondió el Omega con una tierna sonrisa — pero sé que podremos con esto, Satoru-san — el albino solo pudo asentir a sus palabras para seguir admirando a su precioso Omega.

El albino no dijo nada y solo siguió con las constantes caricias al vientre del peli-rosa quien se deleitaba con cada toque del mayor, le gustaba sentir sus caricias, sus besos, cada día con él era maravilloso.

Los días pasaron de manera rápida y pronto el Omega comenzó con la labor de parto, al ser híbridos, el médico que los atendía les había recomendado que la mejor forma de dar a luz a los cachorros era en su forma animal, pues para el Omega seria menos doloroso por lo cual ahí se encontraban, un precioso tigre con pequeñas manchas del mismo color de su cabello, Satoru a su lao se encontraba dando vueltas de un lugar a otro, viendo como su Omega soltaba pequeños gemidos de dolor, él quería hacer algo, quería hacer lo que sea para poder menguar un poco el dolor que su Omega estaba sintiendo, pero ¿Qué debería de hacer? Sin pensarlo mucho cambió a su forma de híbrido y se acostó a un lado de su Omega quien al sentir el calor de su Alfa se acurruco un poco en él.

Los pequeños gemidos de dolor seguían presentes, sin embargo, ya no eran tan recurrentes como antes y es que Satoru en algunas ocasiones le daba pequeñas muestras de afecto para tratar de distraerlo, así como también comenzó a acicalarlo, cosa que el peli-rosa disfrutaba.

Estuvieron en aquella posición lo que pareció una eternidad hasta que finalmente el pequeño Omega dio a luz a dos pequeños cachorros que habían nacido en su forma híbrida, Satoru no podía con la felicidad que sentía en ese momento, él era completamente feliz.

Satoru aun en su forma de híbrido comenzó a acicalar a uno de los pequeños, así como lo estaba haciendo su Omega, lo que le provocó cierto calorcito en su pecho ya que nunca imaginó que pudiera hacer algo como eso.

—Están preciosos Satoru-san — había dicho el menor, Satoru pudo escuchar aquellas palabras en su mente, gracias al enlace que ambos tenían por lo que solamente asintió a las palabras del peli-rosa.

Satoru en muestra de cariño, comenzó a darle pequeñas lamidas al Omega para poder acicalarlo un poco, ya que su pelaje se encontraba hecho un desastre debido a los pocos movimientos bruscos que había hecho.

—Muchas gracias por todo Yūji, me has hecho el hombre más feliz del mundo — le dijo después de algunos minutos en silencio.

Porque para Satoru no había nadie más importante que su nueva familia, agradece inmensamente que por fin encontró a alguien que no le importaba aquel pequeño defecto al cual no solía darle mucha importancia, sin embargo, en cuanto conoció a Yūji aprendió a amar las púas que tenía en su lengua porque para Yūji aquellas púas le daban cosquillas y no le incomodaban, al contrario, las amaba y él amaba a Yūji y a sus cachorros.


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¡Omegacember! | 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora